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lunes, 29 de septiembre de 2014

Lola.


Nunca pensé compartir mi vida con una peluda compañera de cuatro patas y, en febrero, hará ya nueve años que lo estoy haciendo. Lola, que hoy precisamente hace nueve, llegó a mi vida en el 2006, tenía cuatro meses y medio, y fue presentada en sociedad en mi 36 cumpleaños. Aquella fiesta fue un caos, como casi todo en mi vida (menos mi trabajo afortunadamente, aunque a veces lo parezca) En mi piso nos reunimos para conocer a la perrina y celebrar mi cumple casi cuarenta personas, de hecho, ella huyó del barullo de niños y mayores y encontró su refugio debajo de mi cama.  "Dónde me he metido" pensó. Desde aquel día hasta hoy, han pasado muchas cosas, casi todas buenas, aunque he de reconocer que me ha metido en algunos líos y que si no fuera por el amor que le tengo, la habría matado hace tiempo. Tiene los ojos más bonitos del mundo y con esa mirada me desarma, así que, es bastante complicado mantener el enfado. Le gustan los niños como a mí y tiene mi mismo mal café. Creo que es verdad que los perros se parecen a sus dueños o ¿serán los dueños a los perros?
En estos años juntas, ella ha templado mi carácter y no al revés (que es como debería haber sido, creo, ¿no?)
Si quieres saber lo que es la lealtad, pon un@ perr@ en tu vida.
Si quieres saber lo que es "ser incondicional", pon un@ perr@ en tu vida.
Si quieres poner a prueba tu paciencia, pon un@ perr@en tu vida.
Pero, lo más importante, si quieres ver como alguien cree, confía y espera en ti sobre todas las cosas, pon un@ perr@ en tu vida. Y si es hembra mejor que mejor. Es la relación "personal" (en el sentido de que compartimos espacio vital) más duradera que he tenido y si obviamos que no pone pasta para los gastos, ni colabora en las tareas, es la mejor compañera de piso. Bastante más ordenada que yo e incluso menos ruidosa aunque hace unos años para matar el aburrimiento se dedicará a mover muebles cuando yo no estaba. Siempre acepta lo que le propones hacer como el mejor plan. Nunca se queja del menú y no se pelea por el mando de la tele (di tú que eso del mando en mi casa no es problema pues nunca sabemos donde está) Si no fuera por ella, mis fines de semana se habrían convertido en encierros voluntarios rodeada de libros, sin contacto con nadie. Y ella en las tardes de invierno de domingo espera fielmente a los pies de la cama a que yo acabe de leer la novela de turno y nunca, nunca me inquiere, ni me exige cambiar de planes en el último momento. Mi compromiso con Quirós, también pasa por su existencia, ya que como había que llevarla al monte... pues hagamos algo allí. Puedo afirmar que mi existencia cambió con ella. Incluso podría decir que no entiendo mi vida sin ella.
¿La vida, mi vida, debería de haber sido de otra forma? Si, seguramente sí, de hecho Lola no estaba prevista, pero como no lo ha sido y me gusta el devenir que ha tomado, hoy soplaré las velas por Lola y como deseo, pediré un puñado de años más para compartir juntas con salud y calidad de vida, porque los perros también se merecen una buena vejez y en ello estamos. También pediré que cuando llegue la hora no me pueda el egoísmo y la deje marchar en paz al "cielo de perros", sólo al de perros porque sí fuera al de "perros y gatos" tendríamos un problema.
Felicidades Lola, me haces muy feliz, espero que tú también lo sientas así.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Mi abuela Rosario



