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viernes, 27 de noviembre de 2020

Pincho y café para llevar

6.45 de la mañana, ASIPO, viernes, fin de la semana y del mes, ganas de no madrugar mañana, poco humor. Pincho y café para llevar.  Llego con el coche, dos hombres fuman sin mascarilla, of course, no veo ni sus cafés ni sus pinchos, dandole la chapa al pobre camarero que bastante tiene con el madrugón que, con suerte, le impide pensar en lo que está cayendo. " ¿No era pincho y café para llevar? ¿Cuánto llevan ahí?" pienso ya de la que estoy llegando. Me bajo del coche con mi mascarilla, desde la parte de abajo de la calle llega otro currito embozado con su mascarilla a por su café. Reconozco que ya estoy encendida sin haber oído nada aún. Los fumadores enzarzados en un "interesantísimo análisis de la pandemia" para todo el público. Estoy flipando. “Pincho y café para llevar, por favor” le digo al camarero que oculta su cansancio detrás de su nueva prenda de trabajo. A la derecha me queda el fumador más analítico y riguroso en su exposición, el otro fuma y asiente apenas. No hace frío (mala suerte). Y dice "esto de ahora no es del verano, esto es porque la sociedad es muy irresponsable y lo de las residencias... no tiene nombre". No puedo evitar, sin querer, ha sido un reflejo, lo reconozco, negar con la cabeza porque, coño, en las residencias que yo conozco han sido superescrupulosos con las medidas (ojo, que esto no quiere decir que la confianza no haga relajar las medidas y que este puto virus se cuele por las rendijas, estoy segura). A mis amigas que trabajan en residencias las tienen fritas a PCR, no pueden meter nada de afuera sin que pase una cuarentena, han vivido la angustia de los usuarios válidos que han estado confinados más que nadie, hay usuarios que no salen de sus habitaciones desde hace meses, hay familiares que ruegan  por ver a los suyos ¿qué más pedirles?. El virus es tan zorro que aguarda en las esquinas cualquier descuido para colarse en los gallineros. Me dice el fumador mas peleón "no muevas la cabeza, moza". Huy, este lo que quiere es guerra, pues no la va a tener. Sigo en mis trece negando con la cabeza, lo que no sabe es que no sé si estoy negando su argumento o negando su actitud. "Irresponsable tú e insolidario, ignorante y faltosu ¿qué coño haces aquí sin mascarilla fumando, llenándolo todo de aerosoles, contaminando el aire y molestando al mundo? ¿Quién te ha dicho que interese a nadie tu estúpido monólogo? Qué no has entendido? Vete a currar y recuerda que es "pincho y café para llevar" no para estar aquí echando tiempo." No le digo nada porque acabaríamos en una agarrada que no lleva a ninguna parte. Me meto en el coche con ganas de darle una patada en la espinilla o morderle  tobillo, no merece la pena, ya me está llevando más tiempo este tipo. Me voy y prometo contarlo. Aquí lo tenéis. 


domingo, 22 de noviembre de 2020

Paulino y Lucinda. Historia viva del Bar Nuevo.

 


Lucinda que siempre tiene frío, y que ayer me conoció a la primera a pesar de las mascarillas que disfrazan nuestras caras y de que hacía nueve meses que no nos veíamos, fue la Reina del día y no se quejó ni una vez de frío. Paulino silencioso pero muy pendiente de su mujer estuvo en un segundo plano pero no por ello menos emocionado o agradecido. Acompañados de su familia recibieron de la mano de los políticos quirosanos el reconocimiento por tantos años de trabajo y entrega a la comunidad. El Bar Nuevo es sin duda un referente a la hora de hablar de Quirós, larga vida a sus fundadores y que les respete la Salud muchos años.

Ayer domingo, 22 de noviembre, el alcalde de Quirós, Rodrigo Suárez, acompañado por la Teniente Alcalde, Claudina Suárez, los portavoces del grupo socialista y popular en el Ayuntamiento, Jose Prieto y Nati Fernández respectivamente, Roberto F. Osorio, cronista oficial del concejo y promotor de la idea y Alva Rodríguez, directora del MEQ, procedieron a la segunda parte de la entrega de las Medallas de Oro de Quirós, en este caso a Paulino y Lucinda del Bar Nuevo. El acto individual, entrañable y familiar, no había podido celebrarse el pasado día 31 de octubre junto al resto de homenajeados por motivos personales. 

