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miércoles, 13 de mayo de 2020

Consumir es la palabra. Desconfinamiento fase 1


Consumir, esa es la palabra. Consumir y nos lo pide nuestro presidente autonómico, salid y consumid, pero con sentido (me suena a creced y multiplicaos). Consumir es la clave, pero no es la solución. Ni en este caso ni en ninguno (excepto claro que tengas fame). Las herramientas tienen otro nombre, se llaman responsabilidad y serenidad. Lo que no puede ser es que ayer en las terrazas cerca de mi casa hubiera media docena de botellas de sidra o una docena de botellines de cerveza sobre las mesas y para qué hablar de los que estuvieron hasta las mil celebrando a voces la recuperada libertad mientras los curritos (qué aún somos algunos, afortunadamente) teníamos que levantarnos hoy a las 6.00 de la mañana para acudir a nuestros puestos de trabajo. Serenidad, responsabilidad y RESPETO, señores. Ah y “sentidiño” como dicen nuestros hermanos gallegos (gracias Olga, amiga). A mi que desde el principio de este tiempo distópico por mi deformación profesional y por el trabajo que desempeño, me ha dado más miedo la crisis económica que viene que el propio virus, me da pánico seguir escuchando a los que gobiernan Madrid (y al resto) esa exigencia de pasar de fase. Les dicen el finde que no y ya estaban ayer lunes otra vez “erre que erre” dando la matraca. Paso palabra. Mucho me temo que después de lo visto ayer en Oviedo tardamos cero coma en volver a estar confinados. Y un segundo confinamiento, un segundo parón sí sería un rejón de muerte y ya no solo por la economía sino porque los sanitarios están agotados, los sanitarios y todos nosotros porque esto ha sido duro, mucho pero lo que bien lo será mucho más. Vienen tiempos muy complicados, mucho más que no poder tomarse una caña en un chigre o ver a los amigos, mucho más que llenar este tiempo del confinamiento haciendo gimnasia encerrado en casa o viendo a los tuyo por una pantalla. Yo que tenía tantas ganas de tomarme un café pues como que voy a esperar a que concluya el estado de alarma. Consumir sí, pero con cabeza, en casa café de manga y cervecitas. Quedarse en casa sí, también por salud, por la mía y por la de mis compañeros. Me muero si se enferman mis padres después de haber seguido a pies juntillas todo lo que les mandaron, después de no haber podido abrazar a sus nietos durante estos dos meses. Qué importa esperar, total “dónde va el asa que vaya el caldero” y “quién espera lo más espera lo menos”. De todas maneras, señores y señoras, tenemos que hacer una reflexión más profunda, un país que basa su economía en que abran los bares no es un país serio, señores (y ojo, qué benditos los bares y los baristas). Un país que ha desmantelado la industria y la Sanidad, pilares fundamentales de cualquier Estado, tiene que mirárselo. He sido optimista, he grabado vídeos leyendo poesía, animando a la gente, pero estoy cansada, mucho. A ver si, por lo menos, me da tiempo a escaparme a mi montaña a ver si todo sigue en su sitio y la primavera está tan verde como me dicen antes de que comience la segunda fase del partido, ay no que era el partido que es del encierro.


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