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sábado, 2 de julio de 2022

Alvaro Fernández Viejo, Güelu del Aramo 2022

Si hay algo verdaderamente emotivo y que hace que la Fiesta del Cordero sea algo más que una fiesta de prao es la entrega de los títulos de “Güelos del Aramo”, un hombre y un mujer que, alternativamente de Quirós y Lena, reciben el abrazo y el reconocimiento de sus vecinos por una larga vida de trabajo, una vida dura, con dificultades semejantes a las que los ganaderos encuentran en el propio Aramo. Días de ciego noblina, de tormenta que parece que no escampla, días de orbayu y aburrimiento, pero también días de sol espléndido en los que la vida parece que sonríe. Qué mejor sitio que el mismo Aramo para rendirles ese aplauso. No hubo suerte este año y por decisión de los alcaldes de Lena y Quirós, concejos hermanos en esta fiesta y en tantas otras celebraciones y batallas (que no solo de fiestas viven quirosanos y lenenses) se suspendió ante las previsiones metereológicas. Y había ganas, muchas, desde 2019 que se celebró la última vez, pero los güelos del Aramo 2022 se quedaron sin fiesta que queda aplazada para el año que viene “si llegamos allá” como nos dice Alvaro Fernández Viejo, natural de Tene (Quirós) que nació en 1934  y que volvió a su aldea completada su vida laboral en la Pola, primero la mina de espatofluor, “las Pepas” en Ricao, las obras del pantano,... Casado en Ricao con Carmina que falleció prematuramente, sacó adelante a dos nenos de 5 y 3 años “Alvarina y Nacho, saquélos arriba solo y esos dos hijos son mi orgullo, sacarlos adelante y que sean como son. De eso es de lo que estoy orgulloso”. Dos nenos a los que educó lo mejor que pudo “la mi hija, a los catorce años dijo que quería dejar el colegio donde estaba interna y que si la enseñaba a cocinar que atendía ella la casa y así aprendió, conmigo. Le decía, echa la sal con una cucharina y mejor echa poco que si hay que echar más estás a tiempo, luego fue a aprender a coser y hasta hoy”. Me cuenta después de haber llegado yo tarde a nuestra cita y de sacarle de la partida de tute que echa los fines de semana “cuando hay gente, jugamos, pero sin enfadarnos”. El tute y pasear, pasar tiempo en la solana antojana junto a su hijo Nacho con quien convive, charlar con los vecinos, así día a día. Alvaro avanza en su camino añorando tiempos en los que había mucha gente por los pueblos, familias grandes como suya propia “nosotros éramos cinco, yo el más pequeno” y ahora el que queda. “Aquí sembrábamos de todo: patatas, maíz, escanda,… todo tierras de labor y ahora nada”. Echó a andar las vacas y las pitas cuando un día descubrió que “trabajaba para dar de comer a ratones y pájaros” nos cuenta como anécdota este hombre menudo que conserva unos ojos llenos de picardía, conversador y bromista, amigo de refranes, al que respeta la salud y que mantiene intacto el humor, “solo tomo una pastilla para la tensión y una de calcio”. Historia viva de un tiempo diferente. No está muy conforme con la cancelación de la fiesta, “no dan tan malo el tiempo en la televisión”, pero asume la decisión, “así el año que viene podrá ir Karina, la mi nieta, que va a dar a luz estos días”. En unos días estrena el título de bisabuelo, un título que le llena de alegría. Quedamos emplazados para el 2023 “Alvaro”, le digo, “en el próximo Cordero invito yo al vermú” y sonriendo me dice “acuérdate neña que yo voy a acordame” Dejo Tene, un pueblo lleno de vida, vida longeva, pero vida. Voy a saludar a Pedro, un hombre que me llena de serenidad, visita obligada, más allá de los mis primos, su hermano Esteban fue el primero que conocí de Tene, ahora ya los conozco a todos. Cómo me gusta Tene y su gente. Llenar los pueblos, una utopía. Mostrar admiración y respeto por estos mayores, hemos llegado hasta aquí gracias a ellos, una obligación.

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