Con un “si volviera a nacer volvería a luchar por Quirós” recibieron Lucinda y Paulino al alcalde y sus acompañantes. Lucinda fue ayer un poco voz de este matrimonio que el año que viene cumplirán ambos 90 años y más de sesenta de casados. 27 años tras la barra y la cocina del Bar Nuevo y un año primero en el local del Tolete avalan otros tantos de trabajo y entrega a la comunidad y de historia de un pueblo, Bárzana, capital del concejo, que recibía a todos los que llegaban a trabajar cuando las expectativas de instalarse para quedarse en Quirós eran otras y posibles. Paulino y Lucinda que habían bajado de Faedo para regentar un negocio, dejaron el Tolete pero querían seguir trabajando cara al público así que un buen día con la excusa del Día de América en Asturias se plantaron en Oviedo a comprar el local y la casa de la antigua Farmacia Castañón para establecerse allí. Hoy veinticuatro años después de la jubilación de Lucinda siguen manteniendo su hogar en el mismo sitio.

Lucinda a la que alguno de sus clientes llamó “cerebro electrónico” por su memoria infalible, se sabía los números de teléfono de todo el concejo, daba cuenta ayer de muchas anécdotas e historias vividas o presenciadas por ella, “antes la gente era más lista que ahora, guiábase por una Peña, íbamos a cuidar las ovejas a la mortera de Faedo y a las 12.00 del mediodía se veía la Iglesia de Salcedo y ya sabíamos la hora.” Repasa también dichos de su infancia “cuando el pico Pelitrón pone la capa, no dejes la tuya en casa”, ejemplos de una sabiduría popular que en muchos casos se ha perdido. Muy agradecidos y acompañados de su familia recordaban momentos no tan agradables para muchos “Yo ya tengo una historia de la vida, una vida fue dura para mucha gente” Buenos vecinos, solidarios, con una casa abierta y un plato de comida o una cama dispuesta para quién lo necesitara.

La Medalla a Lucinda y Paulino del Bar Nuevo es más que merecida en opinión del cronista oficial del concejo, de la corporación y de todos los quirosanos. Lucinda y Paulino regentaron un chigre que fue una institución de la hostelería del concejo y que aún hoy lo es en manos de la actual familia que lo lleva. El Bar Nuevo ofrecía servicio de bar, restauración y fonda a vecinos y foráneos pero también era un auténtico servicio público. Durante muchos años las muestras de las matanzas se dejaban allí para que los recogiera el veterinario de la zona. Recogían paquetes, partes médicos, cartas, encargos y hacían todo tipo de favores de forma desinteresada. Su fonda acogió a médicos y maestros, mineros o tratantes que llegaban al concejo y daban desde ella sus primeros pasos por aldeas y caminos de Quirós, famosa también es la habilidad de Lucinda como cocinera. Un merecido homenaje tanto por su veteranía como por su trayectoria y calidad humana.



