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sábado, 1 de enero de 2022

Perrita Country de Sara Mesa y Pablo Amargo

Pablo Amargo ha dibujado en la cubierta de Perrita Country a Miko, (tal cual) pero Sara Mesa ha contado la historia de amor o de enamoramiento de la protagonista con la perra a la que adopta y también ha reflejado a la perfección lo que pasa en un hogar de dos cuando llega un tercero. Solo hay una cosa que no me ha gustado, cuando dice que no le gustan todos los perros y, en concreto, dice que no le gustan los que se mean de la emoción (no he podido evitar recordar los primeros años de Lola, de hecho no sé cuándo dejo de mearse, se meaba conmigo, con mi padre, con mi hermano, con mis amigos, ese gesto, a veces, incómodo no era más que sumisión). Lola ha sido, es una perra 10, incluso cuando perseguía a las pitas, a los gatos, cualquier rastro,… incluso cuando me metió en líos más gordos). Ese enamoramiento que, en mi caso, no fue en una adopción es lo que me ha mantenido asida al suelo muchas veces. Algún día, escribiré esta historia de amor y será en forma de album ilustrado. Lo prometo. Lola vino de Segovia y es más quirosana que yo misma. Lola que mientras es pompón azul, pronto será pompa de jabón, polvo de estrellas, rayo de luz, caballito de mar, o cualquier cosa hermosa en la que pueda transformarse, ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, hasta el punto de que ayer mientras leía el libro de Mesa y me recreaba con las ilustraciones de Amargo no podía más que reafirmarme en la idea que qué el amor verdadero se conoce a través de un perro (pero claro, ni quiero generalizar, ni imponer este criterio que sé que hay mucha gente que no lo entenderá y otra mucha a la que no le gustan los perros). Un perro no es un marido, ni un hijo, pero si es un ser incondicional que como dice Mesa quizás sea la única forma que tengamos los humanos de rozar la trascendencia. Amén.

Perrita Country


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