El pasado día 21 de mayo, y a lo largo de todo el fin de semana, la Taberna Narciso en San Martín de Teverga volvía a abrir sus puertas tras un breve paréntesis de silencio. Música electrónica el sábado noche a cargo del colectivo La Cara B y vermú folk el domingo con Un de Grao supusieron la vuelta a la actividad de este chigre tradicional, lugar de culto para vecinos y visitantes del concejo.
La Taberna Narciso es uno de esos lugares en los que cruzar el umbral nos traslada al pasado para encontrar un remanso de paz en el que compartir vinos y charla con los amigos. Un establecimiento único donde el tiempo se para, añoranza de tiempos en los que la vida tenía otra cadencia, en los que la prisa no era la sombra que nos persigue sin darnos tregua ni resuello. La historia de los pueblos no solo es la que recogen las crónicas escritas sino, e infinitamente más interesante, la que se vive en los lugares y espacios compartidos y no cabe duda que entre las cuatro paredes de este chigre se ha escrito mucha de la historia de teverganos. Eso ha sido, es y será este lugar para San Martín, un lugar de y para todos. Para algunos de sus visitantes, Casa Narciso abre la espita de los recuerdos, los que nos conducen, por ejemplo, al Manantial de la calle San Bernabé, a la Perla enfrente del Campoamor o al antiguo Sevilla de la calle Cimadevilla del Oviedo de siempre. Locales grabados en la memoria individual y colectiva y que han ido cediendo a la especulación o a crisis sucesivas en estos tiempos perversos. Lugares tocados por una varita mágica a los que nuevos proyectos van difuminando y arrinconando, sin embargo, y afortunadamente, este no es el caso. Dicen los más mayores que Casa Narciso tiene casi 200 años. Estos casi dos siglos de historia nos colocan ante una de las tabernas más antiguas de Asturias. Toda una institución a la que le tocaba renovarse tras la jubilación de los antiguos propietarios Narciso y Pepita y que desde 2015 fue gestionado por Nacho Suárez que mantuvo abierto el local más por cuestión de amor al sitio que como proyecto empresarial. Tras Narciso y Pepita que regentaron el establecimiento por décadas y llevaron su carta de vinos y su famosa tapa de torreznos más allá de los montañosos límites de este concejo y Nacho Suárez que hizo frente a la pandemia, comienza ahora una nueva e ilusionante etapa con la llegada de un nuevo hostelero, José Alberto Álvarez. Este ovetense de raíces teverganas, al que conocemos como Jose Caja o Jose Lata, un emprendedor nato, avalado por los locales que puso en marcha en su ciudad natal y que regentó con gran éxito. Un hombre joven comprometido con su tiempo y con los lugares a los que pertenece al que amigos y vecinos definen como activista social, generoso, emprendedor inquieto, a quien gusta plantar algo y que luego pueda crecer en manos de otras personas pero sin abandonarlo sino manteniendo el compromiso, alimentándolo y cuidándolo; una persona que huye del individualismo, con una gran visión de lo común. Así lo atestiguan su barrio, el Oviedo Antiguo, donde hace comunidad; Gradura, su aldea, en la que trabaja para sacar adelante la fiesta de Santa Ana y ahora San Martín.
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