Flor del avellano. |
Aquí
ha dejado de llover cinco minutos para volver a empezar. Hace
muchísimo frío y es extraño porque tenemos 7 grados, lo que pasa
es que como hay tantísima humedad tenemos el frío metido en el
cuerpo. Ahora llueve con rabia. Cada vez son más frecuentes las
tormentas. Esa lluvia que cae insolente haciendo daño a la tierra.
Antes llovía con placidez, orbayaba. Esa lluvia fina que no hiere la
tierra, pero la empapa y la llena de vida. Esa lluvia que te deja
salir sin paraguas, pero que te convierte en una sopa,
porque es como la gota que acaba haciendo un agujero en la roca,
persistente, constante.
Recuerdo
todas las tardes grises del colegio, mirando por la ventana, pensando
en las musarañas, orbayando, orbayando, todas las tardes, todos los
días, tantos años. Entonces no teníamos prisa por dilatar el
tiempo, porque el tiempo nunca pasaba y nosotros no crecíamos.
Ahora es otra cosa. Estudié la EGB en un colegio de monjas (porque
SI, yo fui a la EGB). En un edificio gris que es el recuerdo
que tengo de mi primer día de cole. Allí recibí la mayor
parte de la información que necesite para la vida. Siempre he
sido muy Fiona y muy poco Barbie y, ya sabes, las niñas en
el cole suelen ser muy crueles. Pero tuve la suerte de
beberme todo lo que me dieron las monjas que fue mucho, lo que me
dieron mis padres que fue más y la suerte de no ser de las más
tontas del colegio lo que me permitió sufrir lo justo y tener
fantásticas amigas de aquella época. Desarrollé un poco de talento
y mucho de amor propio y sólo me afectaba lo justo lo que decían de
mi. Hoy siempre le digo a mi madre que ojalá la gente sólo me pueda
criticar por mi peso. Sólo espero que digan que soy buena
persona.
Luego
hice el BUP y el COU en un instituto de barrio, barrio. El mismo
barrio dónde vivo ahora, sólo que ahora no es lo que era ni su
sombra. Todos los yonquis que nos aterrorizaban en los 80 se han
muerto. Se perdió mucha juventud en esos años fantásticos de la
transición, nunca lo había visto así, pero es cierto. Fue la época
de la libertad para todos menos para ellos. Fue una lacra.
Te
podía pasar de todo yendo a aquel instituto, pero una vez dentro,
reinaba una atmósfera de estudio y de compañerismo. Tuve
profesores fantásticos. La mayor parte de ellos eran un poco
hippies, algunos todavía hoy en una sesentena estupenda visten
chaqueta de pana. Claro eran los 80. Fumaban como carreteros, pasar
por delante de la sala de profesores podía suponer una
intoxicación. Eran otros tiempos. Nos dejaban expresarnos con
libertad y fomentaban que fuéramos nosotros mismos. Me tocaron las
huelgas de estudiantes del 88, mientras me preparaba para ir a la
Universidad, siendo representante de los alumnos. Ya ves, no es lo
mío pasar desapercibida. Seguí bebiendo de las fuentes del saber y
nada, yo en mi historia. También tengo amigos muy buenos de esa
época, los mejores sin duda.
Y
entonces llego la Facultad. Me equivoqué de carrera, habría
podido estudiar lo que quisiera, la verdad... Los niños del baby
boom, o sea, mi generación, ocuparon las aulas de la Facultad de
Derecho como buitres. Había más de 600 alumnos en aquel curso de
Derecho. Tuve un profesor de Griego fantástico que se llamaba, bueno
se llama porque es muy joven, Antonio, siempre dijo que lo mío era
la Filología. De hecho, el soñaba con que hiciera Clásicas y yo
soñaba con dedicarme a la enseñanza, pero de aquella no me
pareció práctico. PRACTICO, si no sé lo que significa esa palabra,
ni nunca lo he sabido. Yo que no soy práctica ni a la hora de
comprarme ropa, ni de ir al super. Cero de pragmatismo en mi
vida... bueno lo dicho me equivoqué de carrera, pero no me
arrepiento, no suelo arrepentirme de lo que hago, a veces, si de lo
que dejo de hacer, porque "la fortuna es de los audaces" y
la audacia no es una de mis virtudes, pero bueno...
Ya
ves cuántas ganas de hablar. ¡Qué fácil es contar y que te
escuchen! Es difícil aburrirse conmigo, soy como un manantial de agua, fuente, que
corre y corre. Una vez que me pongo en marcha ya no puedo parar y así en todo lo que toco, capaz de volverme loca y volver locos a los míos cuando entro en bucle,
De
todas maneras, te diré que hace tiempo enterré en un baúl parte de
la sinceridad que predique durante años, cuando vi que este mundo no
es de los sinceros, sino de los falsos y que se consiguen más cosas
con la diplomacia, que con la verdad pura y dura. Y disfracé parte
de mi, parte que estoy descubriendo ahora con la serenidad, con la
paz, con la tranquilidad que da la edad. No es bueno ser sensible en
este mundo que vivimos o, por lo menos, no es bueno que se note.
Gracias Beatriz por alabar la labor de las religiosas de vida activa. Gracias también a ti por estas palabras que me llevan a oler,saborear,sentir, las cosas que se fusionan y me hacen disfrutar del dia a dia.
ResponderEliminarA.
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ResponderEliminarHe eliminado el comentario anterior porque era el mismo que por error publique dos veces, Sorry!
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