No conocí a mi abuela Rosario, la madre de mi padre. Murió cuando yo tenía ¿seis años? Sí, puede ser, seis años y medio. Se fue el 11 de agosto del año siguiente a que lo hiciera mi abuelo Ludivino, cuando las labores del verano en la aldea habían bajado el ritmo para coger otro, realmente nunca lo bajan del todo. Mientras la gente esperaba ansiosa la llegada de Alba, la fiesta de Salcedo, una de las más importantes de Quirós, mi hermano y yo esperábamos, jugando en la antojana, la muerte de mi abuela. Ella se decidió a partir una vez que la yerba estaba toda metida para interferir lo menos posible en el devenir diario y no dar quehacer a sus hijos, quizás pensó primero en el trabajo extra que estaba dando a sus hijas, tampoco era tan raro. Un velatorio de los de antes era una historia, hoy sería una aventura. Qué costumbres aquellas, tener dos días al difunto en la sala, en la cocina o en la habitación, en una casa de pueblo, pequeña y humilde en la mayoría de los casos, recibiendo a la gente en fila, primero, los siete hijas e hijos y los seis yernos y nueras, mi tía Domitila ya estaba viuda, los nietos y nietas. Dando café y bebiendo sol y sombra, atendiendo a la gente y rezando el rosario. Cómo han cambiado algunas cosas, quién iba a decirles a nuestros muertos que saldrían dos días antes de su casa camino del cementerio para estar metidos en una sala a buena temperatura de conservación, alejados con anticipación y precipitación de sus lugares íntimos y propios, en un previo a ser enterrados o, actualmente, incinerados. Compartiendo duelos en la cafetería del tanatorio por hijos y parejas, abuelos y amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Todos los dolientes juntos sin relación ni concierto alguno. "Todos mecidos" Mezclados unos con otros.
Me acuerdo del velatorio de mi abuela, no sólo por lo que me hayan contado, sino por mi misma. Puedo decir que junto a una débil imagen que tiene que ver con mi abuelo, éstas son los memorias más antiguas que conservo. Y es que aquel día vi llorar a mi padre por primera vez. Aquel hombre, que pasados los cuarenta, lloraba sin consuelo por que perdía a su madre. Dicen que cuando esto ocurre, cuando perdemos a nuestros padres, se hacen patentes nuestra soledad en el mundo y nuestra finitud como personas. Estás solo, ya para siempre solo. De repente, los cimientos del edificio sobre los que has asentado tu vida empiezan a tambalearse. La certeza de que ellos están ahí se acaba bruscamente. Pierdes su voz y su olor, su consejo y su presencia, para siempre. Yo no puedo pensarlo, los tengo a los dos, no quiero hacerlo. Ya lo pensaré cuando se acerque el tiempo, sólo espero que la ausencia me encuentre preparada.
Volviendo a mi abuela, sé muy pocas cosas de ella. Prácticamente nada de su ser como madre, ni como esposa, y menos aún de su ser como persona. No son muy habladores los de esta familia, menos mal que yo en eso he salido a la de mi madre. Sin embargo, si pienso todo lo que he ido oyendo durante estas casi cuatro décadas reconozco que acumulo un puñado de recuerdos, meras anécdotas que me han ido contando. Nada que sea realmente importante. No fue a la boda de mis padres, cosa que a mi todavía hoy me resulta imposible de entender. Siempre han echado la culpa a los medios de transporte y a las malas vías de comunicación. Puede ser una buena excusa, se mareaba tremendamente (también lo hacían mis tías y no por ello dejaban de montarse en coche), pero a mi no me convencería que mi suegra no viniera a la boda (jajaja) Por eso mi padre llevo de madrina de boda a su sobrina Beatriz y en la foto donde están los novios con sus padres se puso mi tía Maruja, que por cierto, también se llamaba Beatriz (ya, ya sé lo que estáis pensando, "esta Bea, que quiere ser cebolla en todos los guisos se coló en la boda de sus padres al menos nominalmente" el caso es que cuando yo nací mis padres, nublados los sentidos por la emoción del primer hijo y como no me habían elegido nombre, me pusieron Beatriz porque no había ninguna en la familia, pero esa es otra historia pues tenemos tres Beatrices, tres Rosarios, dos Julios, dos Nicanores, dos Ludivinos, vamos un derroche de imaginación lo de la familia Álvarez Álvarez).
Sin embargo, si vino a conocerme cuando nací y me trajo una "pita" que mi madre recién parida colocó en la ventana de la cocina y se le cayó al patio de luces. Es un poco extraño priorizar el nacimiento de una nieta a la boda de un hijo, pero bueno ella sabría, a lo mejor quería compensar la ausencia en la boda. Sé también que tuvo una relación correcta con mi madre una chica de Oviedo de veintipocos años que se metía en la casa de una mujer que podía ser su abuela y que era su suegra. ¿Qué pensaría mi madre en una aldea asturiana a principios de los setenta sin agua, sin luz, sin baño, con la única posibilidad de llegar a pie o a caballo? Una sociedad que tenía una atmósfera totalmente diferente a la de ella y su familia. Un mundo de bacinillas y palanganas, de lecheras para ir a por agua a la fuente. Tuvo que ser un tremendo contraste, ¿un shock quizás? Enseguida le regaló mi madre dos nietos, una niño y un niña, mi hermano y yo, que vinimos a perturbar la paz de un gallinero en el que hacia tiempo que no había pitinos, "les pites de mi güela" vivían estresadas cada vez que nosotros aparecíamos y ese estrés postraumático traía cola.
La verdad es que no puedo contar muchas más cosas. No sé en qué creía, ni con qué soñaba. No se sí fue feliz, aunque creo que la vida no la trato mal del todo. Sí, sé que le gustaba el melocotón en almíbar, siempre tenía un bote sin abrir sobre el mueble en la despensa junto a la enorme masera que, en aquellos días, era imprescindible en todas las casas. La veo sentada en su silla de anea en la galería desde donde alcanzaba a ver los límites de lo que era su universo, un universo que se extinguía al tiempo que su salud y su vida, a punto de dar un giro de 180 grados, un mundo en marcha hacia adelante sin retorno. Hay otra escena en mi memoria, de Almodóvar total, que tiene que ver con ella, muy triste y a la vez muy divertida que prometo contar algún día, no hoy, no en esta entrada. La enfermedad de los ancianos y la inocencia de los niños tiene límites difusos. Los niños pueden convertir en juego situaciones que son verdaderamente dramáticas. Es una de las ventajas de la infancia.
Me entristece no tener historia con esta abuela como la tuve con la otra de la que podría escribir un libro. De esta abuela que desconozco tengo el físico, eso le dijo a mi madre la abuela de Feli en el mismo velatorio pero ¿qué hacía yo allí entre los adultos? Puede que simplemente observara guardando todo en algún rincón del desván de mi memoria o que mirara un cuento o los dibujos de un libro infantil. Puede que hiciera de rabiar a mi hermano escupiendo palabras que él desconocía o que simplemente estuviera allí para recoger el aliento de mi abuela y transformarlo en la mujer que soy ahora. Muchas veces pienso en ellos, en mis abuelos de Salcedo ¿qué pensarían de mi? ¿y de nosotros? ¿nos reconocerían? ¿Reconocerían algo más que la silueta de sus montes o los colores de este otoño prematuro, de estas montañas que son mi herencia más valiosa?



domingo, 21 de septiembre de 2014

Y ella estaba en un andén.

Cuando conocí a María yo tenía 26 años, había acabado la carrera de Derecho y andaba perdida e intentando encontrarme, buscando un lugar al que pertenecer y en el que acampar definitivamente. Puedo creer que nunca una inocente invitación a un viaje, una Semana Santa, haya supuesto tanto para alguien. Aquella Pascua cambió mi vida. Yo creo que para bien, aunque sigo siendo una mandona incansable y un poco manipuladora (de verdad, que lo hago sin maldad) Aquella Pascua en Zamora, en aquella ciudad y con aquel silencio, aquella religiosidad que se respira en la calle y, sobre todo, con aquella gente, sí, cambió mi existencia. María tendría unos 19 años y tenía muy clara su opción de futuro. Yo creo que María siempre ha tenido claro lo que quería, sólo que, a veces, es la vida la que decide, o mejor, va descartando opciones que no son las tuyas. Eso pasa un poco con todos. Ella siempre habla de que hicimos juntas un Camino de Emaús, yo no tengo claro si se refiere al que hicimos en Zamora, en Salamanca, en Oviedo o al que hemos ido haciendo juntas a lo largo de estos ya dieciocho años de amistad. Si, María, esto nuestro ya alcanza la mayoría de edad. Una amistad para mi importante, muy importante porque es el nexo con un pasado que fue muy bueno y que viví en compañía de una gente a la que adore y que hoy ya no están en mi vida, que se extiende a este presente dulce que está viviendo (alegrándome SIEMPRE de su felicidad desde la distancia) y que espero se prolongue en un futuro de luz y de amor, de "hilos rojos" que unen para siempre "miles de fueguinos", de "hilos rojos" que unen en una red infinita todos los corazones de la gente que quiere a María.
Y así, en estos años, seguí el periplo vital de María. De vez en cuando teníamos noticias de ella. María está en Santiago en la Facultad, está en Madrid con las monjas, ha vuelto a Vigo. Y fui viendo como aquella niña tremendamente madura y creativa (cuando alguien habla de creatividad yo siempre pienso "Anda, si conocieran a María") se convertía en una mujer adulta, con los pies en el suelo, que sabía lo que quería y que iba a luchar por conseguirlo. Fue en un viaje a Vigo, otra Semana Santa (su madre decía ayer que igual hacia ya más de 12 años, puede ser) nos abrió su corazón y a mi, personalmente, me ganó para siempre. Me pareció haber entendido mal lo que nos estaba contando, me costó un segundo procesarlo, frené el coche, la miré y le pregunté sí estaba oyendo bien. Si, María no iba a ser monja, se había enamorado y desenamorado. Había decidido abrir los armarios de su casa y vivir libremente. Aquella confesión, en mi Ford fiesta rojo por las calles de Vigo, su ciudad, no cambió para nada nuestra relación, es más, hoy siento que para mi aquel acto de confianza fue uno de los regalos más bonitos que me ha dado la vida. Mira tú qué tontería.
Fue pasando el tiempo y nos seguimos viendo. También en Oviedo, recuerdo un día en el Naranco, hacia un día precioso. Y apareció ADECO. Viajaba todo el tiempo. Iba y venía, me contaba sus proyectos, algunas novedades de su vida y, un buen día, dió el salto a Madrid con lo que aquello suponía de revolución. La última vez que la vi, hasta ayer, fue en el aeropuerto de Barajas. Nosotras habíamos ido a ver a Bruce y como no habíamos podido coincidir, nos fue a despedir al aeropuerto. María es así de generosa. "Yo voy al aeropuerto" Nada, fueron apenas veinte minutos y un café. La vi bien, pero apenas tuvimos tiempo. 
Y esta Navidad, un comentario mío en Facebook "Acabo de recibir mi primer regalo de Reyes" me trajó por whastapp el segundo (ay, las redes sociales) "Voy a ser madre" Joder, eso si que era un regalo y yo venga a llorar de la emoción. Hay gente que es un puñado de nervios, yo soy un puñado de emociones dispuestas a llevarse por delante las barreras de un dique y a derramarse inundándolo todo. "Nada, voy a ser madre y nos casamos en setiembre, tienes que venir" y desde aquel día hasta hoy. Celebrar el amor siempre es bonito, celebrarlo con la familia y los amigos, tus maestras del colegio y tus compañeros del trabajo, tus vecinos. Yo ayer viví eso: la celebración del amor en toda su extensión, vi a unos padres felices de la felicidad de sus hijas, anchos con el pequeño gran regalo que es Marcel, unos padres que por encima de todo quieren a sus hijas como las mujeres únicas que son.
María es una mujer espectacular, es calidad, es excelencia, es PERSONA. María es María. Ten cuidado que no se crucé en tu vida porque te enganchará. Creo que nunca le he visto una mala cara, ni cuando teníamos que programar, preparar y evaluar algún encuentro, en ese momento era la primera y la mejor. Ha hecho una travesía larga, no sé sí difícil, pero valiente, con amor, respeto y tolerancia. "Si quieres conseguir algo, visualizalo" Suscribo cada palabra de las que dijeron ayer de ella. Fue tierra buena y dió fruto, los frutos que alimentan nuestra relación, nuestra amistad y su vida.
Y respecto a Sonia sólo puedo decir lo que me contó la primera vez que hablamos de ella. Me dijo que ella estaba en un andén, esperándola y la encontró. Hay muy pocas personas capaces de ver que la persona que está allí, en ese lugar y no en otro, ese instante y no otro, es el amor de tu vida. En un andén o en una parada de autobús, en una biblioteca o en un semáforo, en la presentación de un libro o en una romería. El amor está en todas partes porque efectivamente está, esperando que lo tomes o lo respires, que te atrevas y te embarques en la complicada y maravillosa aventura que es amar. María se lanzó como lo hace siempre si cree que merece la pena y hoy estoy en Vigo con un tremendo resacón de aguardiente de emociones. Deseando volver a vernos, para que me cuentes todo, cada detalle, pues seguramente una boda no es ni el lugar, ni el momento. Habrá tiempo María, que esto nuestro seguirá para siempre. Te quiero y quiero a Sonia y a Marcel por lo que son. Nos vemos en el camino.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Setenta veces siete

"Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:
- Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?
- No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete - le contestó Jesús." Mt. 18, 21-22


