que tú has ido llenando de lágrimas y olvido"
"Último Territorio" de Juan Ignacio González en "El Cuaderno de la Ceniza"
De fondo en la
radio el debate sobre el estado de la nación, la apaga, no quiere
oírlo. Los mismos tonos monocordes, las mismas palabras, los mismos
¿líderes? "¿No nos merecemos algo mejor?" Piensa al
tiempo que niega con la cabeza. Los pueblos tienen los dirigentes que
de tanto buscar sin orden ni concierto, al final, encuentran. Además
son todos de la misma escuela. No, silencio no. Cambia a Radio
Clásica. Prokófiev, buff, demasiada energía para el dolor de
cabeza que amenaza con convertirse en migraña. Esta mañana algún
cliente tocapelotas, el de todos los meses, ha venido a descuadrarle
el calendario de cobros y pagos. Ella que tenía una semana
tranquila. Hoy ha visto un gorrión muerto en la acera, tieso como la
mojama, igual que el momento que vivimos. "¿Sería un
presagio?" Está cansada. Cada vez más cansada.
Venezuela, Ucrania, el
Estrecho "¿Qué ha pasado con Siria?" Habrán solucionado
sus problemas y por eso han desaparecido de la actualidad más
inmediata.
Y el puto Estrecho, la
puta valla y las putas concertinas, pelotas de goma y balas de fogueo
"¿Por qué habla el ministro de inmigrantes?" Categoriza
sin pudor "¿Son personas o sólo inmigrantes? ¿personas que
son inmigrantes? ¿inmigrantes que no son personas?" Cuando lo
escucha le da la sensación de que les roban lo único que les queda.
Les arrancan su esencia misma, su calidad de personas. Son personas,
sí, personas las que mueren ahogadas en el Estrecho. Son padres e
hijos, hermanos y novios, como los nuestros, sólo que han nacido al
otro lado. "¿Por qué a mi me ha tocado en éste?" Lleva
años dándole vueltas a esta idea en su cabeza. "¿Por qué
ellos y yo no?" El mismo mar de todos los veranos, el mismo mar
que vemos admirados estos días, bravo o en calma, las mismas olas
que nos arrullan amorosas en vacaciones son su tumba. El mismo mar es
ahora un cementerio de lápidas sin nombre. O mejor el cielo, el
mismo cielo que vemos los del Norte y los del Sur será la lápida en
su fosa común. Fosa común sin ley de la memoria. Sólo sus madres esperan
al otro lado del Estrecho, el dolor reflejado en sus ojos. Ningún lugar al que acudir a llorarles, ninguna información. Vivirán
en la ignorancia absoluta. Nadie viene a reclamarlos. Han
perdido su identidad y su futuro. Ahogados por la pobreza infinita.
Huyen del hambre y la miseria. "¿Qué es el hambre?" Se
pregunta. No es esa sensación en el estómago cuando haces dieta.
No, eso no es hambre. No se puede sentir teniendo la nevera llena,
las necesidades básicas cubiertas y dejando de comer por devoción y
no por obligación. El hambre de verdad, el hambre propia y el de los
tuyos lo justifica casi todo, casi todo menos la muerte.
Los sucesos han puesto
en el mapa a un pueblo de Burgos de apenas 300 habitantes, Tordómar.
Se celebra el funeral en Gijón por las víctimas "¿Cómo
podrán salir adelante?" Se pregunta. "Yo me suicidaría"
le ha dicho ayer Inés. No es madre, no alcanza a conocer el sabor
amargo para la eternidad de saber que no vas a ver más a tus pequeños.
No sabe, prefiere no pensarlo. Piensa en las madres que conoce que
han perdido a un hijo. Cierto, no hay nada que cure ese dolor. Sin
embargo, la vida te pondrá argumentos nuevos para seguir viviendo. Aunque ahora parezca imposible, nadie se
muere de pena por mucho que lo intente.
Y mientras tanto, ella
ha recibido esta mañana en el correo un paquete con su nombre y
dirección escritos por una mano amiga. Hoy cuando nadie escribe
cartas, ella recibe un regalo, un regalazo diría mejor. "El
Cuaderno de la Ceniza" de Juan Ignacio González, poemas para
los tiempos que corren y, por la tarde, recibe un email, el email de
una persona comentándole algo que ha escrito. ¡Cuánto ha llorado
leyendo esas palabras sabedora de lo que cuesta abrirse en canal para
decir según qué cosas! Pero le da pánico, empieza a tener vértigo,
empieza a ser consciente de que puede llegar a mucha gente con sus
palabras y eso, que como dice su hermano, "En casa no te leen"
Cierto, no habla mucho del blog con los suyos. No deja de ser algo
íntimo. ¡Qué paradoja! Su intimidad publicada en la red, a la
vista de todos. Sus sentimientos, sus vivencias, historias propias o
inventadas, casi siempre propias. Sus entrañas diseccionadas con
lupa. "Pura casquería" sonríe.
Acaba de saldar una
cuenta con un hombre. Ella ya no quiere más lo que él le ofrece.
Quiere sol y paseos, cervezas y terrazas, besos y luz. Quiere
realidad, no virtualidad. Mientras él le cierra su puerta, habrá
otros que se la abran. Hombres que quieran compartir con ella
conciertos y cafés, hacer cosas juntos, que la quieran por lo que es
no por la fantasía inventada en la mente de nadie. Mientras uno la
aparta, otro intentará acercarse. "No vas a dar abasto" le
dice Javi socarrón. La paraliza el miedo como siempre. "Voy a
intentarlo" se promete. "¡Qué pereza conocer a alguién!"
Pero por otro lado, recuerda la emoción de las primeras citas, el sabor de
los primeros besos, reconocerse en los ojos del otro. Su cabeza y su corazón le indican direcciones
diferentes. Tiene que pensarlo.
Suena el teléfono, es
su cuñado: "Tenemos los resultado de las pruebas, está todo
bien. Es una niña" Su hermana va a ser madre por segunda vez.
Su sobrina se llamará Esperanza.
Bea, cuando leí tu comentario en Facebook sobre la pasada tarde con Lorenzo Silva, sabría que tu blog me gustaría. Ahora lo confirmo. Encierran gran sensibilidad y poesía. Enhorabuena y gracias por tu actitud, y por los regalos que haces con tus escritos.
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