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viernes, 30 de marzo de 2018

Hacer mudanza.

Viernes Santo. Reflexión y oscuridad (menos mal que siempre hay luz al final del túnel).
Mi amiga Mar se ha roto una pierna, lo que al principio parecía feo, feo, evoluciona bien.
Gracias a todos los que leyendo entre líneas sabíais que había pasado algo y os habéis interesado por ella. Este desafortunado resbalón me ha hecho pensar en lo rápido que pasa todo y en las prisas que llevamos. Si en vez de caerse en el garaje, hubiese tenido una distracción conduciendo, a lo peor hablaríamos de algo más grave.
Yo lo pienso cada día. Esa sensación de no llegar o de hacerlo por los pelos, esas ganas de dar más de los que podemos y de no aceptar lo limitados que somos, infinitamente limitados. Hay que frenar, tenemos que frenar. No hay forma de disfrutar de este tránsito que es la vida, tránsito hacia dónde sea o lo que sea, pero tránsito al fin. Breve y aburrida. Corta e intensa. Efímera y excitante. Transitoria y aventurera. Pasajera y divertida. Así es la vida que tenemos, ni más ni menos. Un regalo que caduca y que tenemos que devolver. El tema es que no somos nosotros los que decidimos como la  vivimos. Ninguno de nosotros tiene el poder de decidirlo. Y esta ausencia de control sobre lo que es nuestro, o así lo creemos (el destino, un accidente, una enfermedad, un resbalón, la suerte o para nosotros los creyentes una mano divina que traza, casi siempre, en mi opinión con poco tino, nuestro paso por este lugar) es la que me lleva a esta reflexión.
Leía también la semana pasada un artículo en algún sitio acerca de que tener la casa ordenada te hacía más feliz. No lo dudo. De hecho estoy segura de que esa afirmación es absolutamente cierta. Ver claridad entre los libros amontonados por todas partes en mi casa, entre las prendas de ropa acumuladas y compradas, casi siempre, sin control, tirar o dar lo que no necesitas, porque está estropeado o simplemente cumplió su función y con ella finalizó su utilidad en tu vida. Que manía aferrarnos a las cosas olvidando lo verdaderamente importante. Hablo de cosas, no de personas, pero, así sobre la marcha igual también deberíamos poner espacio y sacar de nuestras vidas a todos aquellos que no nos aportan nada y, no sólo eso, sino con quiénes son absolutamente tóxicos en nuestras vidas. Vive y deja vivir. "No me compliquéis, por favor, que yo tengo bastante con mi mochila".
Ayer hice limpieza. Llevo unos días haciéndola, empecé porque un día pensé en invitarle a cenar a casa y seguí porque tengo una compañera de piso, una gallega rubia más maja que las pesetas. Digo rubia porque es muy rubia y tiene el sol en la sonrisa y en el pelo (me recuerda mucho a una amiga del Norte que vive en Tarifa). Marta que así se llama la chiquilla es..., bueno es. Sonríe todo el tiempo, tiene una conversación arrolladora, ha viajado mucho, vivido en las Antípodas... Es una persona muy interesante. Entre todas las cosas que me ha contado, que han sido muchas porque sabe mucho, me ha dicho que lleva todo lo que necesita en el coche (bueno, eso casi también podría decirlo yo pero en mi caso por el caos absoluto que reina en mi vida), que ella puede vivir con lo que cabe en una maletina y con su hervidor de agua (esto del hervidor podría caracterizar a un personaje de novela). Esta reflexión de Marta (ella vive así porque es interina, va y viene, tiene al novio fuera de la ciudad donde reside habitualmente y a sus padres también viviendo en otro sitio,...) no se me quita de la cabeza. Ya sé que Lola no puede vivir en una maleta, pero podría  yo vivir con lo que cabe en una maleta? Sería capaz de seleccionar aquellas cosas que verdaderamente son importantes y de las que no puedo prescindir? Somos dueños de nuestras necesidades? No sé, mil cosas. Yo que ando enamorada de un hombre que no sabe que existo, que vivo con un pie entre Oviedo y Quirós, con el corazón partío, debatiéndome sobre dónde quiero estar, que no acabo de encontrar la historia que contar porque no veo más allá de mis narices,... aquí estoy reflexionando el día de Viernes Santo con un velo oscuro delante de mis ojos que lo cubre todo, pero bueno, en fin, al final del túnel siempre hay luz. Ahhh mientras escribo esto han brotado cientos de margaritas en torno al manzano que ha empezado a reverdecer.
Viernes Santo para reflexionar.

1 comentario:

  1. Me encanta lo de la casa ordenada. Yo he oído hablar hace tiempo del proyecto 333. Y es en relación a la ropa que tenemos de más en los armarios. Se trata de "sobrevivir" únicamente con 33 prendas y durante 3 meses. ( la ropa cambiará de acuerdo con las estaciones).
    https://mislita.com/proyecto-333-sobrevivir-33-prendas-posible/ Un abrazo. Laura Nieto

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