Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización. Los bárbaros son los que consideran que los otros, porque no se parecen a ellos, pertenecen a una humanidad inferior y merecen ser tratados con desprecio o condescendencia. Ser civilizado no significa haber cursado estudios superiores o haber leído muchos libros, o poseer una gran sabiduría: todos sabemos que ciertos individuos de esas características fueron capaces de cometer actos de absoluta perfecta barbarie. Ser civilizado significa ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los otros, aunque tengan rostros y hábitos distintos a los nuestros; saber ponerse en su lugar y mirarnos a nosotros mismos como desde fuera.
(Extracto del discurso de Tzvetan Todorov en la recogida del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. El País, 25 de octubre de 2008)
Mural urbano, Oviedo, 2017 |
La Asociación de Mujeres Valle de Quirós comienza febrero sumándose a la campaña de recogida de material higiénico sanitario dirigida a mujeres, niños y personas mayores, refugiados y desplazados, en situación de desamparo víctimas de la guerra de Siria. Durante el mes de febrero y, en nuestro concejo hasta el 15 de marzo, las personas que así lo deseen pueden colaborar aportando pañales de bebé, pañales para personas mayores, compresas y toallitas higiénicas que serán recogidos por la mañana en el Ayuntamiento, y por la tarde, en el Telecentro. Finalizado el plazo, representantes de la Asociación llevarán a Gijón el material conseguido que se entregará al Consejo de Mujeres de Gijón, que es el impulsor de la campaña. No se trata de una iniciativa política sino de una propuesta del colectivo por la igualdad del Ayuntamiento de Gijón. Es un proyecto solidario hecho por mujeres y orientado a los grupos más desprotegidos en los campos de refugiados (bueno, los de siempre). La campaña finalizará en Gijón el próximo día 31 de marzo, desde allí el material se trasladará a los campos de refugiados. En Quirós, la Asociación de Mujeres, que cuenta con el apoyo y la participación del Ayuntamiento, será el sujeto activo de la misma.
Es de recibo decir que la campaña me llega a través de IU regional y a partir de ahí, tras compartir la iniciativa en los medios, la respuesta no se hizo esperar. Por mi parte, la traslade, tras enterarme de quien estaba detrás y fueron muchas las personas que se interesaron para que sacáramos adelante este gesto que puede que sea meramente simbólico, pero que es un gesto en positivo a fin de cuentas. Sumando ganamos todos. Y es que la SOLIDARIDAD se escribe con pequeñas acciones que van mucho más del valor económico que tienen.
Para mi lo realmente importante es ponerse, por un momento, en el lugar de las mujeres refugiadas. Cosa que, por otro lado, es absolutamente imposible cuando tienes calefacción central o lumbre en la chimenea, ropa seca para cambiarte, cuando la nieve solo te incordia porque te moja la ropa despues de hacer un muñeco con tus hijos, cuando sabes que tu casa no va a volar por los aires consecuencia de un ataque aéreo o cuando vas al lineal del supermercado y un gesto tan sencillo como elegir libremente tu marca de compresas preferida es posible.
Refugiados, Belgrado foto de Andrej Isakovic |
A la luz de esta campaña, me horroriza lo que tanto mujeres como hombres comentan sin pudor en las redes sociales, no sé si con ánimo de provocar o simplemente de polemizar, equiparando nuestra situación con la situación de Siria. Señores, es que ESPAÑA NO ES SIRIA, por mucho empeño que pongan algunos en comparar dos situaciones completamente opuestas. Lo nuestro es pobreza originada por un sistema económico y político tramposo y obsceno que nos lleva al límite al mismo tiempo que articula distintos medios y ayudas para salvarnos de la indigencia más absoluta, pero condenándonos a ser pobres. Porque como me decía una amiga hoy ¿qué es realmente ser pobre en nuestro país cuando hay gente que amparada en el salario social no acepta una oferta de trabajo porque gana más quedándose en casa? Y, sí, esto pasa, como también pasa que hay gente a la que desahucian y otra durmiendo en la calle, desgraciadamente.
Mientras esto ocurre en España, en Siria hay una guerra. Una guerra en la que entre 2011 y 2015 y según datos de Naciones Unidas han muerto más de 250.000 personas. Hombres, mujeres y niños muertos. Rostros y nombres propios, profesiones e historias personales. Fotos en color para siempre en blanco y negro. Un conflicto que ha originado un movimiento de desplazados y huidos, exiliados y desterrados, explusados de Siria de casi 5.000.000 de personas con la consiguiente crisis en los países vecinos y el debate acerca de la responsabilidad de la comunidad internacional sobre ellos. Personas como tú y yo estigmatizados para siempre con la etiqueta de refugiado. Cerca de 70% de la población no tiene acceso a agua potable, una de cada tres personas no puede satisfacer sus necesidades alimentarias básicas, más de dos millones de niños no van al colegio y una de cada cinco personas vive en la pobreza. Las partes en conflicto han complicado aún más la situación al no permitir el acceso de las agencias humanitarias a los necesitados. Se calcula que hay unas 500.000 personas viviendo bajo asedio. Coño, y mientras nosotros preocupados porque las mujeres no tienen compresas, ni los niños pañales.
Lo de Siria es miseria/opresión/muerte/desarraigo. Se me ocurren mil y una formas de calificar lo que está viviendo ese pueblo y otros tantos que pasan por situaciones parecidas o semejantes que les obligan a salir de su tierra. Ojo, una situación originada también por el sistema, amparado por las potencias mundiales que no se sabe muy bien porqué no actúan con contundencia, ah, sí, claro que es un país con una posición geopolítica estratégica para el equilibrio en Oriente Medio, amigo de Occidente. Una crisis que ha vuelto a poner de manifiesto la división del mundo en dos bloques, los buenos y los malos, aunque no se sepa muy bien cuál es la forma de identificar el sitio de ninguno.
¿Seguís pensando que España es Siria? ¿No son acaso distintas ambas realidades? Porque sí, es verdad que hay situaciones sangrantes entre nuestros compatriotas, pero nuestro país tiene muchos recursos para evitar que alguien vaya a dar con sus huesos a una tienda de campaña entre la nieve, sin agua, sin comida, con ropa prestada desechada por otros, en una tierra que no es la suya, sin ni siquiera hablar el mismo idioma.
Mientras esto ocurre en España, en Siria hay una guerra. Una guerra en la que entre 2011 y 2015 y según datos de Naciones Unidas han muerto más de 250.000 personas. Hombres, mujeres y niños muertos. Rostros y nombres propios, profesiones e historias personales. Fotos en color para siempre en blanco y negro. Un conflicto que ha originado un movimiento de desplazados y huidos, exiliados y desterrados, explusados de Siria de casi 5.000.000 de personas con la consiguiente crisis en los países vecinos y el debate acerca de la responsabilidad de la comunidad internacional sobre ellos. Personas como tú y yo estigmatizados para siempre con la etiqueta de refugiado. Cerca de 70% de la población no tiene acceso a agua potable, una de cada tres personas no puede satisfacer sus necesidades alimentarias básicas, más de dos millones de niños no van al colegio y una de cada cinco personas vive en la pobreza. Las partes en conflicto han complicado aún más la situación al no permitir el acceso de las agencias humanitarias a los necesitados. Se calcula que hay unas 500.000 personas viviendo bajo asedio. Coño, y mientras nosotros preocupados porque las mujeres no tienen compresas, ni los niños pañales.
Lo de Siria es miseria/opresión/muerte/desarraigo. Se me ocurren mil y una formas de calificar lo que está viviendo ese pueblo y otros tantos que pasan por situaciones parecidas o semejantes que les obligan a salir de su tierra. Ojo, una situación originada también por el sistema, amparado por las potencias mundiales que no se sabe muy bien porqué no actúan con contundencia, ah, sí, claro que es un país con una posición geopolítica estratégica para el equilibrio en Oriente Medio, amigo de Occidente. Una crisis que ha vuelto a poner de manifiesto la división del mundo en dos bloques, los buenos y los malos, aunque no se sepa muy bien cuál es la forma de identificar el sitio de ninguno.
¿Seguís pensando que España es Siria? ¿No son acaso distintas ambas realidades? Porque sí, es verdad que hay situaciones sangrantes entre nuestros compatriotas, pero nuestro país tiene muchos recursos para evitar que alguien vaya a dar con sus huesos a una tienda de campaña entre la nieve, sin agua, sin comida, con ropa prestada desechada por otros, en una tierra que no es la suya, sin ni siquiera hablar el mismo idioma.
Foto RTVE, a propósito de Sidnaya, prisión en Siria. |
Si no fuera bastante, ayer la prensa publica un informe de Amnistía Internacional en el que se afirma que al menos 13.000 personas, la mayoría civiles, han sido asesinadas en cárceles sirias por ser opositores al régimen. Abogados y médicos, periodistas y militares, ahorcados lunes y miércoles de cincuenta en cincuenta. ¿Qué me estáis contando? Gente torturada y condenada a muerte por el simple hecho de hablar en voz alta o de escribir en contra del régimen.
Me recuerda el FB de la memoria que un día como hoy de 2012 manifestaba mi vergüenza por la actitud de la comunidad internacional acerca del conflicto sirio. Han pasado cinco años y mi vergüenza sigue intacta. En un mundo en el que sólo el año pasado el Mediterráneo les robó las vidas y las almas al menos a 5.000 personas y dónde cuentan que 10.000 niños han desaparecido en campos de refugiados en la vorágine de la huida y el desconcierto. ¿Qué queréis que os diga? Me importa muy poco lo que opinéis de nuestra campaña de recogida de compresas y pañales. Ojalá tuvierámos poder para hacer algo verdaderamente importante. Mientras tanto sigamos aguantando críticas absurdas de gentes que sólo saben mirar su ombligo y que carecen de la más mínima empatía.
Me recuerda el FB de la memoria que un día como hoy de 2012 manifestaba mi vergüenza por la actitud de la comunidad internacional acerca del conflicto sirio. Han pasado cinco años y mi vergüenza sigue intacta. En un mundo en el que sólo el año pasado el Mediterráneo les robó las vidas y las almas al menos a 5.000 personas y dónde cuentan que 10.000 niños han desaparecido en campos de refugiados en la vorágine de la huida y el desconcierto. ¿Qué queréis que os diga? Me importa muy poco lo que opinéis de nuestra campaña de recogida de compresas y pañales. Ojalá tuvierámos poder para hacer algo verdaderamente importante. Mientras tanto sigamos aguantando críticas absurdas de gentes que sólo saben mirar su ombligo y que carecen de la más mínima empatía.
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