Vistas de página en total

domingo, 28 de febrero de 2021

Si tuviera que elegir un día para morirme...


A Rosalía De Castro la recordaba, el pasado fin de semana en RNE, Ángeles Caso en una sección que tiene con Carles Mesa en “No es un día cualquiera”. Mientras ella glosaba la figura de una mujer moderna para su momento, culta, atrevida, que defendió la cultura y su lengua materna... recordaba yo nuestra visita a la Casa de Rosalía, aquellos árboles del jardín tan hermosos pensados para sentarse bajo ellos y leer en esa Galicia generosa llena de gallegas y gallegos hermanos. Esta semana en el Ojo Crítico, tb en RNE recordaban primero a Conchita Quirós, alma de la Librería Cervantes de Oviedo, en su fallecimiento e inmediatamente después, el 184 cumpleaños de Rosalía. El único día que hablé con Conchita, aunque la vi en infinitas ocasiones en su casa donde Claudia y yo conocimos a Laura Castañon (otra mujer que vino para cambiarme la vida) o en La Granja donde colaboraba codo con codo con Chelo Veiga coordinadora de Bibliotecas de Oviedo, presente en infinidad de actos que compartimos, ella protagonista siempre en un segundo plano y yo espectadora, fue en la Biblioteca Pérez de Ayala en Oviedo. Aquel día le conté que mi madre había sido alumna de la suya, porque todo el mundo habla del padre de Conchita, pero su madre fue maestra, librero y maestra, buena combinación, Conchita acompañaba a Ángeles Caso en una presentación de Fulgencio Argüelles. Sonriente y cercana, fue muy cariñosa, como era ella, una señora, una mujer valiente y echada para adelante, emprendedora que apostó por un negocio en tiempos complicados, una librería que tiene un montón de empleados. Toda la vida he escuchado hablar a mi madre de Conchita y de Leli, Leli es su hermana y fue el gran amor de mi tío Roberto de niño. Cuando tuve la suerte de ser invitada a participar en “Siete” y publiqué mi primer cuento, tocada por la varita de la magia y de la solidaridad, “Una chaqueta roja de pompones” un homenaje a aquellas niñas, a mi madre, a Conchita, a Leli, a las niñas de la posguerra que nos han sacado adelante a todos, a sus hijos y a sus empresas. Ahora tan cerca del 8 de marzo igual también es momento de celebrar a estas mujeres mayores, algunas, nada más y nada menos, sencillas amas de casa, modistas y pantaloneras, responsables de generaciones posteriores de mujeres peleonas. Conchita trabajaba incansable en la celebración del primer siglo de vida de la librería, deja el listón muy alto, pero creo que entre todos, trabajadores y libreros, lectores y escritores, editores y bibliotecarios sacaremos adelante una celebración que no será igual sin ella, pero será un éxito seguro. Si se pudiera elegir el día para morirse el pasado día 24 de febrero habría sido un buen día para hacerlo.... un día precioso de prematura Primavera en Oviedo y el día del cumpleaños de una de las mejores voces femeninas que ha dado la cultura gallega y española. La vida en círculos. Qué cosas...




 

domingo, 21 de febrero de 2021

Manchester frente al mar de Kenneth Lonergan

Ayer vi “Manchester frente al mar” de Kenneth Lonergan.  Una o no hace nada más que ver la vida pasar o ve la vida pasar y en el tiempo que esta le deja se dedica a cultivar el espíritu (que falta nos hace). Tendría que empezar por contar que seis años después de haberlo dejado, me he reencontrado con los compañeros de la Tertulia Negra donde empecé mi periplo vital en grupo, esto es, hasta entonces nunca había participado en grupos culturales y a partir de allí se me abrió un mundo de posibilidades que me ha dado muchas alegrías y que aún sigo explorando. El caso es que este año me invitaron a participar en uno de esos experimentos que ha puesto en marcha la pandemia, se llama “Libros y Pantallas” y es fantástico, no solo por la personas, a muchos ya los conocía, sino, sobre todo por las sugerencias. Se plantea un tema y se proponen libros y películas. Y este viernes, nos reunimos digitalmente todos los viernes, hicimos un vídeo fórum sobre la película “La librería” de Isabel Coixet basada en el mismo título de Penelope Fitzgerald y Rubén mencionó de pasada esta película y allá que me fui ayer noche. El personaje principal, Lee Chandler interpretado por Casey Affleck, hermano de Ben, es un tipo que vive en Boston donde trabaja como conserje haciendo todo aquello que hacen los manitas y aguantando las estupideces más absurdas de los vecinos del edificio a los que, en ocasiones, dedica algún improperio generando complicaciones a su jefe. Lee que tiene todo el rato cara de ido no sabemos si porque está colocado o porque todo lo que le rodea es surrealista, recibe una llamada desde Manchester-by-the-sea que le obliga a hacerse cargo de su sobrino Patrick quien acaba de quedarse huérfano de padre y cuya madre es un dechado de virtudes. Entonces cuando regresa a intentar organizar la nueva vida que se abre ante Patrick y él, comienza la reconstrucción de lo que fue su historia y el porqué de su realidad vital y su fracaso personal y esta historia que se construye a a partir de una serie de flashbacks nos muestra a un hombre roto, desgarrado, destruido, náufrago consecuencia de una tragedia vivida. La historia es tremenda y abre muchos hilos de los que tirar: puede un hombre sobrevivir a una tragedia que le coloca en un abismo, hay forma de perdonarse, qué podría sacarle Del Pozo profundo en el que se encuentra. Lee va ciego por la vida, un terrible accidente (porque así lo califican las autoridades) rompe su familia y todo el universo sobre el que se sustentaba su vida y su pareja y los dos miembros de ella, Lee y Randi (Michelle Williams) tienen que reinventarse para poder seguir. Ella lo intenta, el se resiste. Ambos que no han dejado de quererse pero el derrumbe que han sufrido los ha colocado en lados diferentes del cuadrilátero, se reinventan de forma diferente. El escenario es la ciudad de Manchester-by-the-sea un pueblo del condado de Essex en el estado de EEUU de Massachusetts, Lee tiene que regresar pero ni quiere ni puede vivir allí, todo le lleva a la noche de la tragedia y además nadie le quiere allí y enfrente el mar. El mar como metáfora de vida: en calma, en tempestad, alegre, triste, ... Buff, mientras os lo cuento estoy llorando, pero ojo el visionado tiene muchos momentos divertidos que relajan la historia como cuando el sobrino tiene un ataque de ansiedad al abrir un congelador y ver un pollo congelado o el vodevil que forma para poder estar con su novia. Un hombre destrozado y un chaval que empieza la vida, la extraña pareja. Ese humor es lo que te va a permitir llegar hasta el final sana y salva. Si no la habéis visto, os la recomiendo...