Se ven casi cada día. Ella trabaja en la biblioteca en la que él remata su tesis. Se miran e intercambian sonrisas, apenas hablan. Ella ha aprendido a hacerlo hacía adentro por su oficio, el hablar digo, de forma que son sus ojos los que lo dicen todo. El silencio instalado entre ambos no es problema para decirse cosas y se dicen muchas, más de las que parece. Se saludan y le entrega los libros que lleva semanas esperando. Algunas veces ella los saca con su propio carnet e incluso los esconde en las estanterías. En un par de ocasiones, ha mentido a quién los buscaba, reservándolos para el ladrón de su silencio. Y es que él sin saberlo, le ha robado la palabra y ella cuando lo ve siente un dolor tan grande y tan adentro que no sabe si es real o literario. Y así pasan los días, las semanas, los meses y ninguno de los dos propone nada al otro. Tienen mil cosas en común, pero una sombra amenaza su historia que no acaba de empezar. Y es que siempre hay una sombra cuando se tienen ya dos veces veinte años. Un novio al que no quieres pero no sabes como dejar o una ex mujer que se ha propuesto amargarte la existencia, una historia muerta a la que no te atreves a poner fin, una madre o un hijo. Frenos verdaderos o falsos que nos impiden avanzar, límites que nos ponemos nosotros mismos, excusas. También existen sombras entre los que llevan muchos años juntos: la enfermedad o el hastío, la misma vejez o el cansancio acumulado. Son sólo sombras, sin embargo, como de la de uno mismo, no se pude escapar de ellas. 
Y pasa un día más, otro, y ella piensa lo fácil que era todo cuando tenían veinte años y como se empeñaban en estropearlo. Qué difícil ahora, pasados los cuarenta a pesar de tener la libertad que no tenían entonces, ni siquiera para saber lo que verdaderamente querían. Y al darle los libros ella le dice al mirarle lo que no se atreve de palabra. "Pídeme algo, lo que sea. Una cita o mi teléfono, que te pase los folios en los que estás trabajando o que los lea. Invítame a salir o a ir a ver esa película que no quieres ver sólo porque tienes tantas ganas de compartirla con alguien, invítame a un helado o recomiendame un libro, pero háblame y hazlo pronto. Háblame de ti, de lo que quieres y de lo que te gusta, de lo que te preocupa y de lo que temes, del miedo que te paraliza y de la pena que llevas dentro. Y te lo daré todo, lo que me pidas. Te daré mis ojos para que  tengas una visión distinta de las cosas. Te daré mis manos que construirán con las tuyas tus sueños y los míos. Te daré mi voz para gritar contigo y para ser tu eco. Te daré mi boca y mis labios, mi lengua y mi aliento. Te daré mi oído para escuchar mejor lo que nos digan y mi olfato para huir de las traiciones y de las trampas. Te daré mi alma si la quieres. Y te daré mi piel para que sean tus manos quien la curtan. Seré la pieza que completa tu puzzle. Estoy aquí esperándote, y puede que esté para siempre, pero puede que no".
Y él roza con sus dedos sin querer sus manos y al mirarla sus ojos de animal dolido le dicen cosas que ella sabe y que quisiera no saber. "No puedo, no estoy preparado. Me han herido el cuerpo y el espíritu mismo. Mi corazón no manda más. Este dolor me puede y me desgarra. Quisiera hacerlo, quisiera poder cogerte de la mano y contar contigo las estrellas. Perder el tiempo mirando el perfil de las montañas o mirar tu cara iluminada por la luna. Coleccionar puestas de sol y amaneceres. Quisiera ser tu hombre y tu amante, tu compañero y completarte yo también. Sé que lo que me ofreces es auténtico, pero me faltan fuerzas y sólo con tus ganas no podemos".
Pero él sonríe, y en cada sonrisa pura y franca le hace una ofrenda de futuro. Con cada sonrisa verdadera, ella va conociéndole mejor y él va perdiendo las capas con que ha escondido sus heridas. Y, poco a poco, uno gana terreno al otro, ambos a la vez y recíprocamente. Sin apenas darse cuenta, se ganan el uno al otro y así va cuajándose su historia.
Y un día a la salida de la biblioteca mientras ella se despide de sus compañeros, lo ve y está esperándola. Y entre la niebla, la misma niebla que había nublado sus sentidos situándose entre ambos para separarlos, él la invita al cine. "Reponen Cinema Paradiso, ¿te apetecería verla?" Y ella que ya la ha visto dos veces desde que la han repuesto y prácticamente se la sabe de memoria, le dice que sí y esa noche en el cine cuando ella empiece a llorar al llegar su escena preferida, emocionada con la historia, él la tomará de la mano y ya no la dejará nunca más sola.

¿Cuántas veces puede alguien equivocarse en el amor? ¿cuántas veces ha de intentarlo? Hasta setenta veces siete, pero con acertar una vez, la última, la definitiva, todo el dolor y la pena anteriores tendrán sentido.

 

 

