Vistas de página en total

miércoles, 10 de julio de 2019

"La vida en cuatro letras" Carlos López Otín


Que la situación de estrés y acoso laboral sufrida por uno de los mejores científicos de la comunidad internacional, español, aragonés y profesor en la Universidad de Oviedo, haya dado como resultado este libro, en mi opinión, es un triunfo para la divulgación de la ciencia. Que López Otín escriba un libro de "autoayuda" en el que junto a mucho términos científicos hay multitud de referencias culturales (de todas las expresiones artísticas) es la demostración de que los investigadores son hombres del Renacimiento y no bichos raros encerrados en un laboratorio (o al menos este en concreto). López Otín da muestras de su increíble capacidad didáctica, de forma tal que yo "que soy de letras puras" me he empapado de ciencia y he aprendido un montón. Hace unos años, no muchos, entrevisté a uno de sus discípulos, Fernando García Osorio, quirosano para más señas, y me sorprendió la capacidad que tienen (más tarde también entrevistaría de Mario Fernández Fraga, otro cientifico de mi concejo) para ponerse al nivel de los profanos y hacer que no nos sintamos ignorantes del todo. El autor nos enseña muchas cosas, pero me quedo con una conclusión: cuando descubres que eres mortal debes de empezar a vivir, a disfrutar de la vida y a intentar buscar la felicidad, felicidad que para muchos es ausencia de enfermedad y para otros darse de forma entusiasta a los demás (y dice el autor que en esta entrega generosa hay mucha más posibilidad de ser feliz que en otras aptitudes). Leerlo os gustarán sus reflexiones. Yo ahí voy cultivando el arte japonés de "recomponer lo roto". Un libro que sana los rotos del alma o que, por lo menos, te da herramientas para intentarlo.


Leo el libro y se me ocurren cosas. Nada más acabar de leer “La vida en cuatro letras” empecé a discurrir la fórmula para traer a Carlos al club de lectura de Quirós. Reconozco que fue sencillo, un email y lo demás fluyó solo. López Otín aceptó de inmediato la propuesta que, en todo momento, era de un encuentro con los lectores, algo pequeño, familiar, una tarde de esas que crean comunidad y que nos hacen crecer como personas. Al principio solo Marga y yo lo sabíamos, de hecho, cuando recibí la primera respuesta, casi me da un pasmo, la llamé inmediatamente y las dos estuvimos de acuerdo en que era una gran idea, no dimos más información a nadie porque había que encontrar una fecha y eso parecía lo más complicado y porque la prudencia es una virtud a practicar. Los concejos pequeños hemos de generar noticias, y que mejor que noticias amables. Trabajamos por dar visibilidad al concejo y por la descentralización de la cultura. Si el científico había visitado y departido con lectores de Oviedo, Avilés, Mieres, Cangas del Narcea, por qué no con los quirosanos. Menos de dos meses después de aquel primer email, recibo el correo definitivo, de lunes me ofrece venir el jueves, ya sé que algunos pensasteis, así me trasmitisteis, que era un poco pillado, Marga tuvo que anticipar un día su vuelta de las vacaciones, tenía que ser sí o sí, y así fue. El jueves allá fuí yo a recoger al científico en la Facultad de Bioquímica. Realmente yo soy tímida, así que estaba un poco acobardada, pero fue facilísimo. López Otín, el hombre, es un ser entrañable, cercano, que llegó a todos y cada uno de los que estuvimos presentes en su charla, que no fue tal, sino más bien un diálogo.


Y va y Carlos pasa por la biblioteca de QUIRÓS, para compartir con los lectores y con nosotros, Roberto, Marga y yo misma, lectores también pero en este caso cómplices. Nerviosos como novatos antes de un examen, a los que no van a examinar de nada, en todo caso, nos examinarán, cuándo toque, de la vida y tendremos que rendir cuentas (ante quien sea) de lo que hemos hecho o dejado de hacer, pero mientras tanto la tarde del jueves 4 de julio fue una tarde llena de armonía molecular y emocional. Una tarde para el recuerdo, una de esas tardes que escriben la historia de un concejo. Si os lo perdisteis, quién sabe, quizá algún día repitamos, con este o con otro libro, pero sobre todo, para  hablar de vida, de curiosidad, de conocimiento,... porque uno de los peores males de este mundo no es otro que la ignorancia. Y fue mi curiosidad y mi inocente osadía la que nos llevó a una tarde de esas en las que la vida te ofrece cosas nuevas para dar GRACIAS.



No hay comentarios:

Publicar un comentario