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sábado, 2 de abril de 2022

Una maleta llena de cosas.



Una maleta llena de cosas que he traído de casa de mi madre. Abrir la caja de Pandora, qué era lo que quedaba dentro o no quedaba nada? Abrir el tarro de los recuerdos, despertar la memoria,… mi vida en una pequeña maleta de cabina rosa. Las cosas nos hablan, nos interpelan, dejan de ser cosas para formar parte de nuestro yo pasado, presente o futuro. Son parte de nosotros, construyen nuestra memoria o los ayudan a recuperarla cuando cansada de todo quiere descansar sin más. La maleta está llena de todas esas cosas que dejas cuando te mudas, anclas de una vida en la que fuiste feliz y que ya lo volverá, en mi caso, deje la casa de mis padres en 2002 y ya no he vuelto. Vuelven ahora mis cosas y con ellos mis recuerdos. Muchos buenos, buenísimos, algunos no tanto. El joyero que me regalaron por mi Primera Comunión. Los pendientes de niña y la medalla. Una foto mía disfrazada, una de las tres veces que me he disfrazado en la vida. Yo iba de azul y mi mejor amiga de amarillo, nos alquilaron los trajes, teníamos toda la vida por delante. La primera agenda que tuve. Una sortija de Reyes que me regaló Ramón y otra que me trajeron de París una alumna muy querida (cada vez que recuerdo cuántas clases particulares he dado). Fichas de apuntes de Civil, de Penal, de Constitucional,… El reloj que me regaló mi madre cuando acabe la carrera (me lo regalaron mis padres pero lo compró mi madre). Un menú de boda en el que la novia me decía que no abandonara por el camino mi sinceridad (firmaba ella por los dos, presagio de lo que iba a ser aquel matrimonio). Los pendientes que otra amiga me trajo de Praga. Un taco de notas en el que otra amiga garabateaba sentimientos y deseos en varias hojas seguidas. De aquella yo andaba loquita por Miguel. Un delfín azul que me regaló Katja. Un montón de detalles de boda (qué espanto). Un montón de pañuelos de cuello porque siempre he sido una adicta. Disquetes, negativos de fotos, ligas de novias que por alguna extraña razón tengo en mi casa (ni idea, una azul y blanca y otra roja). La banda sonora de la Edad de la Inocencia. Las nóminas del primer año de trabajo. Y dos fotos en especial. Una que tengo que devolver porque entiendo que la secuestré indebidamente y seguro que a su madre le gustaría tenerla y una mía. Una de las mejores, de estudio, jovencísima, delgada, serena pero con el corazón roto de pena. Me la hizo Dolsé. Fue la foto que use mientras estuve buscando trabajo. Acababa de morir mi abuelo, me había salido la primera cana y no sonreía. Con el tiempo quiero creer que al envejecer he aprendido a sonreír, entonces no sabía o no podía hacerlo. En fin. Yo mi sonrisa no la cambio por kilos de menos, ni por menos años,  el camino para aprender a hacerlo (sonreír quiero decir) ha sido tan largo… He abierto la Caja de Pandora y dentro he encontrado la esperanza en haber crecido bien.





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