¡Feliz mágica Noche de Reyes! |
Aquella noche, la de mi
recuerdo, yo me desperté pronto y mientras todos dormían, me
acerqué hasta la salita para ver si habían venido. Allí, sobre la
mesa, la ví. Estaba llenando de luz toda la estancia y eclipsando el
resto de regalos. Sobre la mesa estaba la Nancy rubia más
bonita del mundo. Iba vestida de esquiadora. No le faltaba un
detalle: sus botas y su gorro, sus esquís y sus bastones de color naranja, sus
gafas para la ventisca y su traje. Era perfecta. Yo creo que
aquel mismo año los Reyes me dejaron también su habitación: su
armario, su cómoda y su camita, todo en blanco y azul, intemporal
por lo clásico y totalmente actual por lo minimalista. Sin embargo, todo
quedo apagado por la luz que desprendía aquella muñeca. Luz que
recuerdo perfectamente. Luz que probablemente mi memoria ha
magnificado. Luz a fin de cuentas. El otro día cuando en una
carta manuscrita a los Reyes me pedía una Nancy, junto a otras cosas
como música, color, aventura, trabajo y energía, en muchas de mis
amigas despertaron también sus recuerdos. No es extraño que esa
muñeca que va camino de los 50 años sea un icono de la infancia
de muchas de nosotras. Mujeres treintañeras y cuarentañeras que al
igual que esta Nancy clásica y de colección, estamos viviendo nuestro mejor momento, un
momento dulce, de madurez, de equilibrio, de sensatez. Aunque, en mi
opinión, las mujeres siempre estemos en el mejor momento, el
presente.
Pero volviendo a las
noches de Reyes de mi infancia, mi madre normalmente hacía milagros.
Igual que una hechicera, conseguía que nos fuéramos temprano a la
cama y transformaba aquella pequeña habitación en el rincón más
maravilloso del mundo. Se esmeraba mucho, muchísimo. Ella había
sido una niña muy feliz. Sus padres y, sobre todo, sus tías se
habían esforzado en hacerla vivir muchas noches especiales de Reyes
porque para su familia, la mía, ese día siempre había sido y es
sagrado. Mi madre como una alquimista convertía mis viejas muñecas
en nuevas, acicalándolas y comprándoles vestidos nuevos. Haciendo
este ejercicio de memoria, vienen a mí los recuerdos de otras
muñecas, de otros juguetes: un triciclo amarillo y una bicicleta
azul, un monopatín naranja y unos patines. Otro año en el que mi madre
haciendo uso de su poder convirtió aquella mesa en el salón de baile de un palacio con suelos
de mármol para otra Nancy, esta vez pelirroja y con un vestido de
princesa color verde turquesa que llevaba una banda, pero nada fue como
aquella mañana de un 6 de enero del siglo pasado ya, cuando la
inocencia todavía era real y las preocupaciones no existían.
Hace años que las Noches
de Reyes han cambiado de significado para mí. Al principio cuando se
va perdiendo la ingenuidad de la niñez, te sientes importante porque como guardián del castillo,
proteges un secreto frente a tu hermano más pequeño y te conviertes
en cómplice de los adultos. Luego parte de la ilusión o se renueva
con niños en tu familia o va remoloneando, sin decidirse a
abandonarte del todo. Entonces no son ni mejores, ni peores, son
sencillamente diferentes. Estos últimos años mi compromiso pasa por
participar en la Cabalgata de Reyes de Quirós. Se trata de una
cabalgata sencilla, que sale adelante con mucho esfuerzo y con el
trabajo de muchas personas. Los Reyes Magos suben la Cobertoria para
darse un garbeo por Bárzana, acompañados por el Grupo de Gaitas
Manolo Quirós y seguir su camino, llevando su cortejo de ilusión y
fantasía hacia Oviedo. Doy fe que se trata de un trabajo muy duro,
pero merece la pena. Hacer feliz a un solo niñ@ ya sería una gran
recompensa, aunque nuestro objetivo sea llegar a todos los niños del
concejo, los que viven allí y aquellos que tienen en él sus
orígenes. Estoy muy satisfecha a pesar del cansancio. La gente
quirosana es generosa y trabaja bien si el objetivo es claro. Además
la Cabalgata se complementa con el Conciertín de Jóvenes Músicos
quirosanos y con una gran chocolatada, lo que convierten al día 5 de
enero en el más ajetreado del año.
Después por fin se
acaban las fiestas y todo vuelve a la normalidad. Finalizan los
excesos, las reuniones familiares, los encuentros con los amigos que
están fuera, las compras y las prisas. La felicidad es un estado que pasa por todos los
momentos que hemos compartido en estos días. Mañana habrá que
replegar las velas y encaminarnos a otro puerto. Colgaremos el cartel
de cerrado hasta el año que viene y comenzará la espera de las próximas
navidades. Estas para mi han sido raras, diferentes. El tobogán por
el que me lance al principio ha conseguido que no me haya embargado
la melancolía. De hecho unas fiestas que según te vas haciendo
mayor se van convirtiendo en amargas, han sido divertidas,
expectantes, emocionantes. Ahora lo importante es el presente y
el futuro, los 359 días de oportunidades que nos quedan de este
prometedor 2017 que acaba de llegar para quedarse, porque el pasado
ya no existe y lo mejor está por venir.
hola Bea! soy Lara, me encanta lo que escribes, yo también me he animado, con calma, soy de la nueva hornada! jaja un besín!
ResponderEliminarMe ha llenado de ilusión leerte, Bea. Muchas gracias.
ResponderEliminargracias Olga, siempre cariñosa y detallista! un abrazo
EliminarEmotivo, como siempre, y con una excelsa literatura. Para cuando una novela?
ResponderEliminarQué generoso Alfonso! Hablamos de mucho trabajo y tiempo, sigo buscando una historia, todo llegará...
Eliminar