Vistas de página en total

sábado, 11 de agosto de 2018

Te daría mil veces mil besos y no me cansaría.

He cambiado la orientación de la cama y ahora cada mañana serán mil los rayos de sol entrando por la ventana y asomando por Pena Podre los que me despierten (¡qué cosas!). No pedirá permiso el astro Rey. Entrará sin picar por entre las cortinas para llenar de luz mi cara somnolienta tras una noche en la que el sueño se habrá poblado de mil príncipes que, por suerte, nunca son azules y siempre concluyen en ti, el menos azul de todos y el único real. Estaré mil mañanas tras el cristal intentando adivinar entre las copas de los árboles el perfil calizo y firme de la Peña de Alba y contando las hojas de los frutales que la esconden y esa puede ser la mejor forma de pasar el verano. Sí, contaré hasta mil y volveré a empezar. Buscaré tu mirada limpia y sana entre los mil verdes que anticipan los mil dorados que, para nuestra suerte, están a la vuelta de la esquina, promesa del otoño más hermoso, el nuestro, el quirosano, el asturiano,... Puedo también jugar a contar las abejas hasta llegar a mil, a buscar hormigueros que alberguen mil hormigas o a echar carreras de caracoles que corran los mil metros (menudo lío de trazado de carrera en una aldea tan pequeña) o concluir que son mil las golondrinas que se preparan para irse al Sur buscando los mismos nidos que abandonaron hace meses. Por la noche, mil estrellas sostendrán mi sueño y mil luciérnagas marcarán el camino que te lleva hasta mi. Serán más de mil pasos, pero estaré esperando mil veces mil noches pues son más de mil las ocasiones en que te pienso cada día. Te daría mil besos y mil mordisquinos con que te comería y serían mil las sonrisas que me regalarías porque efectivamente solo importan las risas y los amigos cuando son de verdad y para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario