la luz ha mudado los colores del bosque
para instalar definitivamente al otoño.
El otoño nos regala,
por fin,
un cielo gris que no promete lluvia,
pero quién sabe,
quizás si una mano invisible parase el viento...
El viento mueve las hojas en el suelo,
de un lado a otro,
en un murmullo juguetón,
como niños que celebran la fiesta del domingo.
De vez en cuando,
una manzana cae desprendida de su rama.
Las ramas aún están llenas,
quedan muchas en los brazos de los manzanales
doblados
pero no rotos ni vencidos.
Ya no las recogerá nadie.
Bajo la atenta mirada de Lola,
una libélula planea sobre el jardín.
No recuerdo que hubiera libélulas en mi infancia.
En el horizonte Rueda,
promesa de libertad,
las primeras nieves pueblan su cumbre.
Mañana será lunes,
qué ganas de que sea de nuevo viernes!
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