Extinguirse como lo hicieron los dinosaurios.
Pasar por la vida de puntillas.
No echar raíces.
No dejar huella, ni versos, ni palabras, ni hijos.
Nada.
No amar, no odiar, no vivir.
No sentir bajos instintos. Ni altos.
Llegar al final del camino sin haber sido, o siendo, sin que nadie recuerde tu nombre, ni tu pelo de niño, ni el color de tus ojos.
Irse.
Apagarse, abandonarse, morir.
Difícil, pero algunos privilegiados sí lo consiguen.
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