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martes, 7 de junio de 2016

Han vuelto las golondrinas y, con ellas, se han traído al verano.

 
Llegado su momento,
volvían siempre.
Habitaban su nido y nuestra casa.
Nidos en cada corredor y galería.
El nuestro,
en medio de la sala,
amaneció un día tejido en un suspiro por las hadas.
Vigilaba la golondrina desde un clavo,
clavado en una de las vigas.
Cuidaba de su prole,
mientras la viga sostenía mi vida.
Traían consigo promesas de verano
y labores del mismo.
Venían a acompañar nuestros trabajos.
Pasaban el buen tiempo con nosotros.
Acabado el calor,
retomaban el vuelo,
y tras su estela,
dejaban el anuncio del invierno.
Hoy lo siguen haciendo.
Recuperan sus nidos,
habitan nuestra aldea,
vacía de gente y sueños,
la pueblan ellas.
Le devuelven la vida
que por agotamiento de una forma de entender el mundo
nos ha roto el progreso.
Han vuelto las golondrinas
y, con ellas, se han traído al verano.
 
 

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