![]() |
Constante de Carrexa y Lupecino de Salcedo |
Cuando Gabriel Bobes, organizador este año y para él por vez primera de la
fiesta de Alba, no era ni un sueño en la cabeza de su madre
Esperanza, ésta y sus hermanos acompañaban a sus padres a la
romería de Alba donde el abuelo de Gabriel, Lupecino de Salcedo que
era gaitero junto a su compañero y amigo Constante de Carrexa, que
aun vive, cada día más cerca de ser centenario, eran protagonistas
de la romería quirosana por excelencia aportando su buen hacer a la
gaita y al tambor. En otro tiempo, diferente a éste, Lupecino y Constante fueron pieza
importante de la fiesta. Alba marcaba muchos tiempos, el principal
acabar la yerba y después recoger el pan y el maíz, las ablanas y
pañar les manzanes. El día de Alba en Salcedo era un ir y venir de
hombres y mujeres aparejando los animales para cargar la comida. Tras
unos días de amasar pan de escanda, preparar tartas y casadielles de
avellanas, guisar corderos y cabritos, hacer tortillas, preparar
manteles, café de pota, cargar platos y pocillos de cristal y
porcelana y cubiertos. Salir camino a Alba. Algunos a caballo con los
güelos, hasta la poisa de La Canga donde los caminos de Las Vallinas
y de La Villa se unían para continuar en uno sólo pedrera
machaculos arriba hasta llegar a la Chinar donde parar y beber un
poco, sólo un poco, de aquella agua tan fría y desde donde ya se
alcanza a tocar con las manos las tres cruces y la pequeña ermita. Y
una vez allí, acudir a Misa. Y entonces el gaiteru Lupecino y el
tamboriteiru, que alguna vez fue Joselín el de Salcedo, pero que
casi siempre era Constante, acompañaban primero a la Virgen y luego
bajaban a la campera donde hacían un poco de romería, por lo menos
dos horas. Los contrataba el mayordomo de la fiesta Bartolo, luego
Paulino, después Rodolfo, Julián hasta llegar a Laure, si bien
ahora el mayordomo no hace nada de esto. Entre doce y catorce bares
en Alba. Gente de Salcedo, de la Casa Nueva, de Muriellos, hasta de
Llanuces ponían bar. Unos puntales de madera y un tejado de raminas
de roble, y tapada con helechos la bebida para mantenerla fresca.
Café de manga, casadielles y magdalenas, carameleras y avellaneras
que subían. Era un mar de gente. En la fuente del Caño había cola
para coger agua y si no querías esperar había que ir hasta la
Felguera. Luego bajar a seguir celebrando en el pueblo, normalmente
en la bolera de Zulima. Se pagaba a escote, pedían por el pueblo y
pagaban entre mozos y mozas. Y esto así muchos años, evolucionando,
cambiando las personas, pero en esencia igual.
![]() |
Lupecino con parte de sus hijos, la más pequeña en el centro de la foto, la madre de Gabriel Bobes, Esperanza |
Es a partir de 1997 coincidiendo con el cese de la actividad de la
Asociación Cultural y Recreativa Peña de Alba que durante unos años
sacó adelante la fiesta a base de mucho trabajo y con la ayuda de
todos sus socios (doy fe), ante la ausencia de jóvenes que pusieran en marcha
una comisión de fiestas y la necesidad de conseguir fondos para la
pista de Alba que acababa de construirse, cuando los vecinos deciden
subastar la fiesta. La idea era que el dinero que se sacase de la
subasta se dedicaría a las labores del mantenimiento de la pista.
La pista trajo muchos beneficios para todos. Pero subastar la fiesta la
sacó del pueblo de Salcedo y la trasladó a la mortera. Durante este
tiempo pasa por manos de dos familias del concejo y no hay ningún
problema, a salvo de los derivados de los años en los que el tiempo
no acompaña. Los vecinos consiguen que junto al precio, quienes
organicen la fiesta, se comprometan a celebrar en Salcedo a San
Antonio, así se hace, volviendo el pueblo a tener música en su
plaza. Pero es en la penúltima subasta, cuando la fiesta se va a
manos de alguien que no es del concejo y que deja de pagar el precio
pactado (que a día de hoy tiene pendiente) y suspende la fiesta de
este año dejando muy poco tiempo para que alguien la saque adelante.
Cuando Gabriel Bobes supo que este año no iba a haber fiesta tomó
la iniciativa junto a su mujer Lorena Álvarez de ponerla en marcha,
un mes y medio de tiempo y algunas voces en contra. “No sabéis
donde os metéis” fue lo más suave que oyeron. Gabriel no hizo
caso y entró en la subasta, su compromiso fue para éste y para los
próximos dos años. La fiesta no vuelve a Salcedo, pero si vuelve a
uno de sus vecinos porque no hay nadie más capaz de entender este
concejo que alguien que pertenezca a él o que, al menos, así lo
sienta (y así todo pasan cosas difíciles de entender).
