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domingo, 27 de septiembre de 2020

Diamantina Rodríguez, un siglo de tonada asturiana en femenino.



El pasado 14 de Setiembre Diamantina Rodríguez cumplió 100 años. La que es una de las figuras más queridas y reconocidas de la tonada asturiana vio la luz en Vil.laxime, Quirós. Cumplidos los cien años con alguna neblina en la memoria pero con una actitud vital fantástica, tal como pudimos comprobar en la residencia de mayores dónde vive y dónde la visitamos el pasado día 26, descansa alejada de los escenarios y los medios, regalando sonrisas generosas y miradas llenas de luz que llenan su cara, una cara que no delata, para nada, su edad centenaria. Diamantina que comenzó a cantar siendo una niña e hizo una carrera musical de trayectoria envidiable para muchos, recibe estos días homenajes llenos de cariño. La quirosana que abrió la puerta grande del mundo de la tonada a la mujer, dándoles su lugar, es hoy un referente para las nuevas voces femeninas de este ámbito artístico. En el prólogo del libro “Diamantina Rodríguez. Memoria de un tiempo de la canción asturiana” cuyo autor es Xaime Arias y que recoge una amplia biografía de la quirosana de imprescindible lectura para acercarse a su figura, trabajo y trayectoria, Ismael Arias resume lo que esta intérprete significó para su tiempo destacando, entre otras, su capacidad para arriesgarse, afrontando un repertorio muchas veces nuevo y, otras, enriquecido con la presencia del piano o de los ritmos de panderu, atreviéndose con composiciones propias para convertirse en la gran voz femenina de su tiempo -“un tiempo en el que la sola presencia femenina ya era por sí innovadora” y sin alejarse de lo mejor de la tradición asturiana. Dos de las voces femeninas actuales más importantes del panorama artístico se suman a ese reconocimiento público y merecido. Así Anabel Santiago (Buenos Aires, 1981) la define como “brújula de una generación”. Para Santiago “Diamantina fue, es y seguirá siendo la brújula de toda una generación dedicada y llamada a renovar la canción asturiana. Ella (sin ser consciente en su época) marcó las pautas a seguir para empoderar su figura de cantante aguerrida, carente de prejuicios, luchadora y revitalizadora de un repertorio propio y en otras ocasiones magistralmente elegido (como el Cancionero de la Lírica de Torner o el de Baldomero Fernández) que la convirtió en lo que hoy es. Un referente”. Destaca Anabel Santiago, que fue alumna suya y con la que tuvo la suerte de compartir escenario que “no son pocas las voces que hablan de su fuerza y de su arranque en el pasado glorioso de la mujer diamante. Ella tenía siempre la generosidad por bandera, y así trascendió a las voces que hoy en día la seguimos y divulgamos. Fue para nosotras maestra de vida, de obra y de pensamiento. Su "Arboleda bien plantada" o "A la madre del mineru" quedarán para la posteridad grabadas en el imaginario de tantas discípulas y de tantos cantantes bravíos que las revisitaron en cada canto libre interpretado”. Las palabras de Anabel Santiago recogen el sentimiento de tantos y tantos asturianos amantes del género “tanto Quirós como Mieres, concejo donde vivió casi el resto de su vida, como todos y cada uno de los lugares que sintieron y aplaudieron la voz de oro de la tonada, celebraron el privilegio de contar en vida con una de las grandes leyendas de la tonada asturiana en femenino”. Otra de las voces con más luz y proyección del panorama musical asturiano, Marisa Valle Roso (La Felguera, 1987) se suma también a este homenaje. Valle Roso recuerda con cariño la primera vez que escuchó cantar a Diamantina “tendría unos doce o trece años y estaba descubriendo la asturianada a través de las grabaciones de cintas de casete que Alfredo Canta, mi maestro, me proporcionaba”. Marisa descubrió en esas cintas la voz de Diamantina “allí estaba ella, con su voz desgarradora, potente, con una personalidad que la hacía única”. La neña que se iniciaba en la tonada pasó horas escuchando aquellas interpretaciones “para que no se me escapara ningún detalle, ninguna vueltina, al igual que ella hizo en sus comienzos. “Laves la cara” fue una de las primeras canciones que aprendí de ella, así como “Yo soy una vaqueirina”, porque Diamantina dominaba todos los estilos y géneros, aunque para mí, sin duda, “Arboleda bien plantada” es su canción estrella”. Marisa Valle Roso la define como una mujer valiente e innovadora en su tiempo que “aún adentrada en un género totalmente patriarcal, consiguió tener su lugar y que se la reconociera. Tiene una seguridad en sí misma envidiable. Es simpática y divertida en las distancias cortas y está llena de sabiduría que comparte generosamente con todos los que tenemos la suerte de conocerla”.



sábado, 19 de septiembre de 2020

Formas de perderse.



