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domingo, 9 de diciembre de 2018

Restaurar la memoria. 45 años del accidente de Mina Mariquita.

El próximo día 8 de diciembre, en Santa Marina (Quirós), a las 16.30 tendrá lugar el homenaje institucional y popular a los seis mineros muertos en Mina Mariquita el 3 de noviembre de 1973.
Se acaban de cumplir 45 años de lo que fue la mayor tragedia minera del concejo de Quirós.
Jesús el de Cabaniellas y Jorge de Ronderos, foto cortesía de Jorge García.

Ha tenido que pasar casi medio siglo para que una de las peticiones de los quirosanos, en cuyos corazones aún brilla con fuerza la llama del concejo minero que fue, el reconocimiento público en forma de homenaje y monumento conmemorativo a los hombres muertos en este accidente sea, por fin, un hecho. Miguel Ángel Bellón, vecino de Santa Marina se lamentó muchas veces de la falta que hacía este acto para rescatar la memoria de estos mineros, hasta el punto de que el mismo, junto a otros vecinos de la zona, Rosi Martínez, Rosa Álvarez y Amadino García, recuperaron el entorno de la Mina Mariquita, situada a la salida del pueblo en dirección a Cortes y que, tomada por el tiempo y la maleza, apenas se distinguía. También Roberto F. Osorio, cronista oficial del concejo se hizo eco de esta exigencia, recogida por el Ayuntamiento en este mandato y que se plasmará en hechos el próximo día 8 de diciembre en un acto formal que tendrá lugar en Santa Marina y al que se ha invitado a las familias y supervivientes de aquel aciago día. Se espera una gran afluencia de público en el que será además, el primer paso para el futuro reconocimiento a cada uno de los mineros quirosanos que, hasta un número de ciento veinte, pagaron con el peaje de sus vidas en distintos accidentes mineros dentro y fuera del concejo.
Lucía espléndido el otoño quirosano el 3 de noviembre de 1973, cuando una explosión de grisú quebró la quietud apacible de la aldea minera. Se grabó así a fuego en la historia del concejo la fecha de aquel sábado negro. Negro como el carbón que sacaban de lo más profundo de la montaña. El accidente de aquella jornada de trabajo que llegaba a su fin, segó en Mina Mariquita la vida a seis hombres jóvenes, algunos en su primer día de trabajo. Allí dejaron sus sueños y su futuro, los quirosanos Adolfo Álvarez Miranda de 34 años y vecino de Villar de Salcedo y Sabino Álvarez de 29 años, y de Villamarcel, junto a ellos, Onofre Álvarez García de 38 años y natural de Olloniego, Alfredo Fernández a la edad de 37 años y con origen en Belmonte, Ramón González de 50 años, Pola de Lena y Juan Agustín González de 32 años, y de Ciudad Rodrigo (Salamanca) en su primer día de trabajo.

Momento del homenaje del pasado día 8 de diciembre.
En torno a las 14.30, una explosión estremeció el lugar. Jorge García Muñiz, en la explotación desde que pasara a manos del empresario Avello Lasarte, estaba en el exterior en la máquina extractiva. Unos minutos antes el capataz había pasado para que le diera un recado al vigilante que se dirigiera a la oficina para dar razón de los jornales, el día 10 era día de cobro y había que hacer los libramientos. Cuando vio al capataz unos minutos después fue para decirle que acababa de haber una explosión. El capataz no daba crédito al joven trabajador pero pronto vieron desde la posición que ocupaban, a un camionero que trabajaba en la construcción de la carretera de Cortes llevar en su camión al primer herido, lo había encontrado en la carretera cerca de la mina, la fuerza expansiva lo había arrojado a varios metros de la bocamina en la zona del Cribu. La tragedia era un hecho. Pronto la noticia se extendió como la pólvora, solo había que esperar que no hubieran muerto todos. Trece hombres formaban aquel equipo de trabajo. Salieron por su pie: el vigilante, el posteador, el caballista y el chaval que avisaba a Jorge de que el vagón estaba lleno para sacarlo al exterior. La mula también salió por sus propios medios. El resto enfrentó su destino en aquel agujero negro en el que la seguridad y la legalidad eran practicamente nulas.
Fueron unas largas horas que no han dejado de recordar día tras día, quienes fueron testigos de la tragedia. Manuel Jesús Alvarez Flórez, Manolo Caracol, tevergano casado en Villamarcel, había pedido permiso para salir un poco antes. Aquel permiso probablemente le salvó la vida y le permitió conocer a la hija que le nacería cinco días más tarde pero no evitó que participara, con la brigada de salvamento que vino de Mieres, en sacar los cuerpos de los compañeros muertos. Entró con ellos por su experiencia y porque conocía el pozo. A día de hoy aún se le pone un nudo en la garganta recordando aquellas horas. El primero salió la noche del sábado pero hasta el lunes no concluyeron las labores de rescate.
Las viudas de Sabino y Adolfo destapan la placa que conmemora la tragedia.

Desde el día 8 de diciembre, un monumento a quienes dejaron sus vidas arrancando de las entradas de la tierra el mineral que tanto trabajo dio al concejo pero que tantas vidas cobró, robadas de cuajo o lentamente en cada respiración, restaurará su memoria y hará justicia a los muertos, si es que la justicia puede predicarse en estos casos.

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