A pesar de los nervios porque todo saliera bien y del poco tiempo que tuvieron para organizarlo, presentaron un programa muy completo al que no acompañó el sol, aunque para algunos el tiempo no fue tan malo como parece desde fuera, porque vinieron los de siempre que es a los únicos que se les espera, o sea, los de casa, y esto garantizó que se recuperase la atmósfera más tradicional y familiar de los últimos años. Desde un primer momento a la organización le preocupaban dos cosas, primero, que iban contrarreloj y segundo, querían en especial Lorena Álvarez, ofrecer algo diferente y con un sabor de cultura y tradición y así pusieron especial interés en recuperar el Certamen de Pan de Escanda que durante muchos años y de la mano de la Asociación de Amigos del Pan de Escanda había sido uno de los platos fuertes de la fiesta. Junto a esto, recuperaron el Ramu que acompañó a la Virgen en el altar y la consecuente Puya’l Ramu. Ofrecieron, la posibilidad de cenar la víspera en el recinto de la fiesta lo que animó a muchos a subir, sólo comer el día de la fiesta corderu a la estaca (se asaron y vendieron unas ciento veinticinco raciones). Un pulpeiro lucense con parrilla ofreció a los presentes la posibilidad de picar algo y, muy importante, espacio para sentarse para ciento veinte personas. Y por último, la organización contrató un espectáculo de caballos nunca visto en Alba a cargo del Centro Ecuestre Mirantes de León. Una actuación muy lejos de las carreras de cintas que alguno de los presentes calificaron como “más peligrosas”. Muchos espectadores asistieron atentos a las distintas actuaciones de los caballos que obedecían a sus jinetes. Muchos adultos y, sobre todo, muchos niños que aplaudieron y grabaron entusiasmados los equilibrismos que ofrecían.
Hubo de todo en esta edición de Alba, celebrada sin incidentes reseñables, lo que a la vista de la deriva que están tomando algunas fiestas de prao ya es un éxito. Nervios, trabajo, mucha familia y amigos arrimando el hombro, alguna decepción. Hubo hasta una boda la víspera, la de Belén y Luis el de Serandi, pero esto tampoco fue una novedad pues ya se casaron en Alba hace 49 años Pili y Mariano, un 20 de agosto de 1968. También hubo mucho trabajo el día después, el de la organización para recoger la basura. Queda mucho por hacer en el tema de responsabilidad medioambiental que empieza, sin duda, por dejar el monte como lo encuentras, pero ésta es otra historia
A pesar de los nervios porque todo saliera bien y del poco tiempo que tuvieron para organizarlo, presentaron un programa muy completo al que no acompañó el sol, aunque para algunos el tiempo no fue tan malo como parece desde fuera, porque vinieron los de siempre que es a los únicos que se les espera, o sea, los de casa, y esto garantizó que se recuperase la atmósfera más tradicional y familiar de los últimos años. Desde un primer momento a la organización le preocupaban dos cosas, primero, que iban contrarreloj y segundo, querían en especial Lorena Álvarez, ofrecer algo diferente y con un sabor de cultura y tradición y así pusieron especial interés en recuperar el Certamen de Pan de Escanda que durante muchos años y de la mano de la Asociación de Amigos del Pan de Escanda había sido uno de los platos fuertes de la fiesta. Junto a esto, recuperaron el Ramu que acompañó a la Virgen en el altar y la consecuente Puya’l Ramu. Ofrecieron, la posibilidad de cenar la víspera en el recinto de la fiesta lo que animó a muchos a subir, sólo comer el día de la fiesta corderu a la estaca (se asaron y vendieron unas ciento veinticinco raciones). Un pulpeiro lucense con parrilla ofreció a los presentes la posibilidad de picar algo y, muy importante, espacio para sentarse para ciento veinte personas. Y por último, la organización contrató un espectáculo de caballos nunca visto en Alba a cargo del Centro Ecuestre Mirantes de León. Una actuación muy lejos de las carreras de cintas que alguno de los presentes calificaron como “más peligrosas”. Muchos espectadores asistieron atentos a las distintas actuaciones de los caballos que obedecían a sus jinetes. Muchos adultos y, sobre todo, muchos niños que aplaudieron y grabaron entusiasmados los equilibrismos que ofrecían.
![]() |
Los que han conseguido este año que todo saliera adelante |
Hubo de todo en esta edición de Alba, celebrada sin incidentes reseñables, lo que a la vista de la deriva que están tomando algunas fiestas de prao ya es un éxito. Nervios, trabajo, mucha familia y amigos arrimando el hombro, alguna decepción. Hubo hasta una boda la víspera, la de Belén y Luis el de Serandi, pero esto tampoco fue una novedad pues ya se casaron en Alba hace 49 años Pili y Mariano, un 20 de agosto de 1968. También hubo mucho trabajo el día después, el de la organización para recoger la basura. Queda mucho por hacer en el tema de responsabilidad medioambiental que empieza, sin duda, por dejar el monte como lo encuentras, pero ésta es otra historia
No hay comentarios:
Publicar un comentario