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miércoles, 9 de marzo de 2022

El Cantu de Murias




Allá por 2014, quiero creer, aunque ya no tengo nada seguro, Claudia Alvarez Alvarez, Bea Prada Noval y yo iniciamos un periplo para conocer todos los pueblos del concejo. Aquel verano de caminatas fue muy fructífero en conocimientos de nuestra Madre Tierra (en el sentido de orígenes de las tres, una 100% quirosana y las otras dos solo 50%) y en crecimiento de nuestra relación. No volvimos a vivir un verano como aquel y no volveremos a hacerlo porque nosotras, nuestras vidas, Quirós y el mundo han cambiado mucho, sin embargo, en aquellas coordenadas espacio temporales, todo sonreía para que excursionaramos y hoy podemos recordarlo con cariño y cierta nostalgia, éramos más jóvenes, más inocentes y quizás nuestro futuro más prometedor (la pandemia y la guerra actual ha oscurecido todo esto mucho más de lo que hombres y mujeres de buena voluntad querríamos). En fin. En nuestra primera excursión fuimos a Bermiego, lo típico, cerca, vecinos queridos y siempre como reclamo el Teixo (aún no había caído el Rebollo). Y en el cantu Murias (tb llamado el Tchano Murias) encontramos a una pareja sentada echando la tarde (creo que era de tarde, tendría que repasar las fotos), puede que estuvieran con alguien más e incluso puede que fuera Luisina o que a Luisina la hubiéramos encontrado cerca de la capilla, no recuerdo muy bien… el caso es que una costumbre de buenos montañeros es parar a charlar con los paisanos del lugar, intercambiar pareceres sobre el tiempo, la dificultad de la ruta, la belleza del sitio y preguntando, preguntando dar con el origen y ancestros de los visitantes que, lógicamente y en este caso más, siendo nuestras aldeas vecinas eran conocidos de Lucio y Balba que así se llamaban el matrimonio que echaba la tarde descansando en tan atopadizo banco, buenísimo descanso de caminantes. Allí Balba muy conversadora nos llevó de la mano hacia su juventud de la que nos contó anécdotas y andanzas mientras Lucio charlaba con Claudia y le daba recuerdos para su padre Selino del que había sido compañero de trabajo.  Nos dimos cuenta de que Lucio sostenía a Balba en la realidad cercana de la que ella se alejaba, poco a poco, y que, juntos, mantenían ese equilibrio que tienen las parejas que llevan tanto tiempo haciendo este camino y a las que la vida, a veces, da golpes de los que es imposible recuperarse. Allí estaban juntos, plantándole cara a la vida y sobreviviendo. 


Luego conocí a Luci, y a Ludi, y a Mabel (a Rosi no la conocí) y supe de ellos en este tiempo, “ahí van” y ahí iban, envejeciendo cuando llegó la pandemia y cuando en ese tiempo perverso, se fue Balba. Hoy despedimos a Lucio y tengo conmigo el dolor de quién no quiere perder a más mayores. Quizás sea complejo de Peter Pan o quizás sea que son ellos, nuestros mayores, los que hasta ahora espantaban el miedo y nos daban la seguridad de que nada malo iba a pasarnos a pesar de todo… Descanse en paz Lucio que ya estará junto a Balba, los dos mozos de nuevo. Mi abrazo a los suyos.


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