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viernes, 21 de octubre de 2022

Así empieza lo malo


Me he debatido con este libro y con mi misma a lo largo de su lectura, propuesta en el Club de Lectura de Quirós a raíz del fallecimiento del autor. Vaya de antemano que no había leído nada de Marías a pesar de haberle regalado a mi padre alguno de sus títulos y de que “Los enamoramientos” lleva siglos en mi lista de deseos. Finalmente, en medio del vaivén de “me gusta”, “lo dejo”, “vaya rollo”, el libro me ha vencido porque tiene un final redondo (en mi humilde opinión). Es verdad que Marías no es fácil, solo hace falta leer algunas frases rebuscadas o retorcidas, un lenguaje culto, en el que la subordinación es la regla y, en este sentido, siento mucho haber elegido este título pues no tengo muy claro si alguna de las lectoras se habrá perdido en medio del laberinto que construye el autor con el lenguaje (lo que tiene mucho mérito, pero no ayuda a la lectura). No es fácil, pero la historia de Muriel y Beatriz es una historia muy común (la de un matrimonio roto por el engaño y lo que ocurre cuando el cónyuge engañado descubre del mismo, de un amor que no es auténtico al menos por una de las partes y la historia de muchas parejas de este país en una época en la que no había divorcio y las apariencias eran las que eran), pero además es una historia de violencia de género porque Muriel desprecia hasta el infinito a su mujer, enferma mental, si bien no queda muy claro que parte de culpa tiene de esa enfermedad el maltrato (a mí no me cabe duda de que una parte importante es responsabilidad directa suya). Marías también cuenta la historia de una España que renace tras la muerte del dictador, una España que aún se lame sus heridas, heridas incurables como efectivamente ha quedado de manifiesto y nos muestra algunos de los desmanes que los vencedores hicieron tras su victoria (nada nuevo bajo el sol, pero no por eso hay que dejar de leerlo y hacerlo tantas veces como sea necesario para no olvidar). Y para todo esto utiliza a un narrador que me ha gustado especialmente, un narrador que en algunas ocasiones se convierte en protagonista de la historia, no es un mero voyeur, sino que participa activamente de lo que ocurre e incluso se convierte en pieza necesaria para que la acción avance. El joven de Vere que nos cuenta la historia hacia atrás desde su madurez y, a lo largo de la misma, no tiene problema en traicionar la lealtad que le debe a su empleador llevado por el deseo carnal de su juventud. Así a bote pronto se me ocurre un paralelismo entre Muriel y su mujer Beatriz que serían las dos Españas eternamente enfrentadas y sin entendimiento y De Vere que sería la España que nace a finales de los setenta y que es un potro desbocado difícil de domar… Los personajes secundarios, vencedores y vencidos, las tropelías cometidas por algunos desde su posición de autoridad, el retrato del Madrid que despertaba del letargo y que desembocaría en la movida, los roles nuevos de mujeres que iban a vivir vidas opuestas a sus madres y a sus abuelas y que, sin embargo, siguen siendo sometidas, la homosexualidad, el suicidio, el fantasma de Beatriz en la cama de De Vere adulto, mucha, mucha plancha en estas más de quinientas páginas, en fin, si podéis con Marías y superáis algunos pasajes os gustará este libro.

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