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jueves, 30 de diciembre de 2021

Amanece, que no es poco, 2022 lleno de esperanza.


Madrugo hoy como siempre. Voy a pasar la mañana haciendo limpieza que es como hacer mudanza, de un lado a otro, de un año a otro. Quitaré el polvo, barreré los suelos, apartaré, no sin dolor, algunas telas de araña (esa labor de ingeniería tejida por esos bichos de patas largas hacendosos que tampoco gustan a algunos). Lavaré la ropa de la cama, toda, para acostarme en sábanas limpias que reflejen la limpieza de corazón (otras limpiezas me importan más bien poco) que quiero mantener a pesar de lo difícil que se pone algunas veces. Seguiré amando, a los de siempre, e ignorando a los de “nunca jamás, nunca más” (qué de mediocridad y fealdad en algunas persona). Aunque en la foto es de noche, está amaneciendo, y me alcanzará el amanecer haciendo lo que quiero y dónde quiero estar. Leyendo o escribiendo, caminando o acariciando el pelaje de algunos de mis compañeros de este viaje que cierra hoy el segundo capítulo más surrealista de nuestras vidas. Bye 2021. No sabíamos lo felices que éramos. No, no lo sabíamos. Y agradeceré mucho hoy, sentirme bendecida por la presencia de mis padres (qué de cosas me han enseñado), de mis sobrinos que vienen pegando fuerte, de mi hermano y de Laura (mi hermano que, tan distinto, siempre está ahí) y de mis amigos, pero, sobre todo, daré gracias por los 16 años que, hará en febrero, compartimos Lola y yo (sin duda, los mejores años de nuestras vidas). Su senectud me muestra cada día un camino que será difícil de transitar a pesar de que haya más perros y más gatos (que como la protagonista de Perrita Country tiene una perra para acompañar a su gato, yo acabaré teniendo un gato, de esos que muerden suavemente para decirte que les gustas, un gato que no tenga que huir de Lola porque Lola ya no estará, tengo que decirlo y escribirlo porque habrá un antes y un después y habrá que mentalizarse, qué cosas…) Cómo era mi vida sin Lola, ya ni me acuerdo… Y abriré, algún día, el baúl de los sentimientos para orearlo o lo vaciaré para siempre y buscaré otros horizontes más lejanos o más cercanos, dividiré mi tiempo para repartirlo, multiplicaré mis ganas de hacer cosar, sumaré personas, restaré cretinos,… todo eso y más en el próximo capítulo. Solo quiero una cosa para finalizar, aunque tengo una entrada del blog pendiente, reconocer el trabajo ingente de nuestros sanitarios y no digo más. Seguiré trabajando por lo que creo y creo en un mundo más justo, más igualitario, creo en un mundo con servicios públicos de calidad, pero particularmente creo en un mundo en el que no haya recortes en Sanidad y todos, todos tengamos derecho a esa asistencia. Mi agradecimiento a esos hombres y mujeres agotados que acaban el año exprimiendo sus últimas fuerzas, quemando los últimos cartuchos para acabar con esta pandemia, para solucionar o parchear una gestión atroz que ha ido dando bandazos. Mil gracias a todos los que dan lo mejor de sí mismos y que, aún así, no llegan. No habrá aplausos, ni sueldos, ni descansos, ni condiciones laborales que sean capaces de recompensar esta labor. Ahí lo dejo. Se va otro año de colas, estos días para vacunarse y para hacer PCR, pero volverá el verano (porque el verano siempre vuelve) y volveremos a vivir (seguramente de forma diferente) pero viviremos. Mientras tanto amanecerá el Nuevo Año mientras se va extinguiendo el 2021. Llega pronto 2022, tienes pinta de ser bonito, no nos defraudes! Feliz apagado de año e infinitamente más feliz encendido del Nuevo. Nos vemos en los senderos, en las montañas, en las bibliotecas, en los bares… donde queramos, por fin, y llenos de esperanza y proyectos de futuro.

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