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viernes, 21 de mayo de 2021

“El disputado voto del señor Cayo”



Espectacular sesión del club de lectura con un título intemporal y un autor magistral. En el centenario del nacimiento de Miguel Delibes, leer y reivindicar a uno de los grandes de la Literatura española es un deber, si, además, lo lees en grupo, “leer en grupo, mucho más que leer”, su lectura es un lujo que se multiplica por tantos como lectores nos reunimos.
Hay mensajes que son eternos y máximas que por mucho tiempo que pase permanecen. No voy a hablaros de Delibes, ese escritor fantástico al que hubo un tiempo en el que era obligatorio leerlo en la escuela, el creador de los Santos Inocentes, del Príncipe Destronado, de Daniel, el Mochuelo o del fantástico monólogo que ya es, para siempre, de Lola Herrera en Cinco horas con Mario, voy a deciros que Delibes es aún más y eso hemos desgranado durante la sesión de lectura de esta tarde, entusiasmadas, colaboradoras, aportando ideas e impresiones, con algunas dificultades para oír por culpa de las distancias, las mascarillas y la edad, vamos un regalo para finalizar una semana dura y larga.
Cuenta la leyenda que hay libros que deberían de leer todos los políticos para conocer a sus ciudadanos y a sus ciudades, su idiosincracia, sus quereres y querencias, también sus manías y defectos. Cuento yo, sin ánimo de equivocarme, que “El disputado voto del señor Cayo” deberían de leerlo todos: electores y candidatos. Y deberían de hacerlo para ver como en este casi medio siglo desde su publicación las cosas no han cambiado nada, si acaso, la España rural está infinitamente más vacía y los políticos se llenan la boca con llenarla, pero, fuera de eso, acciones efectivas cero (vamos a poner Internet, pero vamos a abandonar el campo y dejar que caminos y montes se conviertan en impracticables). Muchos dirán que he encontrado la lectura que buscaba y quizás sea así, pero junto a “La lluvia amarilla”, “Tierra de Mujeres”, “Palabras mayores” se abre la espita de un género a cultivar (ya cultivado): el del drama rural de la soledad y el abandono. 
La novela que es una novela corta, cuya acción se desarrolla en apenas un par de días, tiene varias partes: una primera parte, rápida, en una sede de partido donde la actividad es frenética, candidatos y voluntarios, papeletas y cafés, entradas y salidas, visitas a posibles votantes, rascar un voto donde sea y como sea, estrategias de campaña, ante la proximidad de las elecciones, que no olvidemos son las primeras elecciones democráticas en España a la muerte del dictador. Una segunda parte en la que el candidato Víctor junto a Rafael y Laly hacen trabajo de campo visitando unas aldeas del Norte de Castilla con diferentes actitudes ante sus habitantes y se encuentran al señor Cayo y el desenlace, con un final en mi opinión abierto, de nuevo en la ciudad. La parte con más miga, aunque todas la tienen, es la parte de la aldea, el ritmo se acompasa al paisaje, a la huerta, a las abejas, a la conversación llena de sentencias de este hombre de campo que vive con su mujer muda y sin hablarse con su único vecino, ahí queda eso, y al que, aparentemente, no le influye lo que ocurre más allá de los límites de la aldea. Una aldea que estuvo llena de vida y que ahora tiene a sus hijos viviendo en el País Vasco. 
Como no quiero enrollarme mucho porque quiero que leáis el libro (por favor, antes de la próxima vez que votéis) solo voy con unas pinceladas para finalizar. En primer lugar, la lucha contra el despoblamiento es un tema que arrastramos desde hace mucho tiempo, el concepto de España Vaciada o la España Vacía no es nuevo, aunque tenga rabiosa actualidad. Siempre hay dos mundos opuestos: el de Víctor y el señor Cayo, el de Rafa y Víctor, el de los hombres y las mujeres, el mundo rural frente al de la ciudad, el de los progres y los conservadores. Siempre hay dos posturas, pero infinidad de grises en el centro. Siempre hay dos extremos que no se juntan y no se encuentran porque no quieren, porque no pueden, porque no tienen las herramientas. Y siempre el odio entre los seres humanos y la intención de imponer su idea sobre la de otro siguiendo caminos que, muchas veces, no son los más indicados pues llevan implícita la violencia. Mensajes universales y totalmente actuales, no os parece?
No tengo mensaje de esperanza para acabar, la realidad es la que hay, “hemos dejado morir una cultura sin mover un dedo” dice uno de los personajes en el tramo final del relato. Delibes que es un fantástico conocedor del lenguaje nos da una lección del mismo (leedlo con diccionario al lado). Voy a contar dos cosas para finalizar y ya suelto el rollo para que vayáis a leer. En primer lugar, con motivo del centenario de Delibes en RNE en el programa “El Ojo Crítico” (aprovecho para recomendarlo) están poniendo la ficción sonora de “Los Santos Inocentes”, estremecedor el último capítulo, fantástico trabajo que cuenta con actores, que en este caso ponen la voz, como José Sacristán, Roberto Álamo, Carmen Machi y Antonio De la Torre, entre otros.En segundo lugar, tras escuchar el capítulo del lunes pasado, todos las semanas hay un coloquio con un invitado, en este caso fue María Sánchez, la autora cordobesa contó que siempre que mencionan a la mujer del señor Cayo en una escena en la que coloca “las manos sobre el halda” cambian la frase y convierten el halda en la falda. Con la pérdida de la cultura rural se extinguen una infinidad de palabras, de usos, de objetos que mueren también. El halda existe buscarlo en el diccionario y os sorprenderá cuántas veces habéis colocado ahí a vuestros hijos.
Una recomendación para siempre:
“Primero, votad;
Segundo, hacedlo sin miedo;
Tercero, y hacedlo en conciencia”.

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