Existen muchas formas de perderse. Cuando yo era pequeña, mi amiga Argentina y yo nos perdimos en la Feria de Muestras. No sé muy bien lo que pasó, tendríamos 9 y 10 años respectivamente y nos despistamos de nuestros padres y hermanos. Nunca me ha gustado la Feria de Muestras de Gijón me parece un despropósito, quizás si vas con un objetivo puede que tenga sentido, si no, me parece de esas citas estivales totalmente prescindibles, quizás la razón sea que me perdí allí aquel verano de los años ochenta. Nunca lo había pensado. Quién sabe. El caso es que nosotras nos perdimos y ni cortas ni perezosas salimos de la Feria y volvimos a casa. La verdad es que sería idea de Argentina que siempre fue mucho mas espabilada que yo. Salimos de la Feria y nos dirigimos al sitio que consideramos casa que ni siquiera era realmente nuestra casa, el piso de veraneo de su familia donde la mía estaba pasando unos días, así en plan comuna o tribu que me gusta mucho mas. Nuestras madres se conocieron llevándonos al colegio y tuvimos una larguísima amistad que ahora no tiene la misma intensidad pero que para mi tiene idéntico significado. Fuimos juntas al colegio, al instituto y a la Facultad de Derecho. Lo dicho yo un año por delante, pero ella infinitamente mas resuelta un año despues por edad no por inteligencia o capacidad. Argentina fue la típica niña que hoy tendría una adaptación curricular para pasar de curso. Por cierto, no somos primas, solo amigas. Genti si lo lees un besazo. Bueno esta no es la historia que quiero contar. Cómo se nos ocurrió salir de la Feria e ir a casa de la prima de su padre que estaba relativamente cerca? Ni idea, pero nuestros padres nos encontraron allí sanas y salvas. Y cómo se les ocurrió a nuestros padres r a buscarnos allí y no llamar a los municipales? Ni idea. En algún momento despues de anunciarnos por megafonía se dieron cuenta que a la cabeza pensante del dúo se le ocurriría ir a casa de Mariluz. No nos pasó nada, fuimos por la calle, Piles abajo dirección a la playa, en el Gijón bullicioso de los años ochenta, dos enanas de 9 y 10 años y no nos pasó nada. Muchas veces recordamos la anécdota, mientras salíamos por la puerta de la Feria los altavoces reclamaban a dos niñas perdidas confundiendo nuestras edades, nosotras no lo escuchamos pero esta confusión quedó para nuestra historia. Este verano en Parque Principado un niño cercano a mí se perdió. El que es un niño muy templado que aparentemente no pierde los nervios, lo tuvo mucho mas fácil. Se dirigió a un guardia de seguridad le dio el número de teléfono de su madre y en pocos minutos su madre se acercó a recogerlo. Este peque no tiene móvil propio, es muy pequeño aún, pero si lo hubiera tenido habría sido infinitamente aún mas sencillo. 


Lola se perdió la semana pasada en la mortera. Lola es mi perra (para los que no lo sabéis). Somos una sola. Perder a Lola al atardecer en la mortera me ponía las cosas un poco cuesta arriba. La vi entre los felechales, pero como es muy bajita al momento dejé de verla. Dejar a Lola a dormir al raso era cuando menos peligroso, dada su edad, este mes cumple quince años y los achaques de ancianidad que la acechan suponía exponerla a un riesgo innecesario. Sin embargo, fijaros que en ningún momento pensé en que no iba a aparecer, en primer lugar porque tengo una confianza ciega en ella y en segundo lugar, porque aquí la conoce todo el mundo, o sea, alguien la encontraría y me la haría llegar. El caso es que siguiendo su instinto, y como ta ocurrió otras veces, pensé que iría a casa. En ese momento nuestra casa era el coche, así que me dirigí hasta el sin tener en cuenta que yo iba a llegar mucho mas rápido de lo que lo haría ella. Y no, no estaba en el aparcamiento, y ahí me entró un poco de pánico escénico así que cogí el coche y fui hasta el último lugar donde nos habíamos visto para reconducir la búsqueda. No hizo falta, a medio camino, a la velocidad que le permiten sus patitas y arrastrando la pila de sabiduría y senectud que lleva encima, eso sí muy pizpireta, como es ella, me la encontré yendo a casa. Me bajé del coche, la cogí en brazos y le dije "sabía que harías esto". Entre el día de Gijón y el de la mortera del Teixu hay infinidad de pérdidas mas, todas las veces con final feliz, y todas, Bea, o sea, yo y Lola volvimos a casa. Desde marzo a mayo estuvimos perdidas en una nebulosa intensa y asfixiante. De mayo a hoy nos hemos perdido en el bosque de sentimientos que supone volver a las raices, al origen, a la esencia. Volver a intentar encontrarnos a nosotras mismas y con ello ser felices. Así que, si nos buscáis seguro que nos encontrais no muy lejos de nuestro refugio, de nuestro hogar, en la montaña, en Salceo, en algún camino de Quirós, en definitiva, en casa.