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sábado, 9 de marzo de 2019

Bodas de Oro


Hizo ayer  cincuenta años, el consenso de voluntades de estos dos pipiolos (hoy serían pipiolos, entonces ya eran talludinos) dio origen a una estirpe, la mía. La revolución que se produjo cuando la sangre 100% quirosana de mi padre se reunió con la mezcla de mi madre (50% vasca de Bizcaia y 50% asturiana de Oviedo) solo podría dar como resultado a mi hermano Nacho y a mi. Fijaros que distintos somos. He elegido esta foto porque mi madre es una mujer seria que sonríe poco pero que cuando se ríe lo hace a borbotones y así, viéndola a ella, he aprendido yo a reír. Mi madre que ha sido y es un bellezón aquel día llevaba unas bragas prestadas porque mi padre se había llevado en una maleta  todo lo que iban a necesitar para iniciar una vida juntos, imaginaros cuánto era. Conoció  a mi abuelo paterno el mismo día de su boda y a mi abuela muchos días despues, y tras el banquete se fueron a pasar la noche de bodas a la que hoy sigue siendo su casa.  Su ramo de novia estaba compuesto por tres rosas y se pasó la víspera de la boda cosiendo para acabar algunos de los muchos trajes que llevaban las invitadas. Este matrimonio seguramente no habrá sido perfecto, pero ellos han crecido en el respeto al otro. Mis padres nos han educado en la igualdad, nunca en mi vida he visto un trato diferente entre nosotros, crecimos siendo iguales aunque hoy seamos tan diferentes. Hombres y mujeres somos compañeros. Así lo veo porque así lo he vivido. Quizás elegir el 8 de marzo para casarse fuera una profecía de lo que iba a pasar en su casa. El feminismo se mama en casa, así lo he sentido yo, una madre que venía de un matriarcado muy fuerte y que me trasmitió todos los valores que las mujeres de su vida le transmitieron a ella. Mujeres fuertes, aferradas a la vida, luchadoras, entregadas a su familia y a su oficio, mujeres del siglo XXI a fin de cuentas. Hoy celebro las bodas de oro de mis padres, Nicanor y Mary Lena, con la esperanza de que puedan disfrutar aún mucho tiempo el uno de otro, de sus manías, de su "mala" salud, de sus silencios... Mi madre que le decía a mi abuela Elena cuando ella le preguntaba por aquel mozu tan curiosu que la acompañaba y que vivía de pensión en casa Josefa otra quirosana, de Faedo, instalada en Oviedo, "Mamá, ¿a ti gústate lo bueno? Pues esti rapaz, de lo bueno lo mejor". Y así sumando, sumando hasta cincuenta. Seguimos.

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