sábado, 13 de septiembre de 2014

l ULTRA TRAIL GÜEYOS DEL DIABLO

El pasado día 13 de setiembre tuvo lugar la I Ultra Trail Güeyos del Diablo, carrera con salida en Bárzana de Quirós y llegada a Pola Lena. Ambos concejos, Quirós y Lena, son los depositarios del tesoro natural que supone el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa. La carrera fue organizada por la Asociación LIQUEN, inmersa en la promoción turística del mencionado Parque Natural, con la colaboración y el apoyo de los dos Ayuntamientos. La organización de una prueba de esta magnitud supone la puesta en marcha de un amplio dispositivo de seguridad que fue llevado a cabo por voluntarios de Protección Civil de Lena y algunos miembros a título personal del Grupo de Montaña Fariñentu. Algunas labores "menores" que no menos importantes, como el avituallamiento, la toma de tiempos y la orientación de los corredores fueron hechas, en la parte del trazado que discurría por Quirós por nuestros vecinos. Manolo, alfarero de Perueño, y Esteban de Tene también hicieron su pequeña gran aportación a la prueba, diseñando y realizando los trofeos que fueron entregados el día 14 en un precioso y emocionante fin de fiesta que tuvo lugar en el polideportivo del colegio Jesús Neira de la Pola. El texto que publicamos es el relato de mi experiencia como voluntaria, perdonadme el apasionamiento, pero es que soy así de tonta.

"Son las 4.00 de la madrugada. Es de noche en Salcedo. Luce una luna en menguante que conserva idéntica luz que la llena de la que acabamos de salir. Parece que el tiempo nos va a respetar. Me despierto antes incluso de que suene la alarma. Hago café y preparo los termos. En otras muchas casas del concejo también comienza la jornada. Nos espera un largo día. Hemos quedado a las 5.30 en Bárzana para cargar el coche. Somos voluntarios en la I Ultra Trail Güeyos del Diablo. En concreto, nosotros formamos el equipo de avituallamiento que estará en Trobaniello, a apenas 15 km desde la salida. Es importante que todo salga bien, en primer lugar por los corredores, auténticos protagonistas de esta épica aventura, pero también por la imagen que de nuestro concejo, Quirós, y de nuestra tierra, Asturias, vamos a darles a ellos, a sus familias y a todos los que van a seguir la carrera. Hay inscritos 111 corredores, 14 son mujeres. Más del 50% de los participantes vienen de fuera de nuestra comunidad. País Vasco y Galicia, Cantabria y Segovia, incluso Mallorca son algunos de los lugares de origen. Tienen que disfrutar e irse contentos. Tienen que querer volver y lo harán gracias a nuestras montañas que les atraparán y al trato que reciban.
La carrera empieza a las 6.30 de la mañana. Nos dan las últimas indicaciones acerca de lectura de chips y control de tiempos. Es el cometido técnico que tenemos, hay que hacerlo correctamente y con seriedad, la prueba es puntuable para la Copa de Asturias de carreras de larga distancia y para poder ir a hacer el Mont Blanc, sueño de muchos de los participantes. Hace unas semanas desconocía la existencia de este tipo de deportistas ¿extremos? y de pruebas, pero la muerte de tres guardias civiles mientras participaban en un rescate en una prueba similar los llevó a primera página. En la salida, un recuerdo emocionado en su memoria. No sé si son extremos, lo que sí sé es que son unos valientes. El recorrido de 77 km, trazado siguiendo las directrices de las autoridades del Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa, y un desnivel acumulado de 10,200 metros con la máxima altitud en la subida a Peña Rueda (2.152m) es sin duda, muy exigente.
En nuestro equipo: Luisa, Bea, Monchu, Claudia, Marimar (que ha venido de Oviedo) y yo misma. Luisa se lía sola, tanto ella como yo estamos metidas en casi todos los saraos, nos da lo mismo la Cabalgata de Reyes que el Carnaval, el amagüestu que la Ultra Trail. A los otros, los he ido liando yo. Les he prometido una experiencia única, ser testigos de un desafío impresionante. La posibilidad de ser útiles para la promoción del concejo (cuánta falta nos hace) y pasar juntos una mañana en uno de los parajes más espectaculares de los montes de la zona. Claudia y yo subimos, por primera vez, a inspeccionar el terreno el día de la Santina y nos encantó. Aquel día a la tremenda inmensidad del paisaje se unió el ambiente que encontramos, pues la serpiente multicolor de la Vuelta a España paraba por nuestros montes. Sin ninguna duda, "Quirós es más" lo mires por donde lo mires.
