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jueves, 22 de octubre de 2015

La coartada perfecta de Padura.

A vueltas con los Premios me encontré en Oviedo con Padura, no sé si era su primera visita a la capital, porque confesó que descubrió la Salsa en un concierto de Rubén Blades en Gijón allá por los primeros 90 (¡qué cosas en ese concierto estuve yo!) y que tiene buenos amigos asturianos con los que intenta encontrarse cuando puede, o sea, que deduzco que viene por aquí de vez en cuando.
Me encontré en Oviedo con Padura, ese escritor cubano que ha permanecido en la isla donde nació y vive y que desde sus novelas tan bien ha reflejado el boicot político y económico que ha sufrido Cuba durante tantos años. El hambre que han sufrido los cubanos y que ha llevado a tantos a jugarse la vida en el océano y la represión también la que se hace desde dentro. Afortunadamente soplan nuevos vientos para Cuba. Ha tenido que hacerse viejo Castro, que vivir un presidente negro en la Casa Blanca y que un argentino fuera Papa para que, por fin, se abran las ventanas de la Vieja Cuba, pero esa es otra historia.
A vueltas con Padura, el martes en el Calatrava (fruto de la megalomanía de un alcalde muy rumboso que tuvimos en Oviedo y en mi opinón un despropósito arquitectónico, porque, vamos a ver, ¿no era bastante el antiguo Carlos Tartiere para el nuestro Oviedín?, aunque claro, mientras nos paseamos por las categorías más humildes del fútbol español, otra cosa no, pero el nuevo estadio metía miedo a las aficiones contrarias (ideas de éstas tuvo muchas nuestro alcalde favorito, según los resultados electorales, ainnnssssss)
Y ha venido Padura a recoger su Premio Princesa de Asturias. Sí, esos Premios tan criticados estos días por unos y otros. Y digo yo que nadie puede negar el valor de los mismos, lo siento, de esta postura no me voy a mover. Y digo yo que podemos criticar todas las cosas, que en nuestro derecho estamos, es más, en nuestro derecho y en nuestra obligación: la forma de Estado, el derroche de fondos públicos en ¿eventos privados? (esto no lo tengo muy claro, lo de que se trate de eventos privados, digo), el modelo y los brazos de Letizia, que la niña Leonor venga o no venga, que se celebren en el Teatro Campoamor o en otro sitio (aunque en mi opinión el sitio es ese porque por algo Oviedo es la capital de Asturias), podemos criticar hasta el criterio casi estrictamente mediático seguido en la concesión de alguno de los premios (léase los deportivos) y el valor (dudoso en algunos casos) de los premiados, incluso el nombre... Este es otro debate, pero sin Premios Princesa de Asturias, ni Carmen, ni yo, ni los alumnos de un instituto de Avilés nos habríamos encontrado con Padura (yo en el Calatrava, Carmen en la Librería Cervantes y los chavales asturianos en su mismo instituto) o quizás sí, igual nos lo hubiéramos cruzado y ni siquiera nos hubiéramos dado cuenta. 
Así el Padura del martes, cercano, emocionado y expresivo, se vació ante mil quinientas personas, lectores en su mayoría procedentes de un puñado de los miles de Clubes de Lectura existentes a lo largo y ancho de nuestra geografía. Confesó que solo le gusta hablar de política con sus amigos (como tiene que ser) y que le apasionan el beisbol, el cine y la literatura, no sé si en este orden o en otro, pero tengo la impresión que en esta historia se cumple aquello de que el orden de los sumandos no altera la suma. Y me gusto el escritor que enfrentó al auditorio, mayoritariamente femenino, con una sonrisa en su cara y lágrimas  en sus ojos; que arrancó los aplausos entregados de un público no en un estadio, pero igual de entusiasta; que explicó que le apasiona tanto el proceso de documentación como el proceso mismo de crear. Me cautivó la historia del niño que creció arropado por la Virgen  de la Caridad del Cobre y el perro de sus padres y con una pelota de béisbol en sus manos. Me enganchó el hombre que abandonó el periodismo que es mucho más aburrido que la literatura para dedicarse en exclusiva a ésta, su pasión. Y me entusiasmó la persona que contó la historia de sus perros, fallecidos de viejinos, Chorizo y la "rata" Natalia.
Hoy La Nueva España y El Comercio se hacen eco del encuentro que tuvo ayer miércoles con los alumnos de un instituto de Avilés, dichosos ellos, más que nada por la suerte de sentarse a conversar con un autor de este calibre y por que me quedo una duda de la charla del otro día. Dice Padura que empezó a escribir guiado por cierto espíritu de competición mamado de su afición por el béisbol. Un día se dijo a si mismo "si otros lo hacen por qué yo no" esta afirmación me dejo un poco descolocada. Vale, ok, si otros pueden, yo puedo, pero para mi escribir va más allá de competir con otros. Es un proceso interno, íntimo y personal el de la creación. Sinceramente me la trae al pairo lo que hagan otros, pero igual estoy equivocada y por eso Padura es flamante premio Princesa de Asturias. Me gustaría que lo hubiera aclarado un poco mejor pero se acabo el tiempo.
Tengo la sensación de que la tarde del martes se la debo a los Premios: a los Premios, a la Fundación que de un tiempo a esta parte está trabajando fuerte para acercar a los premiados al pueblo asturiano, a los ciudadanos no sólo de Oviedo,  por supuesto. Pero también se lo debo a la gente que trabaja por y para acercar la lectura a sus destinatario últimos, los lectores, auténticos consumidores de cultura, CULTURA, y que con su trabajo generoso contagian a los que tienen alrededor. Qué grandes sois bibliotecario@s! 

2 comentarios:

  1. Yo tampoco entiendo ni comparto esta postura anti Premios Príncipe de Asturias que ha surgido últimamente. Que hay cosas que no, que todo es mejorable, vale, pero poner en tesitura un referente cultural que da prestigio a toda la región y que pone en el mapa a nivel mundial no sól a Oviedo sino a toda a Asturias, pues la verdad que no sé lo que pretenden conseguir con ello.
    De Padura solo he leído un libro de relatos que me gustaron pero sin llegar a tocarme profundamente. En cualquier caso me alegra que hayas disfrutado del encuentro. Y me sumo por supesto a tu homenaje a los bibliotecarios.
    Besos!!

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  2. Yo sólo he leído el de "El hombre que amaba a los perros" y me ha gustado mucho, no sólo el trabajo de investigación que hace sobre Troski y su asesino, Ramón Mercader, sino la parte más novelada, el hombre que se encuentra con otro en la playa y de donde surge la historia. No he leído nada de su personaje Mario Conde pero prometo hacerlo. Fue emocionante, mucho más que el año pasado con Banville en el Jovellanos. Nada que ver. Un beso.

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