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martes, 6 de abril de 2021

Corre el rumor...


En una serie en Netflix, The Umbrella Academy, Allison, una de las protas, tiene un superpoder, solo con decir “corre un rumor...” tiene la facultad de convertir el rumor en algo cierto. Allison ha sufrido mucho porque, en ocasiones, ha usado ese poder en beneficio propio y se encuentra en un momento complicado pues la gente llega a creer que siempre lo utiliza para conseguir lo que se propone. Pues corre un rumor que, si va y resulta ser cierto, es una total y absoluta falta de responsabilidad y es que, mientras los demás estamos en casa o en mínimos de interacción social, mordiéndonos las uñas por las ganas que tenemos de volver a abrazar a nuestros padres y de volver a reunirnos con nuestros amigos, algunos se pasan por el arco de triunfo todas las medidas de seguridad y de prevención. No digo yo que se pongan las mascarillas para todo pues es un hecho probado que en la montaña la densidad de población es tan pequeña que yo me he tirado semanas en las que solo me encontraba con un vecino y eso si había suerte. Señores, ahora no es tiempo de fiestas ni de reuniones, que sí, que está siendo muy largo, que sí, que ya necesitamos un poco de “algo”, lo que sea, pero pienso en otras situaciones similares y en los muertos que provocaron y sumaron al total que a nivel mundial ya son más de 3.000.000 (TRES MILLONES, TRES). Y es que, mientras escribo estas líneas, no puedo dejar de pensar en todos aquellos que no han podido celebrar a los suyos en este último y larguísimo año. Pienso en unos novios que en verano aplazaron su bodón y ahora se van a casar solo con los testigos, en una madre que lleva año y medio sin ver a un hijo al que la pandemia pillo trabajando fuera, en los niños que no han podido celebrar sus cumpleaños con sus amigos, en los abuelos que quizás no puedan venir para la fiesta de la Primera Comunión de su nieto al que resulta que no ven desde el verano, sí, el verano de la Asturias “free COVID” que luego se desbocó hasta hoy mismo. Y sigo pensando que mientras las bibliotecas, museos, salas de exposiciones, cines,... han sido castigadas e igualadas a los bares, pobres de todos ellos, unos por seguros y otros porque han hecho lo imposible por serlo, existen infinidad de lugares donde la gente se reúne sin control y va y yo no puedo reunirme en mi casa con mis amigas pero los vecinos de cualquier aldea pueden ir a su centro social a limpiar, a tomar una copa o a ver un partido de futbol. Qué diferencia entre unos y otros? No son las ganas porque ganas tenemos todos. La diferencia es la responsabilidad, la empatía para pensar por un momento en las UCIS y en los muertos y la resiliencia que parece que solo nos hemos sabido adaptar a lo nuevo algunos, coño, que hay que buscar una óptica nueva desde la que entender y enfrentar las relaciones sociales y sí, a mi no me gusta no ver la expresión de la cara del otro, ni su sonrisa, pero igual hay que empezar a mirarnos más a los ojos. Corre un rumor y si resulta ser cierto habrá que reflexionar sobre qué o quién nos da poder para jugar con la Salud de nuestros convecinos y es que “la mujer del César no solo tiene que serlo sino también parecerlo”...ahí lo dejo para la reflexión.

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