Tras la salida, vamos a los coches y arrancamos rápidamente. Desde Bárzana nos queda un trecho importante, llegar a Ricao y tomar una pista ganadera que tras 11 km de subida nos llevará a destino. La sucesión de curvas y bosque, miles de fayas, nos engancha. Me pregunto: "¿Y si vemos un oso?" Comienza a amanecer en Trobaniello. Una liebre nos conduce hasta la ermita, jaleada por los ladridos de Lola. La liebre se para y, de vez en cuando, mira para asegurarse que la seguimos. Creo que es la primera vez, también para Lola, que madrugamos tanto para ir al monte.
Trabajamos con diligencia para que todo esté a punto y empiecen a llegar los corredores. Hay tiempo para pelearse con la puerta de la capilla y con el toldo que me han dicho que pongamos. Nada "Tardáis cinco minutos en armarlo", a los diez decidimos que no lo ponemos, no hay quien lo monte y parece que no va a llover. Colocamos fruta y sándwiches como si de un buffet se tratara, metemos las garrafas en la fuente para que el agua esté fresca. Pobres, no van a apreciar nuestras ganas de agradarles, concentrados en lo suyo. Llegan Roberto y Alberto camino de otro punto de la carrera. Alvaro, Auxi, César y Eva están en otro. Pedro de Santa Marina se moverá a lo largo del recorrido. Es muy importante cubrir con gente el mayor número de kilómetros. La ruta está toda marcada, pero si, en algún momento, los corredores tienen dudas, las referencias de los vecinos, conocedores del terreno, son las mejores. En algunos sitios los voluntarios son ganaderos que también han respondido a la solicitud de ayuda. Tomamos café. Bromeamos. Los padres de Marian Zapico Iglesias, una de las corredoras asturianas inscritas, se acercan a animar y espontáneamente nos echan una mano. El ambiente de la carrera se contagia también entre nosotros. Los nervios de los días anteriores se convierten en expectación. En nuestro ánimo un único deseo: la llegada a meta, sanos y salvos, de todos los deportistas que, completen o no los 77 km de la misma, ya han cumplido con su personal reto de participar. Hombres y mujeres, jóvenes en edad y espíritu que aman la montaña y el deporte, se ponen metas e intentan conseguirlas, conocen sus límites e intentan burlarlos, con espíritu de lucha y sacrificio, auténticos modelos para muchos.
Acabamos pronto, prueba superada e increíble el buen humor. Recogemos y a esperar resultados. Aún tenemos que ir a Pola Lena para entregar los lectores y que la organización vaya haciendo sus controles. Ha sido un rato muy divertido y emocionante. También con sorpresas, al menos para mi. ¡Javi yes mundial!
Gracias al casi centenar de corredores de todas las edades, nos han dado un ejemplo de deportividad y comunión con la montaña, de trabajo en equipo y buen humor. Los que competían individualmente formaban equipo unos con otros. El éxito de la carrera sois vosotros.
Gracias a Eva, Teniente-Alcalde del Ayuntamiento de Quirós que siempre se acuerda de mí (de nosotros) para estas embajadas. Vale, es verdad, sabe dónde pica y cuál es la respuesta que va a recibir. Eva, seguimos trabajando y sacaremos adelante lo que nos propongamos.
Gracias a la organización, a la Asociación LIQUEN de Promoción Turística del Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, a Andrés, Elías y Jose que han confiado en nosotros para esta labor, aunque la hazaña es de los deportistas, los voluntarios también somos importantes. Nos lo han ido haciendo saber los corredores antes, durante y despues de la prueba. Todos nos han hecho sentir parte de la carrera, nos han dado las indicaciones necesarias, nos han permitido un margen de actuación y nos ha hecho trabajar a gusto y con responsabilidad. Podéis contar con nosotros para el futuro.
Muchas gracias de verdad por habernos dejado compartir este momento.
Feliz porque con pequeños gestos como el madrugón de hoy se pueden conseguir grandes o pequeñas cosas, también para Quirós."





