¿Cien kilómetros de camino son suficientes para poner luz en tu vida? ¿Cien kilómetros en alojamientos confortables y con un grupo en el que de alguna manera siempre te sientes acompañada? O mejor, nunca estás del todo sola ¿Qué son cien kilómetros? Cien kilómetros no son nada para los miles de ellos que hacemos a lo largo de un año de trabajo, a lo largo del camino de la vida.
Pasado el Ecuador de la semana a buen ritmo y con aparente despreocupación, llegó ayer el punto de inflexión duro, durísimo. A media mañana, los pies tremendamente doloridos. "por favor, qué me dén otros" Bienvenida al mundo ampolla, que por cierto, a veces, sangran. Y una mujer me dijo o mejor, me recordó que yo podía hacerlo y un hombre bueno (que malísimo es juzgar a las personas en la primera impresión) me dio una barrita de cereales con tanto amor que me puso las pilas y de repente, me di cuenta de que no son los pies los que te llevan, es otra cosa, es tu creencia firme y absoluta de que puedes hacerlo, de que puedes llegar.
A medida que ha ido avanzando la semana es como si tu mente se vaciará de cosas sin valor, para dejar espacios libres, huecos vacíos que rellenar de las cosas que son verdaderamente importantes. Es como resetear el ordenador y empezar de cero, manteniendo la información que realmente es imprescindible. Te das cuenta de que aquellas cosas que pensabas que iban a ocupar tu mente en estos días ni siquiera han aparecido. Y es que, al final, realmente sólo hay dos cosas básicas: la familia (la propia disfuncional a su manera como lo es cada familia) y los amigos (los de aquí y los de allí, a los que separan miles de km y los que están siempre junto a ti, los fieles y los que alguna vez te fallan, los viejos amigos y los nuevos) y dos capacidades a las que nunca renunciar: la capacidad de observar y sorprenderte con todas y cada una de las personas y las cosas que te pone la vida en el camino y la capacidad irrenunciable de aprender. Siempre en camino y siempre aprendiendo. Es la fórmula del éxito personal.
Cada vez queda menos para Santiago, mañana apenas cinco kilómetros. Tengo algunas cosas claras que me llevo de esta semana intensa en experiencia y en personas. Hay tantos caminos como peregrinos. Y cada uno lo hace con la mochila interior que, a menudo, pesa mucho más de la carga, poca o mucha, que llevas en tu espalda. Duelo y enfermedad, soledad y pena, amor y desamor, soberbia y aburrimiento. Me he dado cuenta de que yo apenas cargo nada. Y no lo digo sólo por la ventaja de hacer un camino en grupo organizado que te permite hacer un viaje ligero de equipaje. Algunos pensarán que mi camino tiene menos valor que el de los que cargan su mochila. No les voy a quitar razón, pero a mi lo que me pesa es este último tiempo de agobios y prisas. Vivo apresuradamente y quizás lo único que tengo que hacer es frenar este ritmo, aflojar el pie del acelerador. Me diréis que no necesitaba venirme a Galicia para descubrirlo. Sí, es cierto, pero uno no siempre encuentra el aire que le permite respirar en sus sitios comunes. Y yo no encuentro nada, últimamente ni tiempo para pensar siquiera. Pero quizás no necesito pensar y sí dejarme acunar por esta travesía benéfica en la que estoy embarcada. Y quizás no necesito buscar ninguna respuesta porque no hay preguntas.
Y no es que aquí hayamos tenido mucho tiempo para pensar, caes literalmente rendida en la cama. Al final después de caminar nuestras etapas (lights), te das cuenta de que lo único que debe preocuparte realmente es seguir, sin mirar atrás, y llegar. Llegar adónde sea, proponerte una meta, pequeña o grande, e ir a por ella con todas tus fuerzas, con todas tus ganas, con todos tus sentidos e incluso más allá. El problema ahora es encontrar mi meta, pero sin meta y todo, ahora estoy segura de que puedo conseguir todo lo que me proponga. Todo lo que sólo dependa de mi, lo que esté en mi mano. Tengo la fuerza para hacerlo y conseguirlo.
¿Estás caminando? Me preguntaba Judi. Sí, lo hago cada día. Intento hacerlo con mi forma de ir y de entender la vida. Sin embargo a partir de ahora, caminar tendrá un significado diferente, no será sólo avanzar, será avanzar para conseguir algo.
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