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jueves, 18 de abril de 2019

Tierra de Mujeres de María Sánchez.


"Queremos mujeres en todos los espacios. Que sean ellas las que cuenten, formen, construyan. Que sean ellas las que puedan dar el paso adelante sin sentir miedo ni vergüenza."

"Nuestro medio rural necesita otras manos que lo escriban, unas que no pretendan rescatarlo,
ni ubicarlo. Unas que sepan de la solana y de la umbría, de la luz y de la sombra. De lo que se escucha y de lo que se intuye. De lo que tiembla y de lo que no se nombra."

"Una narrativa que descanse en las huellas."

Empecé anoche "Tierra de Mujeres", con cierto reparo por una crítica que había escuchado aunque le tenía muchas ganas. Leí las primeras páginas y lo dejé, estaba muy cansada. Lo empiezo otra vez esta mañana desde el principio y me engancha a leerlo de tirón. Me gusta mucho lo que dice esta joven escritora y veterinaria, veterinaria y escritora, que combina trabajo rural y cultural, aunque para mí no sea desconocida ninguna de las reflexiones, sí las anécdotas que cuenta, claro, por personales. Reflexiona acerca del papel de la mujer en el mundo rural y de la necesidad de darle voz. María Sánchez (que podría perfectamente apellidarse Álvarez o García o Pérez como tantas mujeres IMPORTANTES de este país que lo han sacado adelante sin ser necesariamente protagonistas de nada más que de sus vidas y de su tiempo y, muchas veces, ni eso) hace un alegato feminista muy interesante, un feminismo de "hermanas y tierra". Parte de su experiencia personal a partir de la convivencia con mujeres ganaderas y reflexiona junto a ellas. Lanza una pregunta sobre despoblación que me lleva a una afirmación que escuche a una joven política quirosana. Sánchez se interroga acerca de si la raíz del despoblamiento está en la falta de atención y discriminación que ha sufrido la mujer en el medio rural desde siempre, mi amiga quirosana me dijo un día (no sé en qué foro, pero con gran acierto) que la clave estaba en lo que quería la mujer, "si la mujer quiere quedarse la familia se queda, si no, se van todos y con la madre se va el padre y se van los niños". La lectura posterior la conocemos todos, sin niños no hay escuela y sin escuela se muere un pueblo. 
El libro que puede considerarse un ensayo tiene dos partes, una primera más reivindicativa y una segunda en la que cuenta la historia de las mujeres de su familia enlazando a las mismas con árboles y tierra, mucho más literaria y emotiva.
Mi padre tuvo cuatro hermanas: Domitila, Alicia, Maruja y Hortensia. No conocí apenas a mi abuela, la madre de mi padre, murió cuando yo tenía seis años, pero sí conocí a mis tías, con alguna de ellas conviví bastante. No es mi tía Domitila el ejemplo de mujer silenciada porque la vida la obligó a salir a luchar y defenderse. Mi tía Domitila nunca fue invisible. Viuda con poco más de treinta años, sí fue auténtica protagonista de su historia, una historia que podía haber sido más liviana, pero su historia. Familia monoparental, madre con dos niños, salió adelante sola con la ayuda de la comunidad, de la tribu, la de sangre y la que crean los lazos de la vecindad. Si es verdad que las otras hermanas de mi padre vivieron de otra forma, probablemente más cerca de la invisibilidad, porque lo hicieron a la sombra de sus maridos (o junto a sus maridos, que tampoco sé yo mucho de lo que pasaba en la intimidad de sus vidas), quizás la más pequeña Hortensia podría haber sido maestra, quizás fuera la que tenía más posibilidades de tener una voz propia por inteligencia y claridad de ideas, siempre me decía "tienes que trabajar para no depender nunca de nadie". Algunas enseñanzas se quedan grabadas a fuego para siempre. Qué hubiera sido de mis tías si hubiesen dejado el pueblo las cuatro y no sólo la más pequeña... quién sabe...
Cuando pienso en mi papel en esta historia de enamoramiento con mi aldea y mis montañas, pienso en el trabajo que desempeño, en mi esfuerzo por dar voz y visibilidad a lo rural, en la oportunidad que me da el hecho de que un medio de comunicación se haya fijado en mí para poner palabras a historias que de otra forma quizás no se contasen. Hoy que ya no soy "la hija de" ni "la nieta de", hoy que tengo voz y nombre propios y que además tengo "el don" de la palabra, hoy que mi estirpe empieza y acaba en mi, puede que mis manos no estén sucias de tierra ni que haya sido llamada para el trabajo más duro y más pesado, pero soy consciente de que estoy llamada a ser testigo de lo que pase y escribir la historia. Hoy soy yo, mañana será otra como yo. Yo como María Sánchez quiero "queremos un medio rural feminista, una tierra llena de igualdad y oportunidades para las niñas del futuro, sean o no nuestras hijas"


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