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viernes, 23 de septiembre de 2016

Esperando al otoño.

"Y la Belleza era esto y caminaba al lado del Silencio.Y Juntos encontraron un Valle, el de Quirós.
Y Ella le dijo a Él: "Construyamos aquí nuestro Futuro"
Y levantaron un Fuerte sin Murallas donde todos eran bien recibidos.
Y pasaron los Siglos y el Valle se convirtió en su Paraíso".

Esperando el otoño (Alba, 21 de setiembre de 2016)
En casa viendo pasar el día, esperando que fueran cayendo una tras otra, consumiéndose, las horas. Me pudieron las ganas de salir a su encuentro y fuimos a buscarle. El otoño llegaba sin haberse anunciado, golpeando suavemente a la puerta, avisando tan solo con apenas retazos de color en el monte. Trazos presurosos, valientes, atrevidos como los de un pintor que estrena su paleta de ocres en medio del verde que aún puebla nuestros árboles.
Y salimos de casa y subimos a Alba, el mejor escenario para verle ir llegando de frente, silencioso, cargado de colores que cubrirán el Valle, de frutas de temporada, de palabras y risas, de versos y poemas.
Silencios que hablan sin pronunciar palabras. Silencio roto a veces. El susurro de un ave rapaz que rasga con sus alas el cielo en busca de su presa, una pequeña que llevarse a la boca con el menor esfuerzo. El ruido de las vacas agotando un setiembre agostado, dispuestas a mudarse buscando mejor pasto. Relinchar un caballo trotando en la pradera, alegre porque conoce a su amo entre las voces de pastores que gritan a lo lejos. Perros que ladran protegiendo a los suyos. Insectos juguetones haciendo su particular faena por la vida. No hay silencio en el monte más que el que tu traigas propio. 
Aviones que dibujan el cielo quebrando, sin vergüenza, el azul infinito que despide al verano. Echan carreras "A ver quien deja la estela más bonita". Montañas de caliza como escenarios de cartón piedra en los que se desarrolla la película de la que soy protagonista. Muros eternos que sobreviven a siglos, piedras con las que construir murallas para derribar una y otra vez. Murallas con rendijas que dejan pasar la luz y el aire que necesito para vivir.
Sendas que esconden secretos entre fresnos. Cuadras que cobijaron historias imposibles, encuentros amorosos, leyendas, cuentos, chismes contados entre colchones de yerba en los pajares. Viejos robles doblados por el tiempo y otros jóvenes que insolentes compiten por ver quien es más alto y da la mejor sombra. El umbrío camino será lecho de muerte para albergar la vida que llegue en primavera. Árboles con ramas enrejadas que cobijan nidos para vivir lo nuestro bajo las únicas miradas de curiosas ardillas que roban incansables bellotas y castañas. Ratones juguetones. Cortejo de venados. Ritos de sexo y sangre. Disparos a lo lejos resuenan en el bosque. 
Así, siguiendo esta cadencia milenaria, este ritual eterno, va pasando el tiempo y con ello agotándose transcurren nuestras vidas. He probado a tener por un momento el mundo bajo mis pies y me he sentido ridícula, minúscula ante la inmensidad de esta tierra, apenas una mota de polvo en medio del universo infinito. Y me he dicho: "Bendito otoño que vienes a redimir curar las penas del verano"

Caminos que serán lechos de hojas marchitas.

Pena Podre 

Montañas de caliza como escenarios falsos de cartón piedra de la película de mi vida.
Muros que albergan leyendas y sobreviven firmes al paso de los siglos.
Vista del Valle de Quirós desde la Peña de Alba (21 de setiembre de 2016)















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