sábado, 6 de septiembre de 2014

Viaje a Sicilia (II)

Noto, es un pueblo salvado a sí mismo de la "ruina por abandono" y cuya relativa y reciente restauración  le ha devuelto su barroca belleza. Llama la atención la disposición paralela y en distintos planos de sus calles, la orientación sur de todos los edificios importantes, algunos de ellos con balcones profusamente decorados, fieles a su estilo original. El color, la luz y la singularidad de su piedra no dejarán al viajero indiferente, tampoco sus helados (jejeje) gracias a este trabajo bien hecho aunque todavía inconcluso, Noto ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Toco plegar velas y encaminarse a la última etapa de este viaje. Todo lo bueno (y lo malo) tiene un final y las vacaciones tocaban a su fin. Destino: Aggrigento. Al principio me costó un poco dar con mi alojamiento en la ciudad, sin embargo, una vez que llegas ves que el B&B la Terrazza di Montelusa está muy céntrico y bien situado. Aunque al principio el edificio no te dice nada, la placita donde esta enclavada si es un rincón bonito. El interior del hotel, sin embargo, es precioso. Está en una antigua casa familiar. Una herencia supuso que los distintos pisos del mismo fueran a parar a manos de diferentes herederos con distinta visión de las cosas. Así, en la actualidad, en el primer piso hay una especie de albergue juvenil y en los siguientes está el hotel de Francesco. Las vistas del Valle de los Templos desde las terrazas son increíbles. El hotel está lleno de libros y partituras en los lugares comunes, un piano listo para ser tocado, ansioso de serlo y también algún gato (para que negarlo) es de esos sitios en los que te sentirás tan bien que hasta olvidaras la fobia por los gatos. Francesco te recibe en su lugar de trabajo y, sobre su mesa de despacho, plagada de planos y mapas, folletos turísticos y mil recomendaciones, programa tu estancia en la ciudad. Coge un plano, del que te recomiendo no te separes más en los días que te toqué estar allí, y dándole la vuelta hacía a ti (o sea, el mira el plano al revés) lo llena de rayas y círculos indicándote lo que no debes perderte y, lo más importante, la forma en la que debes visitarlo. Es tan vehemente que te convence. Sin duda, el viaje sólo merecería la pena por conocer a este hombre. De esta aventura me llevo la delicada teatralidad de Francesco y sus ganas de que Agrigento te enganche, su verbo acelerado y su mezcla de italiano, inglés y español. Francesco es el perfecto anfitrión de su casa y el perfecto embajador de su ciudad. El mismo me acompaño al coche el día de mi vuelta a España, no sin antes recomendarme que no me perdiera la visita a Monreale, en las afueras de Palermo y que no se porqué razón no había visto mientras duro mi estancia allí. Me acompaño, unos minutos antes llegaba él mismo de la calle con unos cannoli y una tarta de queso espectacular, recién hechos, comprados para agasajar a sus clientes, clientes que dejan de serlo nada más cruzar el umbral de su casa y se convierten en invitados y con un poco de suerte amigos.
Valle de los Templos

No voy a contar aquí adónde hay que ir en Agrigento. El Valle de los Templos es un espectáculo que no debes perderte. Tampoco el Museo Arqueológico, ni la Catedral, aunque está un poco descuidada esa zona, la Iglesia de Santa María dei Greci también es visita obligada. Esto no es una guía, ni tampoco un itinerario, este viaje salió así sin apenas preveerlo, es lo bueno de no ser muy estricto y de tener capacidad de improvisar. Sólo voy a decir una cosa el Pronto Socorro en Agriggento funciona muy bien, son muy eficientes y acogedores pero en el hospital no hay parada de taxis. Me hizo gracia la polémica generada en torno al nuevo HUCA pensando en mi experiencia siciliana. De todas maneras esto se merece un post aparte, lo habrá, lo prometo.
Y vuelta a Palermo, objetivo Monreale. Lo encontré, trabajo me costó. No es lo mejor  que te vas a encontrar, ni la poda de los árboles, ni la señalización de carreteras. Tres veces pasé por delante hasta que di con la señal de dirección a mi último destino. Obligatoria la visita al Duomo y la contemplación de sus mosaicos y la subida a la terraza (yo diría al tejado) para ver el claustro que se esconde tímido de los turistas.
Claustro del Duomo en Monreale

Hay que ir a Sicilia. Hay que ir y volver. Regresar para visitar en Palermo el Teatro Massimo y, sentada en las escaleras principales, ver a Mary, la hija del Padrino, morir como en la tercera película de la saga. Hay que ir y perderse en alguno de los pintorescos mercados como el del Pescado de Catania. Visitar el árbol dedicado al juez Giovanni Falcone asesinado por la mafia en 1992. Volver para encontrarte con Guiseppe, Gabriella y Francesco u otros como ellos con distintos nombres e idénticos motivos que te hagan engancharte de la isla. Alquilar un coche y dejarte llevar por el apresurado conducir de los sicilianos. Parece que no pasamos, pero pasamos. Abrigarse y hacer trekking en el Etna, hay que abrigarse. Descubrir rincones secretos y leyendas que sólo son eso, leyendas. Investigar junto al comisario Montalbano. La dinámica Palermo y la barroca Catania, la plácida Ortigia y la  glamurosa Taormina, la luminosa Noto y la acogedora Aggrigento son suficientes excusas (si es que para viajar se necesita alguna) para querer volver.
Al viajero de Sicilia le gusta todo: la isla y sus playas, el clima y la luz, la comida y los sicilianos. La inmensa historia que encierra y atesora y que te asalta por todas las esquinas. Paisaje y paisanaje son espectaculares. Todo engancha. Creo que me enamore de Sicilia y casi dos años después (a punto de hacerlos) repasando aquel viaje descubro que todavía me dura el enamoramiento. Aflora en días como el de hoy en el que los primeros tonos del otoño, apenas perceptibles, brotan a la vista, trayéndonos el final de este verano inconstante.