domingo, 1 de noviembre de 2020

Solina de Ricao



En julio Quirós despidió a Solina, quirosana centenaria de Ricao que vió la luz con los “felices años veinte” y que se ha ido ahora, el 2020, el año de la pandemia. Se había propuesto llegar a los cien y en cuanto llegó a la meta, la venció el cansancio. Un siglo de vida lleno de trabajo y sacrificio, éxitos y satisfacciones. Solina regentó durante treinta años una tienda-chigre en Ricao, su aldea natal que fue el origen de la empresa  familiar, empresa que hoy perdura diversificada. Ella y su esposo Juan Campollo, fueron los pilares sobre los que se sustentó una familia emprendedora que transmitió a los suyos valores universales como familia, trabajo, vecindad y compromiso con la tierra. No en vano hoy sus tres nietos están vinculados profesionalmente al Valle desde diferentes proyectos empresariales. Solina “fue casi de todo” dice su nieto Roberto Fernández Osorio, cronista oficial del concejo, en un texto en el que glosa su figura. Esposa, madre, abuela y bisabuela “de cuatro futuros” títulos que llevaba con orgullo, pero también fue comerciante y buena vecina, dispuesta a echar una mano al que la necesitara asistiendo a un parto o poniendo una inyección, sin dejar de lado un interés innato por la actualidad de su concejo y de su país. Este siglo que ha dado cobijo a su historia es probablemente el tiempo que más cambios nos ha traído al mundo en general y al mundo rural en particular. Solina presenció como la luz y el agua corriente llegaban a las casas y como se construyeron carreteras que facilitaban transacciones comerciales y movimientos. Fue testigo de un tiempo en el que al ritmo que mejoraba la vida en las aldeas, estas se iban desangrando con la pérdida de población, sin embargo, ella y los suyos se quedaron, cuando las raíces y el apego son firmes, no nos permiten alejarnos mucho. Solina es el ejemplo de aquellos que siembran buena semilla, recogen frutos y esta mujer deja buenos frutos: todos ellos trabajadores, generosos, amantes de la tierra que les vio nacer. Sin embargo, echar el telón de una vida como la de esta mujer, larga, emocionante, intensa, provechosa, nos deja un gusto amargo, despertando en muchos de nosotros la sensación de que se cierra una época, la de nuestros abuelos, hombres y mujeres forjados así mismos, que contribuyeron a construir un mundo que se extingue al ritmo que los perdemos a ellos. Queda en nuestras manos mantener viva su memoria, una memoria que es la historia de la tierra que pisamos. 



Carteros rurales y solidaridad vecinal.


Ayer, día 31 de octubre, el alcalde de Quirós, Rodrigo Suárez, acompañado por la Teniente Alcalde, los portavoces del grupo socialista y popular en el Ayuntamiento, Jose Prieto y Nati Fernández respectivamente y Roberto F. Osorio, cronista oficial del concejo y promotor de la idea, y Alva directora del MEQ en calidad de técnico del Ayuntamiento y yo misma, entregaron las Medallas de Oro de Quirós en un acto individual, entrañable y familiar que ya se había pospuesto dos veces y que fue muy diferente al acto inicialmente programado desde el Ayuntamiento, acto que no pudo celebrarse por obvias razones sanitarias. Recibieron su homenaje: un oficio, los carteros rurales, representados en este caso por Pepe Veiga (28 años de servicio), Teresa Alvarez, la de Pontonga y Jaime Menéndez y la solidaridad vecinal encarnada en Nicanor Alvarez, Canor el de la Senra, todos ellos por su servicio y su trabajo en favor de la comunidad. 


Un acto marcado por la pandemia y con un punto pintoresco y original pues se realizó en el exterior de los domicilios de los homenajeados gracias a la climatología que acompañó, domicilios a los que, en este caso, se desplazaron los políticos. No fue el Ayuntamiento, la casa de todos, quien acogió en un acto que habría sido mucho más solemne y formal y donde el Salón de Plenos, o la Casa de la Cultura como estaba previsto en este caso, hubiera acogido a homenajeados y familia junto con numeroso público, sino las casas de los homenajeados en un ejemplo más de que las cosas están cambiando. La mañana estuvo plagada de anécdotas, algunas protagonizadas por los concejales quirosanos, como Claudina Suárez, también cartera que entregó su diploma a Teresa Alvarez, o Jose Prieto, concejal socialista, que siendo neno ayudaba a Jaime Menéndez a repartir el correo en Cortes y que recibía como recompensa, el y los demás, una invitación a un refresco al final del curso. “Aquello sí que era luchar” apunta Jaime el cartero, responsable del reparto en la zona de Cortes en un tiempo donde no había carretera y sí una valija llena de cartas con noticias, alegres o dolorosas, que muchas veces llegaban allende los mares. “Correo y medicamentos era lo que llevábamos, la farmacia tenía lo que tenía, lo encargaba y lo acercábamos al día siguiente”, cuenta Menéndez, con treinta años de servicio a sus espaldas, de un tiempo en el que hubo hasta siete carteros en Quirós, “siete carteros, un empleado en la oficina y otra oficina en Pontonga para esa zona del Valle. El correo llegaba en el coche de línea, creo recordar que el de La Agüeras ya quedaba allí y luego desde Bárzana se repartía.” Cuenta también que una vez en Llanuces metió un telegrama por debajo de la puerta “era la cancelación de una cita médica y el destinatario no supo lo que era aquel papeluco y se presentó en el médico para sorpresa de este”. 




