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sábado, 20 de mayo de 2017

La revolución del caracol.


Tiene el caracol dos características principales que lo definen. Primero carga su casa. Adonde va, arrastra todo lo suyo. Y segundo si hay un peligro se repliega y protegido por su débil carcasa, se queda dentro feliz como una perdiz hasta que amaine y vuelva la calma.
Vaya por delante que la foto que acompaña esta entrada es de un caracol quirosano que estaba el pasado domingo en la antojana de mi casa y que la saque sin saber para qué iba a usarla antes de toda esta semana intensa en la que saltó la polémica que afortunadamente hemos saldado de forma positiva. Hemos suspendido en el foro de discusión porque nadie ha entrado a rebatir lo que se dirimía y hemos aprobado con sobresaliente la iniciativa de Jorge que era lo que nos ocupaba.
Como sé que esto lo lee gente que no es de Quirós, voy a contar por encima que nos ha ocupado esta semana. Empiezo presentando a uno de los protagonistas. Jorge es un quirosano que se ha ido a vivir al Brasil. El y su pareja se acaban de marchar. Jorge ha sido taxista en Quirós muchos años y es un gran aficionado a la fotografía. Durante este tiempo y dado que en el taxi hay muchas horas muertas (mi abuelo materno que también lo era, las mataba leyendo novelas del oeste), Jorge hacia fotos con una cámara de la que no se separaba. Empezó para probar la cámara y acabó convirtiéndose en su fiel compañera de fatigas. Iba por los pueblos retratando personas y rincones. La gente posaba para él, lo que se demuestra en que muchos son retratos tomados de cerca en los que están mirando al objetivo, contestando a alguna pregunta que les haría Jorge que además también es un gran conversador. Seguramente no sabía que iba a hacer con las fotos, quizás guardarlas como los auténticos tesoros que son. No creo que su intención fuera publicarlas, pero ocurrió que el caracol Jorge se llevo dentro de su casa a Quirós y a su gente en forma de fotos y para sentirse cerca de su tierra y/o mostrar la historia más reciente del concejo a través de sus habitantes, comenzó a colgarlas. Una por día. Eran  recibidas con cariño y expectación, despertando en los habituales de las redes sociales un interés extra por el grupo “Somos de Quirós”. Las fotos de quirosan@s hechas por Jorge eran esperadas cada día. Mi madre pudo ver a Salud de Bárzana o a Mary y Corsino a los que hacía siglos que no veía, pero también a Nati la Carrilona que la acogió con cariño cuando recién casada llegó a este concejo. A mi esta tarea me parecía muy guapa y emotiva.
Pero ocurrió, ayyyy los quirosan@s, que alguien le sugirió seguramente con buena fe que sus fotos podían molestar a otros, que si el derecho a la imagen, que si tal y cual,… y el caracol Jorge en lugar de abelugase en su casa a esperar que pasara el chaparrón, decidió, dando muestras de gran inteligencia, exponerse en las redes. Si me hubiera pasado a mi, yo hubiera seguido publicando las fotos, quizás colgando el cartel de “si os molesta mandadme un privado”, pero no me habría expuesto a que la gente opinara, se ve que soy más cobarde. Jorge hizo lo correcto y no sólo recibió un espectacular baño de cariño, no sólo hacia su persona, porque Jorge, a salvo de algunos “malos quereres” que tenemos todos, es un tipo muy querido en Quirós, sino también hacia su trabajo de “contador de historias”, volcándose la gente y publicando un montón de fotos de los suyos. Dice algunos que Jorge se tomo la licencia de publicar fotos de hombres y mujeres que no eran de su familia, pero acaso ¿no somos todos los quirosanos familia? Escuché esta semana en la radio que todos los europeos descendemos de un único sujeto procedente de Francia, pues ¿entonces? Y es aquí donde viene la parte literaria que ye la que a mi me ocupa.
Algunas semanas no hay historias sobre las que me apetezca escribir. Otras, tienes una foto de un caracol, te metes en un proyecto de escribir cartas y te encuentras con este jaleo en las redes. Y quieres escribir de todo.
Jorge ha retratado a este concejo. Igual que alguien cuenta la historia de su vida en una carta que envía desde el otro lado del charco a la familia que ha dejado aquí, los retratos de Jorge han sabido contar la historia de cada uno de sus protagonistas. Cada quirosano y quirosana, también de adopción, han dejado que Jorge retratara sus almas, de forma que en sus miradas limpias y serenas podemos leer sus historias de trabajo y privaciones, de penas y alegrías, de huertas trabajadas y de manos arrancando mineral de las entrañas de la tierra, de pérdidas de hijos y de esposos, pero sobre todo, Jorge ha imprimido en sus retratos en carácter de un pueblo, que a veces es un poco, ¿miserable? bueno, mejor retorcido.
Voy a contar una anécdota a cuenta de lo que decía Luis Álvarez Pola, al que aplaudo desde aquí por las palabras que dedicó al asunto, de que en muchos sitios algunos pagarían por ver estas fotos en una exposición. Este verano pasado hubo en Quirós un fotógrafo americano sacando fotos a Quica con Eloy. Charles estaba preparando una exposición, buscando a lo largo y ancho de esta España nuestra (o ajena, porque ya no sé que es España nuestro), hombres y mujeres de más de 105 años para retratarlos con su descendiente más joven. Pues sólo dos ideas, Charles se puso en contacto con nosotros (con todos) por las redes sociales, le contestamos: Judi la americana de Faedo, Jorge el taxista y yo, si es verdad que luego la familia que estaba buscando se prestó al proyecto y todo fue genial. Esa exposición es una realidad que ya ha estado en Sevilla y ahora está en Mérida. No sé si Charles hizo firmar un contrato a los retratados acerca de la cesión de su imagen, puede ser, tendría que enterarme, pero efectivamente hay gente que hace de la fotografía un arte convirtiendo las fotos en auténticas historias de vida.
Gracias Jorge. Te mando un saco de abrazos de amiga y mi solidaridad como compañera.

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