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miércoles, 14 de octubre de 2020

De ayer a hoy



De ayer a hoy, 
la luz ha mudado los colores del bosque para instalar definitivamente al otoño. 
El otoño nos regala, 
por fin, 
un cielo gris que no promete lluvia, 
pero quién sabe, 
quizás si una mano invisible parase el viento... 
El viento mueve las hojas en el suelo, 
de un lado a otro, 
en un murmullo juguetón, 
como niños que celebran la fiesta del domingo. 
De vez en cuando, 
una manzana cae desprendida de su rama. 
Las ramas aún están llenas, 
quedan muchas en los brazos de los manzanales doblados pero no rotos ni vencidos.
Ya no las recogerá nadie. 
Bajo la atenta mirada de Lola, 
una libélula planea sobre el jardín. 
No recuerdo que hubiera libélulas en mi infancia. 
En el horizonte Rueda, 
promesa de libertad, 
las primeras nieves pueblan su cumbre. 
Mañana será lunes, 
qué ganas de que sea de nuevo viernes!

Despedida.

Pienso en las despedidas que siempre son duras por tempranas, 
en la temida orfandad cualquiera que sea la edad a la que la suframos.
Pienso en seguir, 
en avanzar, 
en crecer, 
en creer, 
en los comienzos de nuevos proyectos que te llenan de esperanza y renuevan las ganas. 
Pienso en idas y venidas, 
en lealtades y traiciones,
en amores correspondidos y frustrados.
En abrazos de consuelo nunca dados.
En abrazos de los otros, 
los que queman por dentro y por fuera. 
En amaneceres que son realidad y en los que nunca llegan. Pienso en lo que fue y lo que será. 
Pienso en mi como tierra sedienta
y en tí como lluvia fecunda, 
en el presente nosotros, 
recogiendo los frutos. 
Pienso 
Y respiro para poder seguir pensando.