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jueves, 18 de agosto de 2022

Teresa Tuñón



Llevo días dando vueltas a unas letras que nunca hubiese querido escribir, pensando en que la muerte de Teresa no me cogiera a contrapie, pero la muerte, también la anunciada, siempre llega por sorpresa y aquí estoy debatiéndome entre la pena de perder a una amiga y la alegría por saber que ha cumplido su deseo. La enfermedad terminal de Teresa Tuñón, amiga y compañera, apoyo que tuve cuando la necesite (recuerdo algunas charlas en su casa, ellas tejiendo y escuchando mi rollo, siempre atenta a lo que yo quería o necesitaba contar), la colocó en las últimas semanas en el foco de la actualidad al haber solicitado, estando en plenitud de facultades mentales, la eutanasia. Ella merecía morir dignamente, ella eligió morir dignamente. Nos ha dejado.

Teresa Tuñón, militante de izquierdas, activista social y cultural, defensora de los derechos de mujeres y oprimidos,  sufrió en el último año la pérdida irreparable de una de sus hijas que luchó como una jabata contra el cáncer al que finalmente no pudo vencer. Frente a la enfermedad de su hija, Teresa madre fue apoyo incondicional, pilar firme junto a la hija que se iba. Tras su muerte, el dolor de Teresa se transformó en soledad. Una mujer cuya casa estaba abierta a compañeros de la lucha política, colegas de trabajo, familia y vecinos en general, eligió pasar su duelo lo más retirada posible. Todos pensábamos que el tiempo atenuaría el dolor que no la pena y que Teresa “volvería a ser” la mujer que era, sin embargo, la enfermedad que no entiende de duelos volvió a llamar a su puerta y con la enfermedad y una ley llegó la posibilidad de partir a buscar la paz por la que tanto luchó en vida y un descanso que ya se merecía.

Teresa nos ha dejado a la edad de 87 años, ha podido con la burocracia, su excepcional situación ha acortado los plazos. Deja atrás una vida larga en la que hubo de todo. Madre de 7 hijos de los que enterró a tres antes de tiempo, viuda joven, concluyó sus estudios de mayor, sacó sus oposiciones y fue profesora de Formación Profesional, concejal en Grao durante el mandato de Pepe Sierra, comprometida hasta el extremo de ser escudo humano en objetivos civiles durante la Guerra del Golfo, culturalmente inquieta (cuando hace unas semanas me hizo llegar uno de sus libros que aún no he abierto inmersa como estoy siempre en batallas que no merecen la pena, me supo a despedida, te prometo Teresa que lo leeré con cariño), viajera incansable, pasaba los inviernos en Marruecos desde donde colgaba preciosas puestas de sol o comentarios de lo que veía desde su ventana. No fueron así los últimos inviernos, la pandemia y la enfermedad de Marga no la dejaron volver. Ante la expectativa poco halagüeña de la enfermedad propia, la eutanasia le abrió la posibilidad de no alargar el angosto y doloroso camino que le quedaba. La diferencia entre la eutanasia o dejar que la enfermedad siga su curso es recortar el sufrimiento, morir en su cama, en su casa de Bárzana, rodeada de los suyos, pero más allá de poner fin a un dolor que se prorroga innecesariamente se encuentra el ejercicio de un derecho, un derecho que Teresa defendió  como primero defendió otros. Teresa eligió  ser ella la que decidía y lo decidió cuando aún podía hacerlo para poner un “the end” digno y también para “no dar más lata”, no ser una carga para sus hijos. Teresa ha ejercido su derecho y se ha ido en silencio como quería hacerlo. En las últimas semanas hablamos mucho por whatsapp, la enfermedad no la dejaba usar el ordenador pero si el móvil y yo apreciaba una Teresa plena de sentido, firme en su postura, decidida a partir, dejando algunos temas encima de la mesa y no renunciando a otros. Lo que hablamos queda para mi, pero fue reconfortante, por eso mi corazón está dividido.

Querida Teresa, desde estas líneas te mando todo mi cariño y respeto para este tiempo difícil y complicado. No te voy a decir nada más porque en muchas ocasiones (casi siempre) las palabras están vacías de contenido y lo que cuentan son las emociones. Me duele despedirte, queríamos que consiguieras agilizar este objetivo, que la burocracia no te venciera y así ha sido. Espero que te hayas ido en paz, es lo único que se puede desear para las personas importantes como tú. Nos dejas un referente de mujer coherente y luchadora hasta el final, pero también nos dejas un hueco imposible de llenar. Trabajaremos por mantener vivo tu recuerdo e intentaré hacer los deberes que me has puesto. Nos conocimos tarde pero siempre encontré en ti una mano amiga y un lugar donde cobijarme, tengo muchas anécdotas que guardaré en mi corazón. Te echaré de menos Tere.

1 comentario:

  1. Te ha regalado tiempos maravillosos y se nota, eso ya no te lo quitará nadie, ella siempre con todos, pero sobre todo ella y lo especial que era como ser humano, yo la he conocido pero no la he tratado mucho, nunca nunca te dejaba indiferente. Me alegro de su descanso y me apena que haya visto partir a tres hijos. Descanse en paz, descanso muy muy merecido.

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