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sábado, 28 de mayo de 2016

Hermanos


En ambas fotos está mi padre con sus seis hermanos, en la primera los padres y los siete hijos. Mi padre es el más joven. Lógicamente ha pasado mucho tiempo. La de abajo es en 1996, (Madre, cuánto tiempo ha pasado y cuántos me faltan) Buscándola me he dado cuenta de que son una constante en mi vida, ayer, hoy y para siempre. Todos están plasmados en el blog, unos mas que otros. Mi tía Hortensia que fue la que primero nos dejó y a la que tanto echo en falta. Me enseñó muchas cosas, entre ellas el valor de ser una mujer independiente. Tenía arrestos para haber volado alto, era inteligente y valiente, hubiera conseguido lo que se propusiera pero las circunstancias y la falta de oportunidades le cortaron las alas. Mi tía Maruja que dicen que es a la que mas me parezco y a la que enterramos el día que anunciaron el matrimonio de Felipe con Letizia, como veis esa fecha está unida a mi historia por razones diferentes. No tuvo hijos. Era bruta, la más bruta, quizás escondía así la pena que llevaba por no haber sido madre o quizás simplemente era una mujer de campo que no tuvo las suerte de desarrollar la sensibilidad y la dulzura que habita en el fondo de todas ellas. Mujeres como la tierra que pueblan, fuertes y duras, pero sensibles al dolor y a la belleza. No a la belleza del arte en el sentido que los urbanitas lo entendemos, pero sí a la belleza del monte y de las cosechas, de los animales y de la vida. Mi tía Alicia que se murió un día que yo cumplía años y que me hizo entender que algunas cosas no eran importantes. Recuerdo el disgusto que me pillé en casa de mi abuela Elena cuando me dijo que había llamado mi madre. Muchas veces, tantas, damos importancia a cosas absurdas y lo importante, lo verdaderamente importante pasa desapercibido. La trate menos o, mejor, la conocí menos, no sé si por mi culpa o por la de ella. Mi tío Amador con los ojos azules más guapos del mundo y que valoraba un plato de sopa como la ofrenda de amor más hermosa que le daba su hermana mayor con la que tanto tiempo estuvo. Mi tío Armando que fue el niño más mocoso de Salcedo y mi tía Domitila, "te fuiste y nos dejaste a todos huérfanos". Ayyy, Domitila qué final más injusto y doloroso.
Y mi padre, mi padre al que pido perdón por no ser la persona que él espera o por serlo. Se lo pido porque, a veces, para sanar y seguir hay que pedir perdón, una y mil veces. 
Todos mis tíos dejaron algo en mi, quizás fuera la forma de estar y hacer o quizás el vínculo que me unió a ellos pasa por haber perdido tan pronto a mis abuelos paternos. Ser tío es un honor y hay que estar a la altura o, al menos, intentarlo.
Ellos no eran perfectos como hermanos, ni mucho menos. Eran simplemente hermanos. Ser hermanos en realidad no es fácil, de hecho la historia de la humanidad está llena de traiciones entre iguales pero mis padres me enseñaron a respetarlos y a quererlos. Junto a la familia de mi madre que tiene solo dos, pero lo compensaba con sus tíos. He vivido rodeada de familias grandes, de tanta gente que nos quería.


Os quiero infinito dónde estéis (también al que falló por los pecados de otros precisamente porque su debilidad le hizo más humano).

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