Pero si hubo un momento de emoción fue la entrega de la Medalla a Canor el de la Senra, acompañado por los suyos, un hijo y su familia por videollamada desde Madrid, que la recibió con muchísima humildad. “He estado pensando de dónde nace mi espíritu de colaboración y quiero decir que ha habido tres épocas que marcan mi vida. La primera es después de la guerra, siendo un chiquillo. Había muchas mujeres solas, familias muy grandes, todos teníamos que ayudar. La segunda, el tiempo que anduve con camiones, no había ni ruedas, todo era muy precario, había que colaborar unos con otros y la última, el tiempo que estuve transportando a niños con necesidades especiales en Mieres, esos ocho años me marcaron mucho, pero nunca pensé en tener un premio porque lo que hacía me lo mandaba el corazón.” Sin embargo, es la Noche de Reyes lo que enorgullece a este hombre de 87 años que nació en Santa Marina, el es el responsable de conducir la estrella de los Magos hasta la llegada de estos “es un lujo ver como cambian las caras de los nenos: asombro, alegría, miedo y picardía, todos los sentimientos. Padres con críos que primero fueron niños y a los que la estrella sigue iluminando sus caras”. Canor el de la Senra no sabe cuántas veces se levantó de la mesa para hinchar la bici de un chiquillo, pero está feliz porque “no me salía estar a la mesa cuando el neno esperaba por mí, sobre todo, cuando sabes que es su momento para disfrutar, no podía hacerles esperar”. Hoy reflexiona sobre la herencia que le ha dejado a los que viene detrás y da las gracias a Mari, su esposa, porque nunca “me quitó de echar una mano”. Queda pendiente la entrega de tres medallas: a Paulino Arias y Lucinda Fidalgo, del Bar Nuevo que por razones personales rehusaron hacerlo ese día por motivos personales y a Laudelina Alvarez, cartera rural, que se encuentra en Oviedo no pudiendo desplazarse debido a las restricciones de movilidad vigentes, así como la entrega de distintos diplomas a las familias de los carteros rurales que ya forman parte de la historia del concejo y que han fallecido.




Habría pagado por recorrer esa mañana parte del concejo: de Veiga a Bárzana, de casa de Jaime a casa de Canor y de Bárzana a Pontonga donde una mujer menuda, de voz potente y firme, a punto sus ojos de completar un siglo, nos recibió agradecida y acogedora, tal cual son sus sobrinas, en especial Isabel, una de las mujeres que conozco qué más paz transmiten. Pepe Veiga y Carmen, su mujer, son una de las parejas más longevas del concejo, siempre están para todo y siempre con buen humor. Jaime que ha superado esta pandemia con nota, es un hombre conversador y consecuente con sus principios y su vida, sus hijas, Cristina y Margarita y sus cinco nietos varones, le acompañan y están siempre pendientes de él, viudo desde hace unos años. Canor, qué voy a decir de Canor, una de las personas más entrañables que conozco junto a Mary siempre con una sonrisa y Teresina que, coqueta, no quiere hablar de cumplir años, qué cosas. Qué cosas más guapas me pasan y qué bien poder contarlas. La historia de un concejo la escriben estos hombres y mujeres, testigos de un tiempo que no volverá y que hay que reinventar. Admiro desde siempre el oficio de cartero, un oficio llamado a extinguirse por el avance de la tecnología y la digitalización de las comunicaciones, pero quién no abre su buzón con la esperanza de recibir unas letras de una persona querida... yo no pierdo las ganas de escribir a mano noticias amables que lleguen muy lejos...