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jueves, 30 de diciembre de 2021

Onde el caos se texe y se destexe



El pasado mes de agosto, publicado por Trabe, veía la luz el último libro de Xulio Viejo Fernández, “Onde el caos se texe y se destexe”, con el que el autor vuelve a la narrativa tras veinte años de silencio en este género. El título tuvo su puesta de largo en la presentación, primera, el 4 de diciembre en la Casa de la Cultura de Quirós. El autor estuvo arropado por familia y vecinos y acompañado por Antón García, Director General de Política Lingüística de Asturias que dijo que se trataba de un regalo y un acontecimiento cultural de primer orden al tiempo que destacaba la trayectoria de Viejo  como escritor y filólogo, estudioso de la llingua asturiana, “que consigue de una manera muy inteligente, aplicando criterios modernos a su trabajo como investigador, avanzar más allá de los que otros dijeron antes, al margen mi querencia personal e intelectual hacia él”. La novela es un homenaje a su padre fallecido pocas semanas antes del primer confinamiento y que en 2022 hubiera alcanzado el siglo de vida. Un homenaje que, en opinión de los que lo conocieron, el padre estaría feliz de tener en sus manos. El fluir de recuerdos y vivencias compartidos, unido al encierro originado por la pandemia, animaron a este profesor universitario a plasmar por escrito todo lo que llevaba años escuchando, en especial los últimos, a un hombre de conversación amable que poblaba de anécdotas. Muchos de los relatos habían sido documentados por el autor en apuntes o en grabaciones en momentos y fechas importantes. “Onde el caos se texe y se destexe” no es una novela al uso sino más bien un libro de ¨memorias de la memoria” con pinceladas de ensayo. En él se recogen los recuerdos que tiene el hijo de los recuerdos del padre y la forma de contarlos y es esta fórmula, instintiva y emocional en la que brotan los recuerdos, la herramienta que utiliza para, en sus propias palabras “reivindicar la dignidad de la clase trabajadora asturiana, portadora de una cultura propia tradicional y rural, de una historia y, sobre manera, de un potencial de inteligencia crítica que no siempre fue reconocida en esta sociedad”. Con ese equipaje, Xulio Viejo salió de Tene en el concejo de Quirós en los años 50 para instalarse en Oviedo donde nació el autor, último de sus hijos, y tuvo que aprender a conjugar tradición rural con vida urbana, el paso de agricultor a obrero, aderezado con un ingrediente común a muchos de aquella generación y con el que hubo que aprender a convivir: el desarraigo. Su historia es común a muchos hombres y mujeres de aquellos años, sin embargo, el interés de la novela radica en la forma excepcional con que el hijo teje los mimbres que le presta el padre para contar una historia personal que es universal, para que el padre convertido en héroe clásico transite por el camino de la vida, un camino recorrido de ida y vuelta al origen que es la tierra, en este caso, las montañas quirosanas que tan bien se ven reflejadas en el relato. Un relato lleno de reflexiones personales en el que el paisaje es un personaje más. 

Julio Viejo Fernández (Uviéu, 1968) es doctor en Filología Románica, profesor de la Universidad de Oviedo y estudioso de la llingua y la lliteratura asturianes. Veinte son los años que lleva sin publicar narrativa desde que se editara en 2001 “Los araxeles de la vida”, novela en la que ya aparecen los escenarios de Quirós, el barrio ovetense de Ventanielles y la ciudad de Uviéu. Antes de esta obra presenta “Na llende del condicional perfectu” (1990) y “Les falcatrúes del demonio” (1992). Es responsable además del volumen “Relatos asturianos medievales del sieglu XII” (2003) que incluye siete textos traducidos del latín. Como poeta ganó en 1996 el premio “Xuan María Acebal· con “Les etimoloxíes del silenciu”. Xulio Viejo perdió también a su madre durante el último año, tiene pendiente rendirle también un reconocimiento y será en forma de libro, pero un libro diferente “pues ella era más vergonzosa y no le gustaría ver por escrito según qué recuerdos familiares” dijo anunciando un próximo estudio sobre la realidad de Bermiego, aldea de la que era natural.

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