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lunes, 14 de enero de 2013

In Memoriam

La semana pasada estuve en dos funerales. Una llega a una edad en la que cada vez se hacen más habituales. Fueron dos abuelos y ambos pasaban de 90 años. La semana anterior, una chica de 35 años, la hermana de un amigo. En el verano fue la hija de una amiga muy querida la que partió, tenía 9 años. Sinceramente no tenía que estar permitido que la gente se fuera a esas edades. La enfermedad o los accidentes son las causas más habituales cuando se trata de gente joven. Los jóvenes nunca se mueren de viejos y, sin embargo, ojalá todos nos muriéramos de viejos, después de un camino largo y feliz, con más o menos curvas, con la llegada a meta en su momento exacto, en el instante en el que está previsto que el reloj se pare para nosotros, para cada uno de nosotros, ni un minuto antes, ni uno tarde. La muerte es la esencia misma de la vida y viceversa. Una no existe sin la otra. Cuando te haces mayor lo entiendes, lo miras de otra forma o, simplemente, lo aceptas. Esto no quita que siempre, siempre te duela la separación de la gente que quieres. No hay muerte que no sea dolorosa.
A mi la muerte me ha mordido fuerte un par de veces, tan fuerte que era increíble. La primera vez, yo medía las cortinas de mi casa, mientras la carretera segaba para siempre la vida de Rafa, la segunda, hace apenas un año, fue la enfermedad la que se llevo a otra persona que era  muy importante para alguien a quién quise mucho en un momento de mi historia. Los dos tenían mi edad.
No quiero ponerme triste, sólo quiero hacer mención al homenaje que recibió uno de los fallecidos de la semana pasada. Fue tan bonitoooo, que creo que merece ser plasmado por escrito.
Muchas veces pienso que es una faena no poder presenciar tu propio entierro. Ver que dice de ti la gente, quienes son sinceros de verdad, quienes faltan, quienes están, quienes aprovechan ese último momento para reconciliarse contigo o con ellos mismos... Siempre he pensado que es muy importante que la persona que habla en tu despedida te conozca. No se puede hablar de alguien ni bien, ni mal si no lo conoces, si no has tenido trato con él.
En este caso, el sacerdote tenía relación personal con el fallecido. Lo importante aquí no es el acto en sí de la Misa funeral, si fue una despedida civil o religiosa, sino lo que dijo de él. Y fue una homilía preciosa, una homilía que me hizo descubrir a una persona diferente a la que yo había conocido y tratado.
El sacerdote glosó la figura de Luis con cuatro ideas: afabilidad, afán de conocimiento, amor por la tierra y trabajo.
Dijo que Luis era una persona alegre y afable que siempre te saludaba con una sonrisa. ¡Qué fácil es regalar sonrisas! son gratis y además, son una sorpresa para el que las recibe. La sonrisa supone ir de frente, ir de cara, no hay nadie que sonría de soslayo a otra persona, no se puede. Se puede sonreír levemente, se puede sonreír abiertamente, amargamente, puede que el porvenir te sonría, que la vida te sonría, pero, no hay posibilidad de no dar la cara cuando sonríes a otra persona. Yo que ando siempre encabronada y quemadísima, sobre todo últimamente, me he propuesto para este año, regalar sonrisas, prodigarme en ellas, aburrir sonriendo. Y reír, reír fuerte y con ganas, vaciarme riendo, llorar de risa, disfrutar de la risa de los demás. Si tengo que aportar algo bueno a la vida que sean mi risa y mi sonrisa.
En segundo lugar, dijo que a Luis era fácil encontrarlo en la Biblioteca Pública pues era un hombre con un profundo deseo de conocimiento. Era una persona a la que le gustaba saber y para ello preguntaba. Y digo yo: hay que preguntar, preguntar sin pudor, ni vergüenza.
Si quieres saber algo, pregunta.
Si tienes una duda, pregunta.
Si no sabes hacer algo, pregunta.
Si no lo entiendes, pide que te lo repitan.
Siempre habrá alguien, más sabio, más preparado o más espabilado que pueda y quiera ayudarte.
El mejor amigo del hombre (y de la mujer) es el perro sin duda, lo digo por experiencia propia y ajena, pero yo añadiría que junto al perro hay que colocar al diccionario. Un animal y un objeto, igual no es una comparación muy justa.
Quizás es un poco tópico, pero hay que leer más, informarse más, leer periódicos, leer revistas, novelas, la enciclopedia, lo que sea. Yo diría que hay que leer y viajar, pero en caso de no poder hacer lo segundo, no dejar de hacer lo primero. A mi me entristece no poder leer al ritmo que quisiera, por ello otro de mis propósitos para este año es disfrutar de lo que lea y no agobiarme por no poder leer todo lo que quiera.
En tercer lugar el sacerdote dijo que Luis era un persona aferrada a la tierrina, que amaba a su pueblo, al que acudía con frecuencia. No era raro verle con la maletuca cuando iba o venía de visitar el terruño, doy fe de ello. Esto tienes que mamarlo. Amas la tierra si te enseñan a ello, si no es así, no hay nada que hacer. Si alguien en algún momento de tu vida te enseño lo importante que es tener un lugar al que volver o al que huir, o en el que refugiarte, estás de suerte. Los que me conocéis, sabéis que yo lo tengo, que me gusta compartirlo, pero que también me gusta disfrutarlo en soledad.  Un lugar donde disfrutar del silencio de los días de invierno, la montaña, la lluvia, la nieve que quiere y no puede y, de repente, ... un buen libro, una copa de vino, la chimenea encendida y, ya no importa, que hoy sea lunes otra vez. También sé que cuando la vida golpea fuerte, siempre, siempre tienes que tener un proyecto, un proyecto que te una a la tierra, que te aferre a lo que amas, un proyecto que te devuelva la perspectiva.
Por último, Luis y Angeles, su mujer, trabajaron mucho. Trabajaron para sacar adelante a su familia, a sus hijos, trabajaron en unas condiciones que seguro eran peores que las de ahora. Los que somos de pueblo, sabemos que hace no tanto no había luz, ni agua en las casas. Los niños compartían cama, no habitación. Las mujeres iban a lavar a los lavaderos, las manos enrojecidas del jabón y del agua fría, friísima. Los hombres caminando horas y horas para ir a ganar el jornal... Todos esos sacrificios que hicieron nuestros abuelos o nuestros padres, todo lo que trabajaron, todo por lo que lucharon que está hoy en entredicho... No conozco muy bien cuales fueron las circunstancias concretas de esta pareja, pero seguro que no fueron muy diferentes de las de tantos otros. El trabajo que no sé si dignifica o no, pero que es tan necesario y que hoy nos hace tanta falta.
Voy a acabar, seguro que Luis no sabrá nunca que ha sido el protagonista de una entrada del blog, bueno Luis ha sido la excusa. Que sepáis que cuando yo me vaya quiero que el que me despida, se lo curre como se lo curro este hombre para despedir a su amigo, gracias a Dios, sé que habrá más de uno que pueda hablar bien de mi (bien o mal, lo importante es que alguien sea capaz de hacerlo)
Besos para todos



P.D. In Memoriam de Eva G. (y de todos los que nos dejaron demasiado pronto)